Vitoria - Contra la Vitoria gris en lo cultural y cerrada en lo social. Frente a esos planteamientos, zapatos. Miles de ellos como representación de la variedad de personas que componen una sociedad.
Antes de nada, ¿cómo va la recogida de zapatos?
-Muy bien. Hombre, no sé si llegaremos a los 6.000. La verdad es que fue un número que pusimos un poco a lo loco, pero bueno, por ahora ya tenemos unos 3.100 zapatos. Estamos muy contentos con cómo han ido las cosas porque estamos hablando de que hemos recogido una media de 1.000 zapatos a la semana. La gente se está moviendo mucho y todavía nos quedan puntos por recoger hasta mediados de la próxima semana. Sin olvidar los puestos que tenemos en Bizkaia, en la Facultad de Bellas Artes y en la asociación Zubietxe, y en Navarra, que hay en un instituto y en la sede de una asociación de personas con enfermedades mentales.
¿Qué le está diciendo la gente?
-Me llaman la de los zapatos (risas). Hay mucho movimiento. Por ejemplo, por Twitter llegan muchos ánimos y pasan cosas como que los de Zubietxe, que han conseguido un montón de zapatos, se han hecho fotos con ellos y me las mandan. Parece que a la gente le ha gustado la iniciativa. Y te preguntan a ver si luego el calzado se va a donar, para qué es exactamente, qué formas voy a hacer con los zapatos el 17... pero también hay un factor sorpresa, en este sentido, que hay que guardar.
Respetando que hay partes que no se pueden anticipar, ¿en la instalación del 17 podrá tener la gente un papel activo?
-Sí, es la intención. Hombre, no sé hasta qué punto puede darse la intervención porque lo que no queremos es que se lleven los zapatos puesto que luego, los que estén en condiciones, van a ser donados para personas que los necesitan. Pero sí tal vez puedan moverlos o traer calzado de última hora para sumarlos a la instalación... Al fin y al cabo, es una obra para la gente. Además, por la tarde, se realizará una actividad en la Plaza Nueva con niños y niñas de todo tipo de culturas. Y habrá un músico que tocará en directo y cuya música también se reproducirá por altavoces.
¿A qué hora comenzará todo?
-El montaje lo haremos desde las ocho a las once de la mañana. Y a partir de ahí, la instalación estará desde ese momento hasta las nueve de la noche, que es cuando empezaremos la selección de los zapatos, para ver cuáles están bien, que serán los que se donen, y cuáles no, que queremos reciclar. Con los primeros, además de dárselos a Cáritas, también estamos viendo la posibilidad de que parte del calzado vaya al Sáhara.
¿Ha conseguido la veintena de voluntarios que pedía?
-No sé si llegaremos a los 20 porque son muchas horas y va a haber gente que se irá sumando cuando pueda. Pero, bueno, hay 13 personas que sí estarán desde el principio. Este martes tenemos la reunión para repartir los turnos y ver cómo hacer el trabajo entre todos. Además, han surgido cosas como que una de las voluntarias es fotógrafa y podría hacer el making of de todo. Y estamos pensando en tomar imágenes aéreas con un dron.
Cuando todo termine, ¿cómo tiene que haber transcurrido la jornada del viernes para que piense que ha cumplido sus objetivos?
-Ver que la gente se acerca, que le llama la atención, que interactúa con la obra. Por ejemplo, la actividad que vamos a hacer con los niños me gusta mucho porque a ellos no les solemos tener muy en cuenta a pesar de que sufren igual o más que nosotros. Así que vamos a coger un pequeño montón de zapatos y van a ser ellos los que hagan formas y diferentes acciones. Con todo, no sé qué decirte porque tengo claro que va a ser una pequeña locura de día. Ya estoy algo nerviosa. Si el tiempo respeta, si la gente se acerca y le gusta, si la acción con los niños es positiva para ellos, y si sale correcta la grabación de todo para dejar registro de algo que, al final, es efímero, estaré satisfecha. Eso sí, si te digo la verdad, ya estoy más que contenta al ver la voluntad de la gente que ha entregado los zapatos.
Uno de los fundamentos de esta acción es volver a llamar la atención sobre la situación del sector cultural alavés tras lo que ya hizo en el exterior de Krea a finales del año pasado. Por cierto, antes de nada, ¿sabe si el ranguli sigue allí?
-Se lo llevó la nieve. Sí que queda algo de pigmento pero se irá marchando. Fue creado para eso. Si no han venido multas después ha sido en parte por eso.
De todas formas, no sé si se siente algo sola en esta denuncia.
-No, somos muchos los que pensamos, más o menos, de la misma forma. Pero hay poco movimiento. La base de la acción del viernes, por ejemplo, es hacer un llamamiento al resto de artistas a actuar ante lo que está pasando. Debemos reivindicar el papel de los artistas en la sociedad. Está todo parado, bien sea por los recortes en el sector cultural, por la subida del IVA... estamos en una situación difícil.
¿Alguien de algún partido político se ha puesto en contacto con usted bien después de lo de Krea, bien antes de ‘#6000zpt’?
-Me escribió el concejal de Cultura del Partido Popular después de la primera rueda de prensa de la recolecta de zapatos. Quería que le explicase las razones por las que decía las cosas que apunté sobre la situación de la cultura en Vitoria. Le contesté que consideraba que no solo yo tenía que estar en una reunión con él para hablar de este tema porque el arte abarca muchas disciplinas y considero que en ese contacto tiene que haber una representación más amplia. Me dijo que bien, que a ver si después de Semana Santa quedábamos, pero yo ando ahora muy liada y espero que después del día 17 podamos formalizar esa cita.
¿Nadie más?
-No. Desde otros partidos políticos sí que ha habido apoyos vía Twitter, pero directamente no.
A esa temática cultural se ha añadido en este caso una reivindicación social de una ciudad más abierta. ¿Esta cuestión estaba en el origen del proyecto de los zapatos o se ha unido después ante lo que está sucediendo en la ciudad?
-Parte es por lo que estamos viviendo ahora, pero, en realidad, esta instalación, al final, es una recopilación de zapatos que representan la variedad de todo tipo de clases y persona. Hay desde zapatos de tacón alto hasta zapatillas de casa. Es importante que para defender las cosas estemos unidos, por eso fraccionar la sociedad es una herramienta perfecta para manipular. Todos somos importantes y tenemos nuestros derechos.
¿Cómo anda la cuestión de los permisos para el día 17, por cierto?
-Al Ayuntamiento he vuelto a llamar hoy (por ayer) y me han dicho que el permiso está todavía sin firmar pero que esperan que para el lunes esté todo hecho. Por si acaso, he pedido también un permiso de concentración a la Ertzaintza.
¿Dónde tiene todos los zapatos?
-En una lonja que estaba vacía. Hay un montón de bolsas apiladas (risas).
¿Y usted ha aportado sus zapatos?
-Sí, sí. Además tenía un montón, hasta unas botas ochenteras.
¿Qué será lo próximo?
-Estoy gestionando dos becas. Ahora he presentado una para MARCO, el Museo de Arte Contemporánea de Vigo. Y estoy tratando otras temáticas, pero bueno, son otros temas.
¿Y más acciones en las calles de Vitoria?
-Por ahora no. Hay que dejar reposar las cosas. Y moverme más hacia afuera. Aunque no descarto nada.