La factoría Mediaset/Vasile anda recibiendo palos y feos de las audiencias a las que no conseguir encandilar y por ello ha dado orden de apretar el acelerador y poner en marcha escandalosos enfrentamientos televisivos que pueden estar rozando preceptos del vigente código penal.

Así en Gran Hermano VIP y en Sálvame de Luxe con el acompañamiento del Sálvame habitual entre semana han puestos en el escaparate mediático dos historias prefabricadas de insultos, desconsideraciones, amenazas y gemidos llorosos a mogollón. Belén Esteban, la autoproclamada princesa del pueblo, del pueblo de Carabanchel, debe ser, frente a la ex concejala socialista de Castilla La Mancha, la mariposa nocherniega poniendo cuernos a su excelso marido, por un lado y Kiko Matamoros y su hijo, Diego (fruto de su primer matrimonio) por otro han armado la marimorena y elevado los índices de consumo de tele para mayor honor de gloria de los italianos manejadores de Telecinco.

Dos explosivas historias de enfrentamiento y acusaciones mutuas, de una compañera de reality insinuando consumos de prohibidas substancias o un hijo encarándose con su padre y acusándolo de golfo y sinvergüenza, en una nuevo intento de triple salto mortal sin red que amenaza con noquear a los participantes en este peligroso juego de llevar a la pantalla interioridades, pecados y secretos. Y todo ello regado con substancioso dinero que todo lo engrasa, lubrica y corrompe. No se le ve fin al escenario de piruetas humanas de muñecos rotos que terminarán perdiéndose en el espejo de la realidad, incapaces de reconocerse, de quererse, de sentir su auténtica realidad. Enfrentamiento salvaje padre e hijo, pelea dialéctica regada de lágrimas y sarcasmos entre dos mujeres, desnudas en la pantalla y ofrecidas en el circo mediático como víctimas del entretenimiento y la tele abrasadora de nuestros días.