El apoyo a los afectados de ataxia-telangiectasia es el punto de unión entre Parradust y el Aitzina Folk. El grupo se puso en marcha en 2009, una aventura musical en la que los sonidos de Euskal Herria se unen con las huellas de Irlanda para componer una propuesta que ahora ha tomado forma en el disco Herri txikiak, bihotz handiak. Un álbum con una doble finalidad. Por un lado, por supuesto, seguir dando a conocer el proyecto de una formación que a lo largo de estos años ha trabajado sobre todo el directo. Por otro, recaudar dinero para la investigación de esta enfermedad rara, con la que vive, por ejemplo, Jon, hijo de Patxi Villén, miembro de la banda y presidente de Aefat, la asociación estatal de personas afectadas.
Presentado en un concierto que tuvo lugar en las pasadas fiestas de La Blanca en el escenario del Machete, el álbum, que se puede comprar a través de Internet, fue grabado los pasados meses de mayo y junio por la banda (cuyo nombre completo es Parradust Ceol Project) que conforman Villén, Karlos Subijana Beobide, José Martín, Iñigo López de Santiago, María Jesús Artetxe, Xabi Martínez Otxagabia y Alaitz Ayala, aunque por sus filas, desde el nacimiento del grupo, han pasado otros nombres como Iker Uriarte o Julio Andrade.
En este disco habitan diez composiciones en las que los aires celtas de Irlanda y Escocia se encuentran con la música de Euskal Herria, integrando idiomas como el euskera, el inglés o el gaélico. Herri txikiak, bihotz handiak pretende ser un guiño a esos pueblos pequeños que con grandes corazones mantienen las raíces y esencia de su cultura, apunta la formación alavesa, para lo cual se entremezcla la alboka, xirula y la trikitixa con los whistles y uilleann pipe, creando un contraste de sonidos y timbres que se adaptan a cada melodía. La mayoría son canciones tradicionales versionadas por el propio grupo, pero también se pueden escuchar un par de cortes de nueva creación. “Lo que pretendemos es que la gente pase un rato agradable escuchando música”, apunta Villén, que describe que, por ahora, el primer larga duración de Parradust “se ha vendido bastante, también, suponemos, por el carácter solidario que tiene”.
De hecho, ésta es una producción compartida en muchos sentidos. Para empezar, desde su propio nacimiento puesto que la formación recurrió al micromecenazgo o crowdfunding para poder costear el proyecto. Eso sí, esa petición de ayuda se vio más que colmada. “Tuvo muy buena aceptación”, recuerda el músico alavés, quien además hace una especial mención a la Escuela de Ingenieros de Vitoria. Medio en serio, medio en broma, entre las recompensas que la banda había propuesto para solicitar la colaboración económica de la gente para poder pagar el disco, se encontraba una categoría por la que Parradust daría un concierto a quien aportase 500 euros. No creían que aquello fuese a hacerse realidad, pero se equivocaron porque desde este centro formativo varias personas se pusieron de acuerdo, reunieron la cantidad y, cómo no, la formación cumplió con la actuación, además con una sonrisa de oreja a oreja. “Fue muy chulo”, recuerda Villén, quien añade que en ese proceso “nos sentimos muy apoyados por la gente. La verdad es que esa recompensa la pusimos un poco de casualidad y coló. El apoyo del público es lo más bonito que nos ha traído el disco”, un CD que quieren seguir promocionando e impulsando, también a través de los directos, aunque de momento no hay nada a la vista.
Pero si esos momentos antes de la publicación fueron compartidos, también lo están siendo los actuales. El dinero que se está obteniendo con la venta del álbum se destina a seguir financiando la investigación que desde hace dos años se desarrolla en la Universidad de Sevilla sobre la mencionada ataxia-telangiectasia, que en estos momentos afecta a unas 30 personas en el Estado, siendo Jon el único caso conocido en Euskadi.
De esta forma, música y solidaridad vuelven a cruzar su camino. Lo hacen con un disco que viene a sumarse a la trayectoria de una formación cuyos pasos han transcurrido por diferentes escenarios alaveses pero también por citas especiales como el Herri Urrats. Eso sí, lo bueno siempre está por llegar.