Vitoria - No es algo predeterminado por los autores ni por el centro, pero el recorrido que entre las tres exposiciones plantea desde hoy hasta el 4 de diciembre la Escuela de Artes y Oficios en sus habituales espacios de exposición parten del autorretrato para finalizar en la ausencia total, y premeditada, de la figura humana. Un alejamiento anecdótico y casual que no deja de sorprender a los propios protagonistas. Tino García, Sara Berasaluce y Tomás Alonso comparten camino junto al público, en los tres casos con la fotografía como herramienta de expresión creativa.

Abre ese sendero García, procedente de Ponferrada, con tres propuestas diferentes entre sí en forma y fondo, más allá de la característica común que supone la utilización de su cuerpo como modelo. El deseo y las bajas pasiones por un lado, la enfermedad de la piel vista desde una óptica artística, y el juego con los conceptos de recuerdo y memoria mientras desaparecen marcan unas producciones en las que el creador siempre intenta terminar con un mensaje positivo.

En el ecuador de ese tránsito por los espacios expositivos del centro está Alonso, ex alumno de la escuela, con El color de la noche, un trabajo a pie de calle, donde la cámara retrata lo que sucede cuando el día prefiere no mirar ante lo que ocurre en la oscuridad, entre bares y pasiones. Los desenfoques, los juegos con la luz, las escenografías reales se plasman así a través de un autor cuya formación ha pasado también por las manos de Ricky Dávila, quien en enero estará en el centro ofreciendo un taller de fin de semana.

Y es con Berasaluce, que esta semana también ha abierto una muestra en Montehermoso, con quien se cierra el camino y desaparece la figura humana. Silencios retrata las ausencias, las esperadas, las que no, las que por ser sacan a la luz otras presencias, otros significados. A través de una decena de imágenes se construye una serie que, eso sí, sigue abierta.