madrid - Las dos mujeres tahitianas protagonistas del cuadro de Paul Gauguin Nafea faa ipoipo (¿Cuándo te casarás?) parecían mirar extrañadas al gran revuelo de cámaras de televisión y máquinas fotográficas que plasmaban el momento en que la obra vendida más cara del mundo se colgaba en las paredes del Reina Sofía. Con este acto multitudinario, la pintura se incorporó ayer a la exposición Coleccionismo y Modernidad. Dos casos estudio: Colecciones Im Obersteg y Rudolf Staechelin, organizada con motivo del cierre por reforma del Kunstmuseum de Basilea, en que se mostraban estas colecciones. La pintura llega a Madrid después de su exhibición en la Fundación Beyeler, donde ha formado parte de la antológica dedicada al artista, visitada por unas 370.000 personas, un récord en esta institución Suiza, país del que salió la pintura el pasado lunes. Después de dos días de viaje en un camión de la empresa de transportes SIT, y de “dormir” una noche en Barcelona, la pintura llegó el pasado miércoles al Reina Sofía, donde estuvo 24 horas aclimatándose a la temperatura y a la humedad, y ayer se subió a la sala para adaptarse a las condiciones de este espacio.
Tras su paso por Madrid, se exhibirá hasta enero del próximo año en The Phillips Collection de Washington, antes de pasar de forma definitiva a manos del nuevo propietario, al parecer de Qatar, que ha pagado unos 300 millones de dólares (263,3 millones de euros). Con estas exhibiciones se cumple una de las condiciones que puso la Rudolf Staechelin Family Trust, propietaria hasta ahora de la obra, para su venta. Una venta que ha sido protagonista de la incorporación a la exposición del cuadro vendido más caro del mundo, un punto sobre el que Ruedi Staechelin se negó a dar datos “ya que por motivos de confidencialidad no se me permite hacer ningún comentario”.
Staechelin consideró además que no se pueden contemplar las obras de arte solo como una estipulación o por lo que valen y durante su intervención narró la historia de la colección de su abuelo y recordó que la de ahora no es la primera venta importante por motivos económicos que se ha hecho en la historia de la colección, como ocurrió con Los dos hermanos y Arlequín sentado de Picasso, que se exhiben en el Museo del Prado.
Una de las incógnitas en torno a la colección es su futuro tras su paso por Washington, ya que el propio Staechelin reconoció que “existen algunos problemas” con el Kunstmuseum de Basilea, que no iba “a entrar a comentar”. A pesar de ello, no ha excluido volver a la institución suiza donde desde hace muchos años se ha mostrado la colección de una forma que no satisfacía a su propietario. Quizá, adelantó, es el momento de diversificar un poco “y no tener todos los huevos en la misma cesta”.
Por su parte, el director del Reina Sofía, Manuel Borja-Villel, señaló que esta obra “representa todos los elementos clave del momento y tiene todos los elementos simbólicos con los que el autor quiere representar algo más profundo de lo que se ve”. - Mila Trenas