- Largo es el camino musical que los tres han recorrido hasta ahora por separado. Y en esa senda, aunque haya sido de manera puntual, se han cruzado en unas cuantas ocasiones con el jazz como excusa y el público como testigo. Pero desde noviembre del año pasado, tras una actuación en Miranda de Ebro, Nika Bitchiashvili (violín), Jon Cañaveras (bajo) y Pais Acebedo (batería) se han decidido a buscar “un punto de estabilidad” en su relación sobre el escenario, abiertos siempre a recibir invitados pero sobre la base de un trabajo continuado en el tiempo.
“Nos conocemos desde hace tiempo aunque sólo quedábamos para tocar en determinadas ocasiones. Y queríamos dar un paso más, trabajar más los temas, profundizar en los arreglos, en cómo nos relacionamos en las actuaciones... porque es un curro que al final se nota y ante el que el público sabe reaccionar”, apunta el batería de este trío que, por lo general, se suele presentar bajo el nombre de Nika, Jon & Pais, aunque tampoco es algo fijo de momento.
El verano, con los festivales jazzísiticos de por medio (tanto los más mediáticos como los más humildes), es una época de pocos huecos libres. Así les sucede a ellos. De hecho, durante el pasado certamen gasteiztarra no pararon, en locales como el Dublín o el 8º B. Sin embargo, la estabilidad pasa por extender esa agenda al resto del año y salir más allá de Euskadi y zonas cercanas, que es donde se mueven de manera principal hasta el momento.
Para apoyar ese camino, el trío está a punto de entrar a grabar lo que será su primer disco. “Queremos reflejar lo que hemos trabajado hasta el momento, también para y por nosotros, y que sea algo que, al mismo tiempo, nos sirva para difundir nuestro sonido fuera porque aquí ya nos conocen”, apunta el violinista, mientras el batería añade que “desde ya tenemos que ponernos a pensar en 2016 y qué mejor que llamar a la puerta de festivales, sean más grandes o más pequeños, que con algo grabado en las manos”.
Todo ello con la intención de adentrarse en una formación “singular” ya que “no hay muchos tríos de este tipo”. “Al final, el estilo del grupo lo marca y condiciona mucho la presencia del violín. Ése es el punto de partida, pero a partir de ahí, no hay una línea definida que limite nada”, describe Acebedo, quien señala que “como diría un culto, somos muy eclécticos”. “Nuestro camino pasa por un abanico grande de estilos, al final pasa por fusionar y es algo que la gente agradece”, señala el bajista.
De momento, el público parece responder. “Cuando te llaman de un sitio nuevo en el que acabas de tocar para que vuelvas, es buena señal”, dice Bitchiashvili, a lo que Cañaveras añade “sobre todo si eso pasa cuando sabes que el concierto no ha sido rentable para el que lo organizaba”. Claro que, como dice Acebedo, “el premio es doble cuando tocas en un sitio duro pero sales bien parado al final”.
“Tocarás mejor o peor, pero no puedes dejar de hacerlo, eso está dentro y ya no tiene remedio”, admite con una sonrisa el bajista, algo en lo que los tres coinciden a la hora de reafirmar su apuesta por este camino conjunto. “Todavía somos capaces de sorprendernos incluso a nosotros mismos”, señala Bitchiashvili.