BILBAO - Si el apartado Pro del III Bizkaia International Music Experience (BIME) se ha cerrado con un incremento importante en la presencia de profesionales participantes, hasta 1.800 frente a los 1.500 de 2014, también los números funcionaron en el caso de los conciertos celebrados el viernes y sábado. Asistieron a ellos casi 22.500 personas, que disfrutaron de los cumplidores cabezas de cartel, Imagine Dragons y Crystal Fighters, y de los conciertos deliciosos de Savages, Benjamin Clementine y Villagers.

Fuentes de Last Tour International, organizador de esta simbiosis de congreso y festival celebrado en el BEC en torno a la industria de la música y adyacentes, han cifrado en “más de 22.400” las personas que han acudido a las dos veladas de música ofrecidas en BIME Live. Concretamente, 9.400 personas visitaron los pabellones 4 y 6 del Bizkaia Arena la tarde y noche del viernes, ascendiendo a 13.081 los que disfrutaron de los conciertos el sábado. El balance de 2013 se cerró con unas 16.000 personas y creció hasta las 21.000 el año pasado.

Los cabezas de cartel de ambos días respondieron ante sus seguidores y firmaron los conciertos mayoritarios de esta edición. El viernes, los británicos Crystal Fighters, que mostraron su pasión por Euskadi arrancando su concierto con una amplia sesión de txalaparta y sacando ikurriñas al escenario, montaron una fiesta bailable de pop hippie aderezado con estribillos contagiosos y algo de pirotecnia hasta que cerraron con su éxito Xtatic truth.

En el caso de Imagine Dragons, que llegaban a Bilbao tras arrasar en el Madrid Live la noche anterior, no defraudaron a los miles de fans que los esperaban a las puertas del BEC desde primera hora de la tarde. Los estadounidenses provocaron los únicos gritos histéricos asociados a un concierto de multitudes con su pop fácil, épico, con algún solo heavy pirotécnico, estribillos coreables, aluvión de luces y un repaso a sus éxitos -de antiguos como Radioactive a recientes como Shots o I bet my life- con el añadido de una versión de Forever young, de Alphaville.

Tras ellos, quienes concentraron a más público fueron los segundos espadas de los escenarios 1 y 2. Y ahí hubo de todo. Los galeses Stereophinics divirtieron con su pop rock convencional y éxitos como el reciente C´est la vie y clásicos como Dakota. La decepción se llamó Richard Ashcroft. El exlíder de The Verve acudió en solitario, con una guitarra acústica, y el formato (no anunciado, por cierto) amortiguó el impacto de sus grandes canciones pop, de A song for the lovers a las antiguas Drugs don´t work y Bittersweet symphony. Por su parte, Los Planetas sonaron bien (y se escuchó a J.) y calentaron el ambiente con Ya no me asomo a la reja y Devuélveme la pasta, para sacar chispas de las inolvidables Un buen día o Segundo premio.

Escenario Antzerkia Si exceptuamos el concierto de las británicas Savages -oscuro, violento, lleno de tensión afterpunk, con estrenos como The answer y un repaso a su único disco liderado por la andrógina Jenny Beth, a caballo entre Bowie y Siouxie- las citas más emocionantes de esta edición tuvieron lugar en el escenario Antzerkia, con el británico de origen africano Benjamine Clementine a la cabeza.

Clementine y su piano, con el apoyo puntual de un batería excelso, hizo enmudecer a las 2.000 personas que lo acompañaban. Descalzo y desnudo musicalmente, mostró su maleable y versátil voz, cambiando ritmos y tonos, en un alarde de emoción extrema e inclasificable, saltando de la chanson al jazz y el soul, entre Nina Simone y Anthony con canciones como Cornerstone y Condolence. El folk acústico de Iron & Wine, el preciosismo folk pop de los sensibles Villagers (delicioso su Hot scary summer), el rock de ecos soul de Gaspar Royant y la fiesta de Pokey Lafarge con su banda vaquera -nos llevó de viaje por New Orleans, Nashville y San Antonio a ritmo de swing, country y texmex- también pasarán al recuerdo de este BIME.