madrid - Casi diez millones de espectadores -“la ha visto todo el mundo”- y una recaudación de 56 millones de euros han convertido a Ocho apellidos vascos en la película más vista y taquillera del cine español, un récord histórico que su hermana teatral, Más apellidos vascos, aspira repetir.
“La esencia de la película está en la obra de teatro, pero la obra de teatro no es la película”. Quien así se expresa es Gonzalo Salazar-Simpson, director de Lazona, la productora que está en el origen de tan insólito “taquillazo” del cine patrio, alguien que no tiene la más mínima duda sobre el carácter terapéutico de la risa. A Salazar-Simpson no le gusta hablar de versión -“no, no lo es”, insite en una entrevista con Efe- porque en la obra “ni están los actores de la película ni es la misma trama argumental, aunque sea también una comedia romántica”.
Más apellidos vascos, que ya tiene fecha de estreno, el 15 de enero en el madrileño Teatro Marquina, comenzó a ser una aventura teatral en mayo pasado, cuando la historia de amor entre un joven sevillano y una joven vasca y abertzale había hecho ya partirse de risa a media España. “Nos dimos cuenta de que podía tener continuidad en el teatro”, destaca el productor. Y dicho y hecho. Se encargó un texto en el que aún continúan trabajando Diego San José -junto a Borja Cobeaga-, Roberto Santiago y Pablo Almárcegui, se contrató al director de escena Gabriel Olivares y, después de barajar muchos nombres y de tener muy claro que el reparto no sería el de la película, se fichó a Leo Rivera, Rebeca Valls, Cecilia Solaguren y Carlos Heredia. Un madrileño, una valenciana, una vasca y un catalán curtidos en las tablas y en la comedia, aunque sus nombres aún no resulten familiares para el gran público. Cuatro actores para protagonizar las historias que a ritmo trepidante se suceden en Más apellidos vascos, una comedia repleta de guiños a la película, aunque la trama argumental, insiste el director de escena, no se parece en nada. “La obra tiene un punto de vista totalmente diferente. Son ocho escenas más una columna vertebral que las une, una historia de amor. Va a gustar mucho”, augura Gabriel Olivares.