Donostia - Recibió ayer el galardón “con mucho orgullo” y “también con mucho pudor”. Además, lo vivió como “un reconocimiento a los técnicos” cinematográficos. “Es una sorpresa porque nosotros no esperamos recibir estos premios”, afirmó.

No es un galardón que hayan recibido muchas mujeres... Desde que se llama Zinemira no se lo han entregado a ninguna...

-Espero que la presencia femenina en el cine y en los premios vaya al alza: es absolutamente necesario. En 54 películas en las que he trabajado solo siete han sido dirigidas por mujeres. Es una proporción escandalosa...

¿Y hace una ilusión especial recibirlo en casa y en el Zinemaldia?

-Sí, mucha, Un premio en casa puntúa el doble. Lo mas bonito es ver la ilusión que le hace a los que te conocen. ¡Incluso a los que no!

Trabaja en ETB y vive a caballo entre Donostia y la ciudad que acoja el rodaje de turno... ¿Ha tenido tentaciones de marcharse a Madrid porque allí hay más trabajo?

-Ha habido años que he pasado mas tiempo en Madrid que en Donostia, pero nunca encontré un motivo de peso para quedarme allí. Aunque Madrid me encanta, es mi segunda ciudad...

¿Cuándo supo que quería dedicarse a esto?

-Desde muy pequeña, desde el cole. Mi madre me transmitió esa debilidad por la belleza que puede lograr el maquillaje, pero la profesión de maquilladora de cine era muy rara, y no fue fácil convencer a mis padres. En esa época el cine era una profesión de titiriteros que no se sabía muy bien en qué consistía y mucho mas viviendo en provincias.

Dice la biografía facilitada por el Zinemaldia que llegó al cine de la mano de Alfredo Landa. ¿Le presentó él a Garci para trabajar de ayudante en ‘Sesión continua’ (1984)?

-¡Qué va! Garci ni se enteró de que yo existía. Fui meritoria, de las que trabajan por amor al arte: limpiar esponjas, sacar punta a los lápices, cargar los maletines, barrer, traer cafés? Pero estar al lado de una grande como La Pato (Romana Gonzalez) y de Pepa la peluquera, dos de las mejores profesionales del cine español, no tenía precio. Mis padres conocían a Alfredo Landa y contactaron con él para ver si la niña podía ir de meritoria a algún rodaje y así descubrir si era eso a lo que se quería dedicar. Y sí, esa era la profesión de la que yo quería vivir.

Sus primeros pasos fueron en películas como ‘Hamaseigarrenean aidanez’ (1985), ‘Ehun metro’ (1985), ‘Ander eta Yul’ (1989)...

-Me recuerdo como una absoluta novata llena de entusiasmo y osadía dispuesta a aprenderlo todo y con un respeto enorme por la profesión.

Ha trabajado dentro y fuera del Estado, en producciones internacionales... ¿En otros países le dan más importancia al maquillaje?

-Siempre es complicado amoldarse a equipos extranjeros, aclimatarse a países remotos y entenderse en lenguas desconocidas, pero nuestros códigos profesionales son internacionales y acabamos por compenetrarnos y conseguir el engranaje necesario para sacar adelante un proyecto. Es cuestión de tiempo pero en el cine el tiempo es carísimo.

¿Cuáles son las virtudes de una buena maquilladora?

-Intuición, sutileza y discreción.

¿Y el mayor error en el que se puede caer?

-Querer que tu trabajo tenga protagonismo, que se te vean los hilos. Porque hacer un maquillaje bonito es lo mas fácil del mundo. Lo difícil es hacer un maquillaje adecuado a la película, que el actor se transforme en su personaje y que, por muy elaborado que sea el maquillaje, no se vea cómo está hecho.

¿Qué es lo más complicado? ¿Hacer envejecer a un actor? ¿Desfigurarlo, llenarle la cara de golpes y cortes?

-(Risas) ¡De esas que enumeras, todas! Pero creo que lo mas difícil es rejuvenecer al actor.

¿Cuáles son los trabajos más gratificantes?

-Aquellos que haces mano a mano con el actor o la actriz, cuando observo su interpretación y ves lo que puedes aportarle con tu trabajo.

¿Y los más difíciles?

-Los que no requieren ningún cambio o simplemente al director no le gusta utilizar el maquillaje como elemento narrativo...

¿Por qué?

-Porque no son estimulantes.

Ha trabajado con Almodóvar, Medem, Bajo Ulloa... ¿Algún cineasta con quien le gustaría colaborar?

-Con cualquiera que tenga un buen proyecto con un interesante trabajo para mi departamento.

¿Qué tipo de película no ha hecho y le permitiría trabajar un maquillaje nuevo?

-Me encantaría hacer una película de vaqueros.

¿Y a qué actores clásicos ya desaparecidos le habría gustado maquillar?

-No lo sé. No soy nada mitómana. Pero sí tengo una película muy admirada en la que me habría gustado muchísimo trabajar: Memorias de África.

¿Qué proyectos tiene en cartera?

-En julio terminé El olivo, mi cuarta película con Iciar Bollain, rodada en Castellón y Alemania. La próxima será en Madrid con Iñaki Dorronsoro, una historia policiaca de bajos fondos con un trabajo de maquillaje muy interesante y complicado, con Luis Tosar y Javier Gutiérrez.

En 1989 realizó una prueba de maquillaje a Bette Davis antes de que recibiera el Premio Donostia...

No sé qué diría Bette Davis si viese subir al mismo escenario en el que ella brilló tan majestuosa, a aquella pequeña maquilladora ingenua que ella misma rechazó por joven. Estoy segura que lo celebraría porque a pesar de todo, fue muy cariñosa conmigo.

¿Este año también trabaja en el Zinemaldia?

-Sí , de momento el viernes maquillaré a Emily Watson, el premio Donostia.