bilbao - Su disco actual, el décimo, reincide en su mezcla de bases poderosas y melodías claras a ritmo de pop y electrónica con la producción de Guille Milkyway y Jon Klein, ex Specimen y Siouxie & The Banshees. “Sería mejor una inteligencia artificial que humana”, según la cantante.

El álbum anterior, ‘Cuatricomía’, fue un disco caro?

-Este es más barato. Ese tenía cuatro productores y este dos, aunque uno de Londres, lo que lo encarece. De todas maneras, solemos manejar presupuestos parecidos.

El disco partió del título ¿verdad?

-Esta vez sí, aunque otras teníamos el disco terminado y no existía título. Sucedió con El extraño viaje.

La inteligencia artificial y los robots son temas recurrentes en el dúo.

-Sí, incluso antes de Fangoria. Será por las influencias literarias, cinematográficas y de cómic. No deja de ser una pretensión filosófica mía y de Nacho. Sería mejor que existiera una inteligencia artificial, en lugar de la humana.

¿Sin capacidad para amar?

-Claro. El título es una trampa porque un robot enamorado está muy estropeado, habría que resetearlo. El robot que pide que le implanten un chip para tener sentimientos es algo muy de la ciencia ficción. Una falacia.

La portada de Juan Gatti es una obra de arte en sí misma. Tiene aspecto retro? y también futurista.

-Es retrofuturista, vista hoy en día. Alude a 1964, cuando el futuro se veía así, con esa arquitectura, mobiliario y coches, como una extensión del mundo ideal, robots incluidos. Nada que ver con la actualidad.

El futuro no es igual de luminoso.

-Lleva siendo así mucho tiempo. Cuando era pequeña, el futuro eran robots y viajes a la Luna; ahora, que soy mayor, tirando a vieja, los aviones son como autobuses de línea cutres en los que se viaja encantado por 23 euros. Eso no es progreso, sino retroceso. Como diría Nacho, el futuro es que hay bicicletas en las ciudades. ¡Qué espanto!

Son ecológicas y sanas.

-¿Sanas? Bueno, todo es relativo, ya que a mi bisabuela la atropelló una y la dejó baldada para toda la vida.

El disco es bastante hedonista, sobre todo en la primera parte.

-Sí, aunque el arranque, con Disco Sally, es algo triste. Hemos intentado que ambos productores se fueran a los extremos y le dieran cierta unidad al disco. Guille se escapó de su faceta más luminosa y Jon se vuelve más dinámico de lo habitual.

¿Cómo trabajan con los productores?

-Hay una elección previa entre quienes admiramos como artistas, no como meros técnicos de sonido. Confiamos en su criterio, como en los colaboradores de vídeo y portada. Y luego, lo fácil es aclarar qué no queremos. A veces todo fluye, otras se habla?

Ritmos marcados y melodías claras. Fangoria 100% ¿no?

-Nunca hemos renunciado a las melodías, ni en nuestra primera época, la más electrónica e instrumental. Partimos de las melodías mejores que nos ofrecen nuestros colaboradores y luego nos las repartimos y ponemos nosotros las letras. Son todas nuestras, lo que nos diferencia de otros grupos y nos hace distintos.

Suele decir que es difícil hacer pop.

-Si haces rock, jazz o flamenco, hay una serie de normas. El pop es infinito porque puede ser acústico, eléctrico, electrónico, poco o muy elaborado, orquestado, clásico? Tiene que ser concreto y entrar rápido, y parece fácil pero no lo es. La mayoría no compone éxitos porque no le salen; no porque no quieran hacer hitazos. Hay que tener talento, como el de Guille o el de Carlos Berlanga. Carlos odiaba actuar en directo, era un vago que huía de lo que oliera a trabajo. Decía que no estaba en la música para ser un obrero, como Nacho o yo.

Las letras hablan de “nubarrones” pero también de esperanza.

-El subidón anímico lo dimos con el disco Dramas y comedias. Tendemos a lo contrario, aunque las letras actuales son pragmáticas, caso de Voluntad de resistir. Estamos cansados de que la gente se queje y no haga nada.

Sus títulos tienen fuerza especial.

-¿Sí? Es algo divertido. A veces, es una parte de la letra; otras no, como Mentiras de folletín.

El disco tiene guiños a Studio 54 y a Dinarama, pero usted canta que “la nostalgia es una droga”.

-Nosotros revisamos el pasado porque nos lo preguntáis vosotros, pero no queremos vivir en el 86. Eso sería nostalgia, que es la infelicidad al añorar esos momentos de la vida.

En ‘Mentiras de folletín’ y ‘Larga vida y prosperidad’ hay ecos de Bowie.

-Es que nos cambió la vida. Y luego, los Ramones. Él nos hizo tomar decisiones. Su muerte ha sido algo raro porque no le conocíamos y nos ha dolido muchísimo.

El disco sale coincidiendo con San Valentín.

-A ver, Nacho no cree en el amor. Discuto con él porque yo sí creo que hay algo ahí, distinto a todo lo demás, a la simple mezcla de amistad y deseo sexual. Pero no podemos decir que somos un grupo romántico.

Pero casi incombustible. Son 39 años ya con Nacho.

-Es una cuestión de respeto, de no empujar al otro a hacer lo que no quiere. Además, nos complementamos. Nacho no tiene ganas de ser una persona reconocible más allá de los seguidores del grupo y yo participo en reality-shows. Bueno, él también es una estrella en ellos, aunque sea como invitado nuestro (risas).

Siempre se le ve muy serio.

-Disfruta mucho en los conciertos aunque no sonría como otros que quizás lo estén pasando fatal y pensando solo en lo que van a cobrar.