Un año más, y van cinco, hemos tenido la suerte de asistir a una nueva edición del Festival inTACTO, evento encargado de mostrar al público vitoriano una selección de las corrientes más vanguardistas y actuales de las artes escénicas.
Como viene siendo habitual, Iara Solano, miembro del colectivo organizador Factoría de Fuegos, nos da la bienvenida y presenta brevemente el festival, poco antes de que el grupo gasteiztarra Nui Danza inicie su obra Besteok. De uno en uno, los tres bailarines hacen acto de presencia y muestran su discurso por separado, para poco después juntarse y ponerlo en común. Intentan mantener su individualidad, pero acaban sucumbiendo al gregarismo autoimpuesto. Surgen la envidia y los celos, la necesidad de pertenencia al grupo anula la libertad personal, crea confusión y difumina los sentimientos. Un violonchelo tocado en directo, al principio tímido y más tarde protagonista, es testigo de la acción. Interesante comienzo, que da paso a Memorias de una aspiradora, de la burgalesa Bárbara Bañuelos. El escenario está lleno de objetos sin aparente relación entre ellos, objetos que la artista ha ido encontrando y recogiendo en lugares públicos. Cada uno encierra una historia, que sea real o ficticia es lo de menos. La primera parte del espectáculo, la más destacable, vive de la subjetividad y la riqueza de esas pequeñas historias, pero la parte final da paso a la objetividad sin imaginación, lo que hace que el ritmo de la narración se resienta un tanto. El cierre de la primera jornada lo realiza el cordobés Nazario Díaz con Oro. Nos plantea las dudas del actor sobre su propio trabajo artístico, sobre su lugar dentro del mundo de la vanguardia creativa, y sobre su identidad como ser humano dentro de un engranaje socioeconómico que devora y aniquila la amabilidad, el amor y la empatía. Es significativo el uso de la canción The End, del grupo The Doors, al comienzo de la pieza, tal vez queriendo resaltar que la obra ha terminado antes de empezar, no tiene mayor importancia que la que cada cual quiera darle. Nazario retuerce su cuerpo, canta una especie de blues desesperado y transmite angustia y dolor. Nos sugiere que abandonemos la sala antes de terminar la performance, pero, ante la duda, no le hacemos caso.
El segundo día comienza con Prólogo a los detectives salvajes del colectivo creativo madrileño PLAYdramaturgia. Se trata de un trabajo audiovisual que pretende ser el paso previo a un proyecto documental que ilustre la búsqueda del rastro dejado por una compañía de teatro independiente de los años noventa, creando un paralelismo con la novela homónima de Roberto Bolaño, en la que los protagonistas siguen la pista de una escritora desaparecida en México. En el vídeo se intuyen escenas de obras de teatro, escondidas tras una pantalla negra casi en su totalidad, mezcladas con otras que sí vemos con claridad. Lo mismo ocurre con los recuerdos de las vivencias de cada uno, nítidos algunos y confusos la mayoría. A continuación, uno de los platos fuertes, This is how we die, del canadiense afincado en Reino Unido Christopher Brett Bailey. Con su peinado neopunk, sentado en una silla y mirando a unos folios que tiene sobre la mesa, nos sorprende recitando e interpretando con maestría, apoyado en una voz firme y contundente, un texto repleto de agresividad, mala uva y nihilismo. El relato va tomando forma y nos describe la peculiar historia de una pareja de enamorados. Referencias al fascismo durante una cena surrealista con los padres de ella, el asesinato de un cura en una gasolinera y la desidia que les provoca a ambos la naturaleza de su relación. De pronto, la música hace su aparición, y lo que parecía una grabación acaba siendo un miniconcierto ejecutado por dos guitarristas y dos violinistas a los que imaginamos tras la penumbra. Unos diez minutos atronadores, a caballo entre Mogwai y Explosions in the Sky, provocan una apabullante catarsis difícil de olvidar. Impactados todavía, acudimos a ver Bailarina de fondo en concierto, de la madrileña Tania Arias Winogradow, quien tiene la gran virtud de integrar y hacer partícipe de su propuesta a todo el público asistente. A través de la danza contemporánea y una expresión corporal ilimitada, hace alusiones a la infancia perdida, a los rituales religiosos y paganos, a la vanidad y el egocentrismo del artista, y a lo banal de la vida moderna. Divide su representación en varias minipiezas conectadas, y en cada una de ellas parece una persona diferente. Camaleónica, consigue que sigamos con interés cada uno de sus movimientos.
La tercera y última jornada la abren los barceloneses Atresbandes y su Locus Amoenus. Tres extraños en un tren. Desde el principio se nos informa de algo que ellos desconocen, en unos minutos van a perder la vida. Totalmente ajenos a esa realidad, y a pesar de una evidente imposibilidad comunicativa, bien sea por el idioma, bien por incompatibilidad de caracteres, acaban estableciendo vínculos emocionales entre ellos. Pero no son vínculos agradables. Incomprensión, desamor, tristeza por la pérdida de un ser querido... Sus cuerpos se encuentran en ese vagón, pero sus mentes desearían estar en una realidad más agradable. A la hora señalada, el tren descarrila. La idea de Carretera N-340, a cargo de Colectivo N-340, promete buenas cosas, pero finalmente no convence. Seguramente no ayuda el hecho de que pocos días antes de actuar en Vitoria, decidiesen cambiar radicalmente el concepto original para experimentar otras vías de expresión. La travesía que realizaron por la carretera que da título a la obra termina siendo un viaje a ninguna parte para el espectador. La sala en completa oscuridad durante excesivo tiempo, unos audios no demasiado acertados, y unas voces poco convincentes hacen que se eche de menos el necesario soporte videográfico previsto en un principio. El cierre del festival corresponde al japonés Mamoru Iriguchi, artífice de 4D Cinema. El montaje resulta muy original y divertido. Disfrazado de pantalla de cine, invoca, a través de un médium, al espíritu de Marlene Dietrich. La biografía artística de la actriz y cantante se muestra ante nuestros ojos, pero la sorpresa llega después. El relato grabado es proyectado hacia atrás, y de esa manera, los hechos antes descritos terminan adquiriendo un significado distinto. Lo circunstancial y casual de la existencia, lo momentáneo y efímero, la mezcla de géneros, todo tiene cabida.
Fin de la experiencia global de amistad, arte y entretenimiento. Sólo de momento, el año que viene esperamos revivirla.