Dicen que los grandes números, porcentajes e indicativos económicos apuntan ya a la salida de la crisis. Sin embargo, la realidad diaria de la sociedad relata lo contrario. En lo que respecta a la cultura, hay incluso quien se pregunta si ha tocado fondo por fin o todavía se puede caer más. En el caso del sector alavés, estos últimos ocho años han sido un desastre, una dinámica que 2015 no ha venido más que a confirmar. Que algo vaya a cambiar en 2016 parece, como mínimo, complicado, sobre todo porque las pocas expectativas que puedan justificar cierto optimismo no se sabe todavía si son ilusiones ópticas en el desierto o verdaderos asideros a los que agarrarse.

La salida del Partido Popular de la Diputación y el Ayuntamiento de Vitoria ha llevado a no pocos a pensar que lo peor de los recortes aplicados a la cultura ha pasado. De momento, los presupuestos públicos para el nuevo año no traen muchos cambios y sí peticiones de paciencia esperando poder revertir la situación en breve. Ya se verá. El futuro más inmediato también servirá para calibrar si de verdad se van a llevar a cabo los dos prometidos planes estratégicos (para Álava y para Vitoria), verdadera piedra de toque de las caras nuevas en las administraciones.

Este 2015, a nivel organizativo, también ha traído una novedad importante, la creación de la Mesa Sectorial de la Cultura Mahaia. Son muchas las expectativas que ha generado este punto de reunión y trabajo entre distintos, aunque será su labor continuada la que ofrezca una realidad concreta de su capacidad de cambiar las cosas, algo que el sector necesita como el comer. En lo particular, también la situación de Krea generó manifiestos (uno de ellos con Irantzu Lekue como protagonista después de llenar el centro de la capital alavesa con miles de zapatos) y movimientos que, por ahora, no han servido para mucho; o se puso en marcha el colectivo Ar-La como grupo generador de una dinámica de visibilización de creadores locales.

Con más o menos penurias, este 2015 también ha servido para soplar unas cuantas velas de proyectos que han conseguido sobrevivir a pesar de muchas cosas. El Museo de Arqueología cumplió 40 años, de la misma forma que el Festival Internacional de Teatro celebró su cuadragésima edición. A partir de ahí también vinieron números redondos para las corales Lautada y Bleibet (30 años), Academia de Folklore y Coral Andere (25), Músicos sin Fronteras (20), Ortzai, Amurrio Antzokia, KaldeArte, Jazzaharrean (todos ellos, 10 años), InTacto, Oreka Festival y Gastroswing (5)... En 2016 se producirán, por su parte, dos centenarios, el de la refundación de la Banda Municipal de Música de Vitoria y el de la creación de la colección que hoy conforma el Museo Fournier de Naipes de Álava, sin olvidar la decimoquinta edición del Azkena Rock o la cuadragésima del Festival de Jazz. Es de esperar que lo puedan celebrar mejor que lo sucedido con los 150 años de la muerte de Sebastián Iradier, que han pasado sin pena ni gloria por falta de presupuesto.

Por la crisis, Vitoria perdió al principio del verano la sala Ibu Hots, un referente de la escena underground cuyo espíritu se intenta recuperar en el Gora a través de un nuevo ciclo de conciertos. Dentro de la música, por cierto, Gasteiz ha visto nacer dos nuevos festivales, el Gasteiz Calling -que ya ha anunciado su segunda edición el 3 de septiembre de 2016- y Mugako.

Y así se podrían enunciar más buenas y malas noticias, una concatenación donde las segundas superan a las primeras. Casos como el de la Escuela de Artes y Oficios (que cuando parecía que estaba intentando levantar cabeza se ha encontrado con los recortes del Gobierno Vasco) son un claro ejemplo de que ante la voluntad por seguir trabajando, esta crisis no hace más que poner muros a veces imposibles. No deja de ser una anécdota pero que el reciente Premio Velázquez Isidoro Valcárcel Medina fuera invitado al congreso Inmersiones para dar una charla y un taller en un local de titularidad municipal con goteras donde es fácil escuchar cómo bajan las aguas fecales del edificio de la calle Pintorería donde se ubica, es una imagen gráfica de muchas cosas.

A partir de ahí, toca mirar a 2016, a un año que se presenta con muchas incertidumbres en lo económico y en el que habrá que ver qué sucede con cuestiones generales (como el 21% de IVA cultural) y concretas. Es de esperar que el final del túnel exista.