Vitoria - Antes de empezar a mirar a 2016, cuando el Festival de Jazz de Vitoria cumplirá su cuadragésima edición, es momento de hacer balance de los sucedido este año entre el martes y el sábado pasados, cinco días en los que el certamen ha desplegado sus redes por el Principal y Mendizorroza, sin olvidar la serie de actuaciones que a lo largo de estas jornadas se han desarrollado en distintos locales de la capital alavesa.
La crisis que algunos dicen que ya es historia ha vuelto a condicionar la duración de una cita que ojalá pueda recuperar más pronto que tarde por lo menos uno de los dos días que ha perdido por el camino, máxime teniendo en cuenta el aniversario del próximo año. Lo que no ha variado ni un ápice es la fórmula ya conocida que aplica el certamen, lo que tiene su lado bueno pero también sus carencias. Se podría pensar que cuando las cosas funcionan es mejor no introducir ningún cambio. Es evidente que el Siglo XXI mantiene un nivel alto en cuanto a su programación, convirtiendo al Principal en un escenario de referencia donde poder descubrir unas cuantas joyas. Este 2015 ha sido un buen ejemplo de ello, contando además con una entrada que ha rozado la mitad del aforo en todos los conciertos, algo a destacar en días laborables teniendo en cuenta que las actuaciones comienzan a las seis de la tarde.
Y no se puede despreciar la respuesta que los espectadores han tenido con respecto a Mendizorroza, polideportivo que aunque no ha conseguido ningún lleno absoluto, no ha mostrado los altibajos de otras ocasiones. En este punto cabe señalar, antes de entrar en otras consideraciones, que la supuesta reforma del pabellón puede que haya mejorado algunos aspectos de seguridad y tránsito de personas pero no ha actuado en lo fundamental, la incomodidad de un edificio que sigue con los mismos asientos de madera de hace décadas.
Pero que los espectadores hayan respondido no puede ocultar que al formato actual del festival se le ve venir de lejos, y ahí está el gran problema. El certamen no sorprende, no prueba propuestas o fórmulas nuevas. Y, sin perder sus esencias, la cita debería plantearse que su futuro pasa por abrir alguna ventana para que entre algo de aire fresco.
En lo musical En lo que tiene que ver con la oferta del cartel, el Principal ha vuelto a ser el gran refugio para aquellos que buscan que un festival demuestre que está más preocupado por la calidad de su propuesta que por cuadrar cuentas para garantizar su futuro. Vincent Peirani, James Brandon Lewis y, sobre todo por la singularidad de su actuación, Edmar Castañeda han liderado unas sesiones en las que ni Jason Marsalis ni el estreno de la Euskadiko Ikasleen Jazz Orkestra (EIJO) han desentonado.
De hecho, el recital del acordeonista francés y sus acompañantes (con un papel destacado para Emilie Parisien al saxo) ha sido el mejor del computo total del certamen, junto al ya esperado triunfo de un Brad Mehldau que, simplemente, está en otra dimensión. A sus 44 años, al pianista y sus acompañantes de hace ya unos cuantos años (con especial mención a Jeff Ballard) se les nota un sentido, una fluidez y un gusto que no deja de asombrar. Destacado ha sido también el paso de un Jose James que está evolucionando de una manera impecable, una transformación de la que el público del festival está siendo testigo en primera persona y que dure.
El resto ha estado en su papel, en lo que esa fórmula conocida indicaba antes de que comenzase esta edición. Tan previsible como el concierto de Estrella Morente y Niño Josele, que no sólo tocaron el viernes por la noche su disco Amar en paz tal y como suena en el CD, sino además siguiendo el mismo orden de las canciones. No hay que negar que de la cantante algunos esperaban bastante más, igual que hace un año de Miguel Poveda. Pero es que no se puede pedir a quien no tiene. Y ahí el evento también debería replantearse este tipo de contrataciones porque en el Estado hay magníficos músicos que de verdad se dedican al jazz.
Lo mejor. Vincent Peirani y Brad Mehldau Trio ofrecieron las mejores actuaciones a lo largo de una edición en la que también hay que destacar los conciertos ofrecidos por Jose James, James Brandon Lewis Trio y Edmar Castañeda.
El detalle. Se puede vender como se quiera la reforma de Mendizorroza, pero el pabellón sigue siendo un lugar incómodo para el público.