Donostia - Estrenada en la Sección Oficial del último Zinemaldia, Amama relata el contraste entre el mundo antiguo, representado por el caserío, y la modernidad, encarnada por el personaje de Amaia al que da vida Elias en su debut cinematográfico.
Usted estudió Magisterio, ¿cuándo sintió la llamada de la interpretación?
-El mundo del teatro siempre me resultó intrigante y emocionante, por lo que me acerqué a Alproja, grupo amateur de Zarautz. Luego estuve un año en el Taller de Artes Escénicas de Donostia pero me llamaron para trabajar de profesora de educación especial. Durante un tiempo lo compaginé con la interpretación y seguí estudiando cosas más específicas con diferentes maestros. También hice clown en Barcelona...
¿Y cuándo se convirtió en actriz profesional?
-Me junté con Ainhoa Alberdi y creamos la compañía Ttak Teatroa. Empezamos a hacer cositas y montamos la obra de pequeño formato Eta Karmele? Llegamos a hacer unos cien bolos en un circuito profesional pero más alternativo: gaztetxes, centros culturales... También colaboramos con el colectivo de Errenteria Metrokoadroka, con quien hemos hecho Zertarako Hegoak? y Gabrielen Lekua. Somos creadores de nuestros propios trabajos y hemos tenido la suerte de poder mostrarlos.
Precisamente, Altuna le llamó tras verla actuar en ‘Zertarako hegoak?’
-Me telefoneó, quedamos en Zarautz a tomar un café en vísperas de carnavales y me ofreció el papel porque en mi interpretación había visto rasgos que cuadraban con el personaje de Amaia.
¿Y qué pensó cuando supo que era una de las protagonistas?
-Al principio creí que me llamaba para ofrecerme un corto, una comedia o algo así, porque en realidad, casi todo lo que he hecho en teatro han sido papeles cómicos. Pero cuando empezó a explicarme que mi personaje era el que conducía la película me di cuenta de que aquello era un gran reto. Suponía cambiar de chip totalmente porque nunca me había planteado hacer cine o televisión.
¿Tuvo dudas?
-Sí, me surgieron dudas y ciertos miedos a no saber si sería capaz de defender mi papel. Asier arriesgaba mucho pero decía guiarse por su intuición: siempre confió mucho en mí y a mí me tocó confiar en él.
¿Qué fue lo más difícil a la hora de interpretar a Amaia?
-En teatro creamos más desde el cuerpo y aquí se trataba más de visualizar el personaje y su trayectoria. Una vez que descubrimos cuál era el tono del personaje y de la película en general, Asier me pidió quitar, quitar y quitar continuamente. En teatro, yo estoy acostumbrada a otra forma de actuar pero aquí se trataba de ir al mínimo en un trabajo más de contención, de ver el tono y cuidar cada situación hasta su límite. Y en esto Asier me ayudó mucho porque tenía las cosas claras desde el primer momento.
¿Cómo está viviendo todo lo relacionado con los festivales y los Goya?
-Me está permitiendo acercarme a esa otra parte del cine que no todo el mundo conoce. Te das cuenta de que el trabajo de un actor también está relacionado con los medios de comunicación, con la imagen -y siendo chica, aún más-, con la moda... Estoy haciendo algunos reportajes que me hacen dudar de mi condición de actriz... ¡Y yo no soy modelo! (Risas) Te cuestionas un montón de cosas pero pienso que tengo la oportunidad de vivir todo esto y ver qué produce en mí, cómo me sitúo, si me siento bien, mal...
Da la impresión de que se encuentra más cómoda en el teatro...
-Es que el cine no tiene nada que ver con el teatro, donde continuamente tienes un feeling con el público: entras en un personaje, es más corporal, enérgico, lo vives más... En el cine tienes que esperar un montón de tiempo para rodar, se utilizan otros códigos, es mucho más contenido... La manera de actuar es otra: al principio rodaba una escena y tenía la sensación de no saber muy bien qué había hecho. Tampoco quería verme porque podía tener el riesgo de fustigarme y desconcentrarme.
¿Pero el balance final es positivo?
-Sí, sí. Aún necesito ver la película con distancia, dentro de unos meses o algún año, pero estoy muy contenta con el resultado general: he trabajado con un equipo genial que ha puesto muchísimo cariño en la película, había un ambiente buenísimo en el rodaje y eso se nota en el resultado.
¿Esperaba la nominación al Goya?
-Para nada. Yo creía que la fase Amama estaba terminando cuando de repente llegó la noticia. Lo primero que pensé fue: “¿Y yo qué pinto ahí? ¿Cómo puede ser ?” No entendía nada, fue un shock total, incluso no sabía si quería estar ahí porque supone exponerte a un nivel muy grande. Pero si la vida te ofrece una oportunidad así, algo habrá que aprender de ella.
Además, es la única nominación que ha recibido ‘Amama’...
-Sí, es una pena. Ya quisiera yo estar acompañada por gente del equipo y otros actores como Kandido Uranga, que para mí ha estado bestial. Pero bueno, creo que con mi nominación también se reconoce el trabajo de todo el equipo de Amama.
¿Con quién irá a la ceremonia?
-Con Asier Altuna, que se sentará a mi lado. Es el director, la persona que me ha dado la oportunidad, así que es el más adecuado. Además, Telmo Esnal y él ya optaron al Goya a la mejor dirección novel por Aupa Etxebeste! (2005), así que ya saben cómo funciona la gala.
¿Ha visto ya las películas de sus contrincantes Antonia Guzmán (’A cambio de nada’), Irene Escolar (‘Un otoño sin Berlín’) y Yordanka Ariosa (‘El rey de la Habana’)?
-Solo me falta El rey de la Habana y quiero verla esta semana, pero miro la foto de las cuatro y me parece súper bonita porque hay una variedad increíble en el grupo, tanto por edad, procedencia, estilos interpretativos...
¿Cree que tiene posibilidades de ganar? Yordanka obtuvo la Concha de Plata en el último Zinemaldia...
-Pues no sé muy bien... La gente me dice que igual ahora me saldrán otros trabajos, pero yo no espero gran cosa de esto. Estar ahí me parece un poco anecdótico y desconozco qué puede suponer en el futuro.
¿Le han ofrecido algún papel en cine tras ‘Amama’?
-No, y tampoco sé si me van a llamar. Por eso digo que no sé muy bien qué puede traerme todo esto.
¿Pero le apetece seguir haciendo películas?
-Yo estoy abierta: si de repente me llega una propuesta que me parece verdaderamente interesante y veo que es el momento, la haré.
Su debut en el cine coincide con una época especialmente positiva para el cine en euskera...
-Desde Aupa Etxebeste se han hecho un montón de películas pero parece que es ahora, de repente, cuando existe el cine en euskera.
¿Pero a partir de 2014 no se ha producido un salto de calidad que se traduce en la inclusión de ‘Loreak’ y ‘Amama’ en la Sección Oficial del Zinemaldia?
-Ha habido películas anteriores de mucha calidad como Bertsolari (2011) o Urte berri on, amona (2011), que es brutal. Otra cosa es que hayan sido valoradas... No es algo que surja de repente porque hay equipos técnicos que llevan muchos años trabajando, y es ahora cuando se están empezando a ver los resultados. Y creo que nos estamos quitando muchos complejos. A ver si surgen nuevas miradas y nuevos proyectos, que también necesitarán de apoyo económico...
¿Qué tipo de proyectos y personajes le tientan más?
-No tengo ningún problema en hacer ningún papel pero no pienso en si me gustaría interpretar este o aquel personaje. En teatro, si nos apetece hacer algo realmente, tenemos una red para crear nuestros propios espectáculos mediante la improvisación o compañeros que escriben y nos ayudan. Se pueden hacer cosas maravillosas.
¿Se atreve a definir qué modelo de actriz prefiere?
-No, porque hoy me puede gustar una cosa y mañana, otra totalmente diferente. Lo que más me atrae es que me sorprendan, ver películas que igual no me gustan en su totalidad pero son apuestas arriesgadas que incluyen cosas nuevas o un modo diferente de contarlas.
¿Qué proyectos tiene en cartera?
-Pues ahora mismo, dentro de tres semanas, cuando termine todo esto, me voy a estudiar varios meses a una escuela de teatro de Buenos Aires con una beca. Tengo ganas de ponerme las pilas, renovarme y poner en práctica cosas nuevas.