gasteiz - El 5 de enero es el cumpleaños de Tati Jiménez. Desde 1996, eso sí, la fecha tiene también otra connotación. Aquel día, del que este martes se cumplirá el vigésimo aniversario, fallecía Natxo Etxebarrieta. Para ella, su hijo. Para el resto, el cantante y líder de Cicatriz. “De los que no están te acuerdas toda la vida. Una parte de tu corazón está seco, el resto sigue latiendo”, apunta.

Con la muerte de Natxo, la escena punk del Estado perdió de forma definitiva a una de sus bandas de referencia, a un grupo que desde Gasteiz rompió convencionalismos para hablar claro y fuerte con la energía que da la calle, una formación cuya influencia sigue siendo hoy reconocida y valorada por no pocos músicos coetáneos y posteriores, sin olvidar la huella que quedó en el público. “Es una gran satisfacción interior que hoy sigan hablando de él”, describe su madre.

“La pena que me queda es que cuando falleció era el momento en el que más relación teníamos como amigos, no ya como hermanos. Era cuando más estaba disfrutando con él y ya no pude hacerlo más”, recuerda Gaizka Etxebarrieta, que hoy lidera Zarpazo! a Cicatriz, un proyecto de homenaje al grupo que conformó su hermano, una propuesta con fecha de caducidad puesto que en diciembre dará su último concierto tras un 2015 que ha sido intenso y muy satisfactorio. “Lo que los Zika llegaron a ser para nosotros parece que fue algo más normal porque lo vivimos en familia, como algo que estaba pasando de manera natural, pero no todo el mundo consigue que después de 20 años a los chavales les gusten más los Cicatriz que los grupos de ahora. Por algo será. Tenían una fuerza que les hizo llegar lejos y sólo con tres discos”, afirma.

En familia Pero antes de seguir con lo musical, Tati, madre de ocho hijos, recuerda a aquel cantante que cuando estaba ella en alguno de los conciertos siempre decía en plena actuación: “Aquí está mi viejilla y esto es gracias a ella”.

“No era un hijo perfecto, un diez, pero a mí me respetaba mucho como madre. A su padre también, aunque de otra manera porque los hombres, en aquella época, eran más serios por decirlo así. Pero bueno, siempre que tuvo problemas y los contó en casa, mi marido los solucionó de una manera o de otra. En el escenario, Natxo parecía una persona pero luego en la vida diaria era otra totalmente diferente. No sólo en casa, también con las amistades”. Cuando era pequeño, junto a su hermano Iontxu -también fallecido- salía a jugar en San Cristóbal en lo que se conocía como el Paseo del Cuarto de Hora. “Se llevaban 14 meses y eran unos revoltosos, pero vamos, como el resto. Algunos decían: Cuidado con los Etxebarrietas. Pero de eso nada. El resto no aparentaba, aunque hacía”.

Según fue haciéndose mayor aparecieron las danzas vascas, que estudio en Adurza. “Aquello le gustaba mucho”. No así el deporte, los coches o... “Desde el inicio, siempre fue la música, era lo que le atraía”, recuerda Jiménez.

“Mi hermano a mi madre la admiraba mucho. En los conciertos siempre le dedicaba una canción, cosa que nosotros en Zarpazo! también hacemos. Creo que ese sentimiento venía motivado porque mi madre tuvo ocho hijos y siempre ha sido una mujer muy luchadora, algo que mi hermano sabía valorar”, dice Gaizka, aunque su madre no tarda nada en corregirle: “He luchado como todas las madres”.

Ambos sí coinciden, eso sí, en que el peor momento de todos fue el accidente sufrido por Natxo en agosto del 88. “Estoy convencido de que Natxo estaría aquí si no hubiera tenido el accidente y lo que pasó después”, apunta su hermano. “Estábamos de vacaciones en Getaria. Su idea era venirse a Vitoria por la maqueta porque iban a grabar. Y venía a coger dinero. Mi marido le comentó: Natxo, por el dinero no te preocupes que te dejo y ya me lo devolverás. Es que la combinación era ir hasta Zarautz, de ahí a Donostia y después a Vitoria. Total que había una persona de Getaria con la que teníamos mucha amistad y le dijo: Yo te llevo en la moto”. Hasta aquí, ningún problema, aunque Tati, como había hecho alguna ocasión anterior ante el mismo escenario, comentó al amigo de la familia antes de partir: “Por favor, no mates a mi hijo”, recuerda Gaizka.

No llegó a tanto pero casi. Tras el accidente, el cantante fue trasladado en un primer momento a Donostia “donde le cuidaron unos médicos estupendos”. Pero esa atención inicial necesitaba una intervención en la columna y, por el seguro de la moto, Etxebarrieta, acompañado por su hermana Itziar, fue trasladado a la Clínica Universitaria de Navarra. Sin embargo, el centro ubicado en Pamplona se negó a aceptar al gasteiztarra aduciendo problemas burocráticos, aunque Natxo siempre supo que cometió el error de decir que había tenido hepatitis. “Entre eso y que sabían quién era...”. Para cuando llegaron a Valencia, la espalda del músico ya tenía poco arreglo y las muletas se convirtieron en un clásico de su imagen. “Si le hubiesen cogido los del hospital de Navarra, mi hermano hubiese estado muchísimo mejor. A esa gente del Opus no se lo perdonaré en la vida”.

En la música Tati Jiménez no se acuerda del primer concierto que vio de Cicatriz. “De las primeras veces que fui, creo que fue en Heredia”. “Cuando iba a las actuaciones pasaba un poco de apuro. Seguro que más de uno decía: Pero dónde va esta señora, aquí entre chavales de 20 años”. Hoy, eso sí, la situación es distinta en las citas de Zarpazo! a las que acude, como explica Gaizka: “Es la leche porque a la gente le hace más ilusión conocer a mi madre que a mí. Le hablan, le piden fotos y como ella es como es, les dice: Hijo, pero si yo no soy nadie. ¿Cómo que no, si eres la madre de Natxo?, le responden. La gente tiene mucha consideración hacia ella”.

A él, la aventura que se inició hace un año más o menos también le está sirviendo para encontrarse con muchas personas “que quieren hablar de Natxo para decirme lo mucho que le querían. Para mí es un orgullo sentir que vienen y quieren contarte sus vivencias con él, recordarle... Es que le querían mucho”.

Además, hay otro punto que hace que la huella de Cicatriz siga presente, la actualidad, por desgracia, de muchas de sus letras. “Desobediencia sigue estando vigente porque hoy nos siguen chuleando igual. Acaban de ser las elecciones y nos han chuleado. Estamos en las mismas porque sigue habiendo el mismo mamoneo de siempre”, destaca Gaizka, aunque lo hace también queriendo tener los pies en el suelo con respecto a qué hubiese pasado con la banda si siguiera activa: “No les dio tiempo a cagarla. Todo lo que hicieron, lo hicieron bien. Por eso a la gente se le quedó ese recuerdo. Hay grupos que se echan a perder con el paso del tiempo, pero los Zika no pudieron. No sé si hubiesen sido ese mito que son ahora si no hubieran fallecido, las cosas como son”, más allá de que “a mí Inadaptados me parece el mejor disco de punk que se ha hecho en todo el Estado en la historia”.

Él sí se acuerda del primer concierto que vio de Cicatriz. Fue en San Cristóbal. Gaizka tenía unos seis o siete años y Natxo le subió al escenario junto a sus hermanas Iranzu y Ainhoa a cantar. Es uno de los muchos recuerdos que se agolpan, aunque tanto Tati como Gaizka se están sorprendiendo al comprobar que existen grabaciones audiovisuales colgadas en Internet que o no conocían o que no sabían que estaban en posesión de otros. Buena parte de ese material, junto a otras referencias y entrevistas, están sirviendo, además, para la elaboración de un libro que servirá para poner en valor y recordar el camino del grupo vitoriano.

Homenaje Esa publicación se sumará al proyecto de Zarpazo!, un camino que se terminará en diciembre de este año, aunque la fecha y el lugar están todavía por concretar. “Queremos hablar con el Ayuntamiento de Vitoria para ver qué posibilidades de espacio podríamos tener” para realizar una actuación que tendrá carácter solidario ya que el dinero obtenido se destinará a los niños y niñas del Sáhara. “La intención es poder reunir a la gente de la música que era amiga de Natxo y del grupo, hacer algo muy potente y fuerte, vamos”, aunque antes la agenda tiene muchas citas ya cerradas, como pasará en febrero en Madrid y Barcelona, sin olvidar Pamplona en marzo y...

Después, el homenaje terminará. “Ni podemos ni queremos estirar esto, aunque el público nos esté pidiendo que no haya un final”, describe Gaizka, que le comunicó a su madre, después de hablar con sus hermanos, el 25 de diciembre de 2014 que tenía la idea del tributo en la cabeza. “Era un sueño que me pareció lejano. Como tantas cosas que Gaizka dijo que quería hacer... Pensé que era otra ilusión que tenía, pero cuando les vi que estaban en plan serio, me gustó la idea. La verdad es que no pensaba que iban a tener el éxito que han tenido, las cosas como son. Es una calcomanía de Cicatriz así que es como si fuera un punto y seguido”.