ayer hizo un año del ingreso de la cantante Isabel Pantoja en la cárcel de Alcalá de Guadaíra (Sevilla) para cumplir los dos años impuestos por la Audiencia de Málaga por un delito de blanqueo de capitales. La tonadillera espera conseguir pronto el tercer grado penitenciario, un régimen de semilibertad.

El 21 de noviembre de 2014, Pantoja salió a primera hora de su casa de Cantora, en la provincia de Cádiz, para ingresar en la cárcel sevillana a las 08:00 horas. Así terminaron meses de apelaciones y peticiones para que el Tribunal que la condenó suspendiera su entrada en prisión, al cumplir todos los requisitos que marca la ley para ello.

Isabel Pantoja fue detenida el 3 de mayo de 2007 por esta causa, derivada del caso Malaya en la que se la acusaba de contribuir a “enmascarar” el dinero ilícito de su entonces pareja, Julián Muñoz, cuando éste fue alcalde de Marbella (Málaga). Pero, desde el principio y durante el juicio la cantante mantuvo su inocencia, asegurando que era ella la que “lo mantenía”.

La Sección Segunda de la Audiencia de Málaga condenó a Pantoja en un proceso judicial, en el que, además, fueron condenados Muñoz; la exmujer de éste, Maite Zaldívar; su hermano, y otras cuatro personas. De la multa de 1.147.148,96 euros impuesta, ha pagado ya más de 700.000 euros.

sus días en prisión En este tiempo que lleva en prisión ha participado en talleres ocupacionales ajustados a su perfil, en concreto en uno de costura, y, actualmente, está más centrada, según las fuentes consultadas. Ha tenido ya tres permisos ordinarios y uno extraordinario por enfermedad, ya que estuvo 20 días ingresada en el Hospital Infanta Luisa, en Sevilla, por problemas de riñón y diabetes.

Su estancia en la cárcel no ha estado exenta de polémica. La Inspección Penitenciaria llevó a cabo una investigación reservada a finales de junio tras la denuncia de los sindicatos sobre un supuesto trato de favor a la tonadillera, que concluyó descartando “tajantemente” dicha situación, así como la concesión de privilegios por parte de la dirección del centro.

Para la concesión de los permisos que ha tenido, tanto la junta de tratamiento de la cárcel como el juez de Vigilancia Penitenciaria tuvieron en cuenta que ya había cumplido la cuarta parte de la condena, que es una interna de buena conducta en el centro, el arrepentimiento de los hechos delictivos y, por último, que cuenta con acogida familiar para disfrutar del permiso.

Pero, en lo que al tercer grado se refiere, la cosa ha sido diferente. Se encuentra clasificada en segundo grado, ya que la junta de tratamiento y el juzgado de Vigilancia Penitenciaria han rechazado hasta ahora cambiar dicha situación. Su defensa ha alegado su favorable reinserción social, considerando que la medida de prisión, cuyo cumplimiento se acordó entre otros motivos por un “efecto ejemplarizante”, se está “excediendo de los fines de rehabilitación”.

Pantoja tiene a su favor factores como la buena conducta penitenciaria, la primariedad delictiva, el buen uso de los permisos de salida, el tener una familia de origen normalizada y vinculante y el gozar de posibilidades de empleo.

De los informes se deduce que tiene unas circunstancias positivas, pero también hay aspectos negativos, como “la gravedad de la actividad delictiva cometida y su negativa repercusión social”. En las resoluciones rechazando el tercer grado se precisa que mantuvo “su conducta contraria al orden jurídico penal a lo largo de varios años, movida únicamente por el afán de lucro, a costa del caudal público”. - E.P