Vitoria - Cuando el invierno terminaba fue el turno de Menchu Gal. Ahora que la primavera mira ya al verano, toma el relevo Julio Galarta. Dos artistas guipuzcoanos ya desaparecidos que están protagonizando gran parte de la programación de este año en la Sala Fundación Caja Vital.
Julio Galarta. El paisajista con alma se abrió ayer en el espacio de la plaza de los Fueros, donde permanecerá hasta el próximo 4 de octubre. Algo más de cuatro meses para adentrarse en parte del mundo creativo del autor de Zizurkil, aunque asentado en Arrasate, ya que como explica José María Vélez Mendizábal, presidente de la asociación de amigos del pintor, “con los fondos que nos cedió podríamos hacer cinco o seis muestras como ésta”. Abundante material de un artista que a pesar de no dedicarse de manera profesional a la creación “puede considerarse a la altura de los mejores paisajistas en el País Vasco”.
De hecho, tanto esta exposición como otras promovidas por quienes guardan su legado buscan dar a conocer y poner en valor la trayectoria del guipuzcoano, descubriendo al espectador a un hombre que estuvo creando hasta los últimos días de su fallecimiento en 2011. Un centenar de obras componen la propuesta realizada en Gasteiz, piezas seleccionadas bajo un criterio fundamental: subrayar los cuadros realizados sobre Álava.
No quiere decir eso que no aparezcan en las paredes de la sala miradas a localidades como Zarautz, Ondarroa, Getaria o, cómo no, su Arrasate de residencia, los cuadros tal vez donde el color aparece más atenuado. Pero es fácil encontrarse con distintos acercamientos a lugares como Labastida, Aramaio, Mendibil, Santa Cruz de Campezo, Aspuru, Loza, Villodas, Amarita, Ozaeta y Antoñana, entre otras. “El territorio nos ha servido como guía, sobre todo porque a Galarta le atraía mucho la zona de Landa y el pantano, pero no sólo. A partir de ahí no se ha buscado un orden cronológico ni se ha hecho la selección con una intención didáctica de explicar su evolución a través de los años, entre otras cosas, porque él fue siempre muy fiel a su propio estilo; estaba atento a las vanguardias, por supuesto, pero tenía su manera de hacer”, describe Iñigo Arregi, escultor y comisario de la exposición.
La mayoría de las obras ahora presentes en Vitoria pertenecen a la Asociación de Amigos del Pintor Julio Galarta, siendo parte de un fondo que alcanza los 600 cuadros. Otras tres proceden del Ayuntamiento de Arrasate y cuatro más a colecciones particulares. “Es verdad que dentro de los paisajistas vascos es un desconocido, sobre todo porque tenía un carácter más discreto. Lo suyo era producir no preocuparse por vender”, recuerda Vélez de Mendizábal.
Tanto él como Arregi destacan los fundamentos de su pintura, que pasaban por trabajar de manera directa en el paisaje sin volver al taller, la utilización del color y su armonía, y la “exuberancia de la naturaleza que buscaba”. “Fue testigo de su tiempo”, afirma el comisario, ya que “hay unos cuantos lugares en sus cuadros que ya no existen como estaban en su día”.
Aunque el paisaje, desde el propio título de la exposición, toma el protagonismo esencial, la muestra también recoge retratos y bodegones, así como distinto material, también audiovisual, sobre la vida y la figura del autor, que en vida pudo traer a la capital alavesa en un par de ocasiones sus creaciones.
De esta forma, la Sala Fundación Caja Vital, junto a la asociación de amigos del pintor, buscan resaltar la huella dejada por el creador, al tiempo que descubrirlo para todos aquellos que hasta el momento no le conocían. Será hasta principios de octubre. Después llegará Picasso.