MADRID- El descontento del mundo cultural ha sido manifiesto a lo largo de 2014. El sector ya transmitió a mediados de año al presidente del Gobierno español , Mariano Rajoy, su “frustración, indignación y angustiosa preocupación” por el efecto que ha tenido la brutal subida del IVA cultural al 21% y cuya rebaja no ha sido finalmente acometida en la reforma fiscal presentada por el Ejecutivo español. Según los datos de la Unión de Asociaciones Empresariales de la Industria Cultural Española (Faeteda), que representa a 4.000 empresas del teatro, el cine, la música y el espectáculo, en 2013, el primer año completo de aplicación del incremento del impuesto, el sector sufrió un descenso del 15% de asistencia, un 16,33% de recaudación bruta y un 22% de recaudación neta.

Por ello, la cultura se ha alzado en armas. Durante todo este mes, desde las asociaciones de la industria cultural se está lanzando una batería de acciones para hacer llegar al Gobierno de Rajoy su malestar por esta medida “que ha supuesto el tiro de gracia para un sector ya moribundo”. Bajo el lema Menos IVA y más Cultura, han pedido a sus asociados que inunden los buzones de la Moncloa con cartas exigiendo al PP la marcha atrás de la subida y pidiendo su apoyo para el tejido de las empresas que forman la Unión, que dan trabajo en el Estado a más de 150.000 personas de forma directa.

La Faeteda es consciente de que la situación de la economía en el momento en el que se decidió acometer la subida del tipo impositivo en septiembre de 2012 “era compleja y las exigencias de Bruselas apremiantes (...), pero de eso hace dos años y a los empresarios culturales no nos salen los números y queremos una respuesta”, expone Jesús Cimarro, director de Pentación Espectáculos y portavoz de la Unión. Los promotores de la campaña asumen la dificultad de volver al 8% anterior, pero aspiran a que el impuesto se quede en el 10%. La Unión alerta de que el sector “se desgrana lentamente y sólo sigue a flote gracias a las iniciativas de la industria cultural”.

Sin respuesta Pero, de momento, desde la Moncloa, el envío masivo de misivas no ha obtenido ninguna clase de respuesta. Así, que se ha iniciado ya una segunda tanda de acciones. En esta ocasión, han sido siete reconocidos humoristas los que han dado un buen tirón de orejas a Montoro enviándole tarjetas navideñas con la reclamación. Por ejemplo, Martín recrea en su viñeta al ministro de Hacienda sentado en su despacho con un semblante codicioso y una bolsa llena de dinero mientras reflexiona: Sí que debe estar el teatro mal de dinero, sí. Es el único sitio donde no han aparecido escándalos de corrupción.

En la viñeta de Forges se caricaturiza a Montoro con un látigo con el que azota un letrero que reza cultura y en la misma se lanza un acertijo: Averiguar en menos de 52 segundos quién es el estricto gobernante blue que está machacando al teatro y al cine con su 21% de IVA. Mientras que en la recreación, que elabora el dúo Gallego y Rey aparece Montoro manejando una guillotina cuya hoja es el telón de un escenario de teatro que cercena la cabeza del escritor Lope de Vega.

“Tanto el presidente como el ministro de Hacienda están al corriente de que hay un sector, el de la cultura, exigiendo en bloque que cumplan la palabra tantas veces dada de compromiso y que la cumplan de la única forma posible: bajando más pronto que tarde el ya tristemente famoso IVA cultural”, señalan desde la asociación.

Propiedad intelectual Pero las quejas contra el IVA no han sido el único enfrentamiento que el mundo de la cultura ha mantenido con el Gobierno de Rajoy durante este año. El Congreso ha aprobado la Ley de Propiedad Intelectual, bautizada como Ley Lassalle -en referencia al secretario de Estado de Cultura, José María Lassalle- , entre críticas de “chapuza” y “desastre”.

En su enésima declaración de guerra a un Gobierno que, en su opinión, les desprecia, la industria cultural exigió en Madrid la retirada de la ley. Uno de los motivos aducidos fue el hecho de que consagra algo que pone los pelos de punta al sector cultural: la compensación por las copias privadas que el público realiza de discos, películas, videojuegos y libros (el antiguo canon digital) se mantiene con cargo a los presupuestos generales del Estado y no a la industria tecnológica, como sucede en la mayoría de los países europeos.

Escenificaciones del entierro de la cultura llevadas a cabo por artistas y cineastas o pequeños conciertos frente a la sede de la Secretaría de Estado de Cultura fueron algunas de las escenas comunes de este año para protestar contra una norma que consideran que ha dado “la puntilla” al sector.

La reforma, que entrará en vigor el próximo 1 de enero, recibió también duras críticas de la oposición parlamentaria, las entidades de gestión, la compañía tecnológica Google y las asociaciones de internautas. Cada uno tenía sus motivos para protestar.

‘No ley del mecenazgo’ Por el contrario, la que no ha salido adelante es la anunciada Ley del Mecenazgo, que se diluyó definitivamente en la reforma fiscal. El gran proyecto cultural con el que el PP se presentó a las elecciones de 2011, no existirá nunca, aunque la Ley de Reforma Fiscal va a introducir algunas ventajas para incentivar las donaciones de particulares y empresas a la cultura. Unas ventajas que el mundo cultural considera claramente insuficientes.

La ausencia de esta ley fue uno de los motivos que esgrimió el compositor y musicólogo Jordi Savall para rechazar el Premio Nacional de Música, por considerar que se lo otorgaba un Gobierno responsable del “desinterés y la incompetencia” en la defensa del arte. Savall dijo que quería que su decisión se entendiera como un “acto revulsivo en defensa de la dignidad de los artistas”. Un gesto que repitió Isabel Steva Hernández, Colita, al renunciar al Premio de Fotografía por considerar al Ministerio responsable de que la cultura en España se encuentre en una situación de “pena, vergüenza y dolor de corazón”.