madrid - Bajo el influjo de la Bette Davis de ¿Qué fue de Baby Jane? y la Kathy Bates de Misery, Macarena Gómez se pega un festín interpretativo en Musarañas, la ópera prima de Juanfer Andrés y Esteban Roel, poniéndose en la piel de Montse, una enferma de agorafobia en la España de la posguerra. Tras recoger aplausos y buenas críticas en festivales como Toronto, Sitges o el Latin Beat de Tokio, la cinta, producida y apadrinada por Alex de la Iglesia, llegará a las salas de cine el día de Navidad.

Gómez aguanta y llena de matices los primeros planos y da total credibilidad a la locura que se apodera de Montse, una mujer que vive encerrada en su casa, junto con su hermana pequeña (Nadia de Santiago), y cuyo precario equilibrio salta por los aires el día en que su vecino Carlos (Hugo Silva) aparece en el rellano de la escalera, herido tras haber sufrido una aparatosa caída. Montse, que ha criado sola a su hermana tras la muerte de su madre y la desaparición de su padre (Luis Tosar), decide meter en casa a Carlos para cuidarlo, lo que le lleva a descubrir en su interior deseos reprimidos a base de una educación ultra católica. “Hablé con un psiquiatra para documentarme sobre la agorafobia y, a partir de ahí, no hice más que intentar poner toda la verdad y la pasión. Lo más difícil fue mantener esa implicación emocional durante los 22 días de rodaje: resultó agotador”, reconoce Macarena Gómez, que se postula con firmeza con este papel a los Goya. Toda la película transcurre en el interior de la casa, un espacio plagado de crucifijos y tenebrosidad. Fue un punto de partida que obedecía a razones de presupuesto, según cuentan sus directores, pero que ha acabado por hacer realidad el refrán sobre hacer de la necesidad virtud. - Efe