Coincidiendo con el segundo aniversario de la muerte de Josetxo Ezponda (Burlata, 1963), Elkar ha reeditado los dos discos que grabaron Los Bichos bajo su liderazgo en el tránsito de los 80 a los 90. Color hits e In bitter pink, arietes de la música underground de la época, sobreviven como dos gemas adelantadas a su tiempo y evidencian la clarividencia del navarro Ezponda, un maldito que cantaba “dame un buen final” en Un poco más y que trufó su música de calor, alma, ruido, explosiones eléctricas y emocionales, amor, sueños rotos y muerte.
“¿Alguna vez has mordido un pétalo de rosa? Es amargo”, decía Ezponda, un músico que vivió siempre -y murió, casi desahuciado- con un aura de malditismo. Como su música, que nunca tuvo la repercusión que merecía y de la que los fans más cercanos tuvieron la primera noticia con Tensión, grupo punk de finales de los 70. Después llegó Neon Provos, banda más moderna y con teclas, y Flores Muertas. Y en 1987, Los Bichos, su banda bandera, la que le dio un puesto destacado en el rock vasco y estatal.
La ascendencia de la banda, siempre de crítica que no popular, se prueba con la reedición remasterizada por parte de Elkar de los discos que editó Oihuka entre los 80 a los 90: Color hits (1989), disponible por vez primera en formato compacto, con el añadido de tres canciones del primer EP, y su obra maestra, el ambicioso y doble In bitter pink (1991), disco atemporal que sobrevive a etiquetas y conserva incólume todo su ingenio.
“Es solo un primer disco”, dijo Josetxo sobre Color hits. Tenía razón? y no. Era mucho más; un gran disco con “canciones hechas desde el punto de vista de un fan”, según su impulsor, que se acompañó de Charly a la guitarra solista, Asio al bajo y Fermín a la batería. Un fan excéntrico y excesivo que lo abrió con Shadow girl, un tiro con su melodía claramente pop y sixty, que no entró finalmente en 40 Principales quizás por su letra explícita -“mi cabeza arde, mi pene está enhiesto, la chica de la sombra está aquí”-, y concluía con De noche, pasando del castellano al inglés.
En el camino, delicadeza, dulzura, electricidad y suciedad, los guiños a Bo Diddley en Down below; a Stooges en la revisitada 1989; el amago de ranchera abolerada de Mezkalito, con Joseba Tapia al acordeón, y Me gustaría llorar; un Verano muerto inolvidable -“un millón de esqueletos caminan en silencio, perdidos y asustados bajo el cielo plateado”- con guiño a Lou Reed; el vigoroso rock de Tren; el My girl de Temptations, electrificado y con armónica; la distorsión y acoples de Llulaby for a snake; las excentricidades rítmicas de Captain Beefheart?
Disco enciclopédico Después de tal artefacto, dos años después y casi olvidados, Los Bichos, con el grupo casi desintegrado, parieron su obra maestra, In bitter pink, doble disco con casi una treintena de temas. Josetxo reconoció que pasó “las de Caín” en aquellos tiempos. Esa situación le hizo volverse “muy productivo”. Casi insomne, llegó a contar con 40 temas. “Es un álbum doble lleno de canciones por todas partes. Y pudo haber sido triple o cuádruple, y no me estoy tirando el pegote porque hubo que hacer una buena criba”, según Josetxo, que vivió “múltiples follones de todo tipo y especie, dentro y fuera de nuestras vidas”.
En su papel de fan y dando “importancia a las canciones”, facturaron un disco de guitarras espléndidas y pedales saturados, con Jean Phocas (técnico de Elkar que sigue en la pelea) como maestro de ceremonias e influencias dispares con el rock australiano (Surrealists, Beasts of Bourbon, Dubrovniks) y el neoyorquino (Lou, los Dolls, Suicide, Mink de Ville) a la cabeza. Obra enciclopédica y maestra, nunca valorada en su justa medida, Josetxo se dejó “las tripas” en el ruido de Fuelled by desire, la enloquecida letra de Raquel´s dream o el lirismo de Still can´t cry, pura Velvet ruidosa.
23 años después, In bitter pink suena tan glorioso y amargo como antaño. La prueba está en su versión de Je t’aime? mo non plus, de Gainsbourg, al parecer grabada sin ellos saberlo y en la que Josetxo tose y grita como un animal; en I´m not your kind of guy, con el fantasma de Alan Vega en la voz y Cramps en el sonido; en la pesadilla sónica de Broken legged rhythm gun Suzie, con Susana García (la chica de la portada) a los teclados; o el orgasmo de ruido y caos de Go, fish go!!!
El disco tiene en I´m inside her, con su melodía y fuzz, una de sus grandes canciones. Pero no bajan el nivel la psycobilly Poxy, poxy; la ruidista I can´t believe my eyes; la dulce y bella Marina; Nip of hate, a lo spaghetti western; o esa cumbre llamada Wishin´ shift, con sus palmas en el puente antes de un solo enorme y certero, y los pocos segundos de las acústicas. “Todo se ha vuelto rosa y amargo. Y me encanta”, dejó escrito Josetxo. Y citaba a sus fans para la próxima. No la hubo con Los Bichos, aunque sí con un disco bajo su nombre que no cumplió tales expectativas.