BILBAO - Lejos de triunfar solo en tierras vascas, las obras de Kirmen Uribe han viajado por todo el mundo durante los últimos años y, a día de hoy, continúan siendo traducidas a numerosos idiomas.

Parece que le esperan unos meses ajetreados.

-Sí, porque Bilbao-Nueva York-Bibao está haciendo su camino y pronto llegará a las 20 lenguas traducidas. Este otoño haré una gira por el Reino Unido con ella y Mussche se va a traducir próximamente al japonés y al chino.

¿Viajará también a China?

-También iremos sí (risas), en noviembre nos vamos. Creo que será uno de los primeros libros en euskera traducidos al chino. Y entre esas promociones, viajes... iré escribiendo la otra novela. Estoy muy contento porque soy un autor leído que puede escribir en su lengua y que es traducido. Cuando estaba en la residencia con escritores de Islandia, Finlandia u Holanda muchos de ellos pertenecían a países pequeños y me di cuenta de que el euskera no es algo tan extraño. El islandés, por ejemplo, tiene solo 300.000 hablantes y pero con una literatura muy establecida. La nuestra es una parecida, y aunque tenemos un millón de hablantes, todavía hay quien piensa que es demasiado pequeña o que no vale para ser traducida y exportada. No es así, una cultura puede ser pequeña pero dar frutos muy interesantes.

La vasca se ha convertido en una literatura que viaja por el mundo.

-Eso es. Y es gracias a una labor de muchos años. Hablo de autores como Gabriel Aresti, luego vinieron Saizarbitoria, Atxaga, Sarrionandia, Arantxa Urretabizkaia... y otros tantos que nos han hecho el camino para que nosotros ahora podamos seguir. La labor de todos ellos debe ser agradecida, pero no solo la suya, también la de editoriales, lectores y la de toda la sociedad vasca, que se ha volcado con el euskera. Cuando hablo fuera de la literatura vasca hay mucha gente que nos ve como ejemplo de cómo revitalizar una cultura. Hay mucho que hacer, tenemos nuestros fallos, pero se han hecho cosas y hay que creérnoslo.

En alguna ocasión se ha definido usted como un escritor fronterizo. ¿Fronterizo o más bien transfronterizo?

-Con fronterizo me refería a que vivo en un país que está entre dos estados, y fronterizo también en la manera de tratar de romper géneros y temas. También soy fronterizo ideológicamente porque me gusta escuchar al otro y plantear nexos entre diferentes. Formo parte de una generación de autores como los músicos Mikel Urdangarin, Oreka TX o Anari; cineastas como Asier Altuna, Jon Garaño, Jose Mari Goenaga; artistas plásticos... todos creemos en nuestra cultura y nos basamos en Euskal Herria para crear. No obstante, miramos mucho hacia fuera y nos replanteamos cosas muy modernas y rompedoras, muy vanguardistas, que pueden interesar en todo el mundo. Oreka TX por ejemplo, tiene una txalaparta de piedra. ¿Por qué una txalaparta tiene que ser de madera? Puede ser de piedra, o de hielo. ¿Por qué una novela tiene que contar una historia de principio a fin? Se puede contar de otras muchas maneras.

¿Se ha conseguido en Euskal Herria acercar al lector joven a la literatura en euskera?

-Aquí lo que ha pasado es algo muy curioso sociológicamente. Además de que los lectores quieren leer cada vez más en euskera, los que no saben el idioma buscan las traducciones de estos autores y quiere leerlos porque se han convertido en sus referentes. Antes parecía que la literatura vasca estaba como aparte y es un cambio muy importante.