Donostia - Con la maquinaria en marcha, Rebordinos analiza las películas a concurso, habla del buen momento del cine vasco y explica los problemas que suelen rodear la concesión del premio Donostia, entre otras muchas cuestiones.

¿Cómo definiría la Sección Oficial de este año?

-Yo creo que es una competición de más riesgo que en los últimos años: igual no hay esa lista de directores conocidos, pero si rascas un poco, casi todos los que van a concurso tienen un pasado interesante...

Pero es más bien un pasado reciente, no hay apenas figuras consagradas salvo Terence Davies...

-Bueno, están los hermanos Larrieu con 21 nuits avec Pattie, Ben Wheatley presenta High-Rise y el director que triunfó con Volcano en la Quincena de Realizadores de Cannes, Rúnar Rúnarsson, concursa con Sparrows. Hace once años Lucile Hadzihalilovic ganó Nuevos Directores en Donostia con Innocence y hasta entonces no había hecho nada... Por eso digo que hay más riesgo, pero tiene que ver con dos cosas: son los títulos que nos han gustado y hemos podido conseguir. Quisimos tener en competición Desde allá, la película que acaba de ganar el León de Oro, pero prefirieron ir a Venecia. Entre festivales tenemos que competir pero sin volvernos locos por tener premieres mundiales. Lo importante es que nuestras cintas hagan buen recorrido.

De un tiempo a esta parte, las producciones más potentes del Estado quieren concursar en Donostia...

-Sí, salvo si existe algún problema de fechas o las productoras optan por estrenar en otro momento, como es el caso de Ma Ma o Anacleto. Pero en general, la relación entre el cine español y el Zinemaldia vive un momento dulce. Los productores quieren venir aquí y la prueba es que este año inauguramos con la premiere mundial de Regresión, de Alejandro Amenábar: sería el sueño de cualquier festival. Pero no todas las películas españolas potentes del año pueden estar en Donostia. Es bueno que algunas se estrenen antes porque eso da espacio a otras. Hay una especie de selección natural que coloca a las películas en un sitio u otro. Por eso no entiendo cuando a veces nos dicen que Donostia programa tanto cine español que está matando a Málaga: hay espacio para ambos. Málaga tiene su propia personalidad y no creo que unos festivales maten a otros. Hay cine español para todos: Málaga, Gijón, Sevilla... Pero ojo, igual en dos o tres años tenemos una cuarta parte de cine español en Donostia porque no hay películas de este poderío, así que celebremos y disfrutémoslo.

¿Lo mismo podría decirse del cine vasco? Por segundo año consecutivo, habrá una película en euskera luchando por la Concha de Oro. Si en 2016 no hay ninguna, podría cundir la frustración...

-¡No debería! Para eso soy más frío y tranquilo. No sentía la presión de que un año después de Loreak tuviera que haber otra película en euskera a concurso, pero se nos cruzó en el camino Amama, que es espléndida y tiene nivel para la Sección Oficial. Lo que me daría pena no es tanto que no hubiera cine en euskera a competición, sino que el año que viene el cine vasco perdiera el músculo.

Y no hay músculo para una película en euskera a competición al año...

-Es muy difícil, complicadísimo, que el cine vasco tenga películas a competición en las próximas ediciones. Pueden pasar cinco o seis años hasta que aparezcan otra Loreak o Amama, pero eso no me parecería lo más grave. Lo importante, más que tener un título a concurso, es que haya un bloque de películas en el Festival con presencia durante el año. Porque esta edición no solo tenemos Amama; también están Pikadero -hecha por un escocés en euskera y con actores vascos-, Un otoño sin Berlín -ópera prima sorprendente para una realizadora joven- y Psiconautas -filme de animación para adultos que parece increíble que esté hecha aquí-. Y la calidad de los documentales de Zinemira está por encima del nivel medio de los últimos años. Ya he dicho últimamente que el cine vasco vive un momento muy bueno, con cineastas que están llegando a una cierta madurez: Asier Altuna, Telmo Esnal, los directores de Moriarti... Son gente que defiende lo propio pero reconociendo lo universal. Hubo una época en la que el cine vasco era bastante más local, pero ahora vive una apertura muy importante. ¿Cuánto va a durar el buen momento? La clave es que se mantenga el bloque y no tanto la película que saque la cabeza, que también es importante.

Este año Donostia se suma a los grandes festivales que programan cine de animación a concurso...

-Puede que a cierta gente le desconcierte ver una película de animación juvenil como The Boy and The Beast a concurso, pero tiene muchísimo nivel y es muy gozosa. Mamoru Hosoda es uno de los grandes animadores de todo el mundo -en Japón incluso le definen como el nuevo Miyazaki, algo que no comparto no por su calidad, sino porque tienen universos diferentes- y creo que va a gustar. Confío en que su paso por Donostia sea su descubrimiento en el circuito de grandes festivales.

Emily Watson, pese a su indudable talento como actriz, posee poco empaque como Premio Donostia...

-Depende de lo que sean los premios Donostia. Alguien me decía el otro día: “No es una estrella”. Y yo me pregunto: “¿Por qué los premios Donostia tienen que ser estrellas?”.

Porque esa ha sido la tónica general desde la creación del premio...

-Igual es el momento de cambiar... (Pensativo) No voy a negar que nos habría gustado que fueran los dos que teníamos seguros casi hasta el último momento: una grandísima actriz como Emily Watson y una estrella de Hollywood que finalmente no vendrá por fechas de rodaje. Puedo entender que haya gente que diga: “Qué pena que no haya otro premio Donostia”. Pero no entiendo que se ponga en discusión un premio a Emily Watson, una actriz como la copa de un pino y que se lo merece. Los premios Donostia hay que ir abriéndolos, no solo tienen que ser estrellas...

¿Podrá entregarse a directores?

-Ya lo han recibido Woody Allen, en su doble vertiente de actor y director, y Oliver Stone...

Pero en el marco de un aniversario, como Francis Ford Coppola...

-A Oliver Stone no se lo dimos por el aniversario, sino porque nos pareció factible, lo habíamos hablado alguna vez y aprovechamos que venía... Pero el Premio Donostia, aunque siempre intentará tener esa parte de glamour, puede abrirse a otras cosas, como por ejemplo poner en valor la carrera de grandes figuras no tan populares.

Hace una semana decía que aún era posible el “milagro” de ese segundo Premio Donostia...

-Ya no. Está rodando en esas fechas.

¿El elegido era Ethan Hawke?

-Eso no lo voy a comentar, pero la persona en la que habíamos pensado no puede venir por las fechas de rodaje. De todos modos, tendremos muchísimas presencias: Sienna Miller, Ellen Page, Benicio del Toro, Emily Blunt, Tim Roth... Hace ocho años el listado de esta edición nos parecería increíble. Nos estamos acostumbrando a que todos los años haya una presencia brutal de estrellas americanas. Pero todo tiene que ver con la programación y la disponibilidad. Con Freeheld intentamos traer a Julianne Moore y a Michael Shannon, pero no ha sido posible, y será Ellen Page quien defienda la película.

¿No quedará un tanto desangelada la inauguración de Amenábar sin Emma Watson ni Ethan Hawke?

-Sabíamos desde el principio que Emma Watson no podría estar, y Hawke no viene porque le han cambiado las fechas de rodaje. Otro posible premio Donostia, una estrella de Hollywood que ha estado a punto de venir, solo podía llegar a Donostia el 27, un día después de terminar el Festival. Si hubiera venido el 26, habríamos clausurado con él... Es muy doloroso... A veces, el cumpleaños de un hijo o el comienzo de la escuela pueden influir en si aceptan o no. En EEUU los padres suelen acompañar a los niños a la guardería en el inicio del curso y eso nos ha hecho perder más de un premio Donostia. Hay uno que esperemos que lo sea en poco tiempo que nos ha dicho que cuando sus hijos crezcan y deje de tener esa obligación, vendrá. Ese momento está muy cerca.

¿En Hollywood están cada vez más familiarizados con el galardón?

-Sí, e incluso hay algunos que ya lo han recibido que insisten a sus colegas para que acepten el Premio Donostia porque pasarán dos días maravillosos y alucinarán con el público y la ciudad... Les va sonando cada vez más, pero no deja de ser un premio en un festival europeo que les puede gustar mucho si tienen disponibilidad. Para un actor lo primero es su trabajo y su familia, así que nuestro mayor enemigo es la disponibilidad... De todos modos, lo importante es que el Festival lleva años con una programación media muy interesante. Si analizamos con detenimiento la oferta de este año, es una locura: no solo lo nuevo, sino todo lo que rescatamos entre lo mejor del año. Es de una exhaustividad total. Para quien le gusta el cine, es un auténtico festín. En los últimos años nunca hemos tenido tantas películas y tan variadas, algo que guarda relación con el éxito de secciones como Horizontes, porque el cine latinoamericano viene muy fuerte este año, o con el desarrollo de la propia sección de Zabaltegi, cuya sede será Tabakalera.

Su presupuesto sigue estancado en 7,5 millones de euros...

-Toca empezar a subir, porque hemos aguantado cuatro años manteniendo estándares de calidad muy buenos. Ese buen nivel está generando cosas y este año viene más gente que nunca. Eso es bueno, pero choca con tu propio presupuesto, porque algunos vienen por su cuenta pero a muchos tienes que alojarlos tú, a lo que se suman las limitaciones que la ciudad tiene en cuanto a hoteles. Cuando acabe esta edición hay que repensar el Festival y teniendo en cuenta la nueva situación económica, plantearemos nuevos proyectos que exigirán más dinero.

¿Cuánto?

-Siempre digo que para hacer este festival con comodidad necesitaríamos 9 o 9,5 millones. No planteo que las instituciones lleguen a esa cifra, sería ingenuo por mi parte, pero sí que poco a poco haya un apoyo económico mayor para cosas concretas que vamos a plantear al nuevo consejo de administración. Y nosotros tendremos que cumplir el compromiso de incrementar aún más los patrocinadores privados, algo que ya conseguimos cuando llegamos.

¿Ve a las instituciones dispuestas a elevar sus aportaciones?

-Creo que a medio plazo, en los próximos tres o cuatro años, aumentarán su aportación porque lo que planteamos es razonable. No hablamos de grandes cifras, no vamos a pedir a cada institución que aumente su presupuesto una barbaridad, pero son cuatro: el Ministerio, el Gobierno Vasco, la Diputación y el Ayuntamiento. Con que cada una aumente un poquito, suman rápidamente, y en 2017 se liberarán algunas partidas que estos años se han destinado a Tabakalera y a Donostia 2016. Yo defiendo mi parcela pero también está la Quincena, que lo ha pasado mal, Donostia Kultura, la producción audiovisual... Las instituciones tienen varios frentes abiertos porque han sido años duros, y aunque el Festival ha sido de los menos perjudicados, hace cuatro años habíamos perdido un 24 % de nuestra capacidad de gasto.

Y contra viento y marea, el público sigue sin fallar al Zinemaldia...

-Yo vivo aterrorizado porque las cifras son buenísimas... ¡Es una locura tener 169.000 espectadores en una ciudad de 200.000 habitantes durante nueve días! El primer día de la venta, se compraron casi 59.000 entradas. La ciudad percibe el Festival como suyo y se siente en la obligación de apoyarlo.