Madrid - El cantautor Víctor Manuel presentó ayer sus memorias, Antes de que sea tarde (Aguilar), lamentando la actual situación de la industria musical al entender que “hace tiempo que dejó de tener importancia” en España y que ha sufrido “una demolición perfecta”.

“Han conseguido destruirlo todo por el sistema de robar, es como si a El Corte Inglés le meten diez trailers cada día en su logística y le saquean: robar por robar”, indicó el músico en una rueda de prensa en la que estuvo acompañado por el periodista Iñaki Gabilondo. En este sentido, dirigió sus críticas hacia las empresas de telecomunicaciones y “a los dueños del fútbol”, ya que le hace “gracia ver cómo ahora piden que no les roben”. “Que les den, es un país de desfachateo donde no hay problema para anunciarse con un ‘bájate lo que quieras”, aseguró. “Ahora se ha destruido el tejido en la música, todo es precario, extremo y me fastidia que haya gente que interiorice que de la música ya no se vive y es algo para fin de semana”, añadió.

En Antes de que sea tarde, el músico repasa aspectos de su vida, tanto personal como profesional, destacando como “punto de inflexión” el año 1978 con Solo pienso en ti. “Venía de una travesía en el desierto desde 1973 y con esta canción saco la cabeza y vuelvo al seno de la industria. Fue un periodo con mucha voluntad y discos pésimos, donde se mezclaba continuamente la música y la política”, indicó. Precisamente, uno de esos episodios surgió en los 70, con unas acusaciones de ultraje a la bandera española en México tanto a él como a su esposa, Ana Belén. “Fueron líos de la época, donde se echa mucha mierda y luego cuesta quitársela”, aseveró, tras explicar que el episodio se cerró al confirmar el Ministerio de Información que el denunciante no existía.

Por su obra aparecen nombres importantes del panorama musical español, además de Ana Belén, Pilar Miró, Miguel Ríos, Raphael o Julio Iglesias, entre otros. En cuanto a Raphael, aseguró que siempre ha sido “un plus” para el resto de artistas porque “él iba exigiendo por delante y luego los demás se adaptaban a esas peticiones”. En el libro, recoge un gesto que Raphael nunca ha desvelado, y es cómo en una huelga de actores del año 1975 el artista donó “una importante cantidad de dinero” para un fondo por esta causa. Preguntado sobre el título del libro, reconoció que vienen de “una obsesión” por la pérdida de memoria de su madre en el tramo final de su vida. “Desde ahí, pienso que me va a pasar y quería escribirlo antes de que sea tarde, para compartir experiencias y recuerdos de una profesión que te hace ser libre”.