después de Pura Vida, las productoras Arena Comunicación y Txalap.art querían abordar otro proyecto documental que interesara a un público internacional, y de entrada se propusieron hacer “algo sencillo, pequeñito y sin liarnos mucho porque el anterior nos llevó a diez países diferentes”. Pero faltaron a su palabra. Apostaron por Walls (Muros), una historia que narra la peripecia de un conjunto de personajes que viven a un lado y al otro de cuatro de las vallas que en el mundo separan países, deseos, necesidades y vidas, en definitiva. En principio son las de Marruecos/España, México/Estados Unidos, Zimbawe/Sudáfrica Pakistán/India, aunque podrían variar. En el ecuador del proceso de producción y a la espera de lograr más financiación, el equipo cuenta que la película se estrenará en septiembre de 2015 en el Festival de Cine de San Sebastián.
Walls se alimenta de dos ideas principales. Por un lado, todos los que viven a un lado o al otro de los muros creen que esa situación solo les afecta a ellos, que no hay nadie más que viva esas sensaciones. Y ambas productoras querían demostrar que es “un fenómeno global”. Además, esos lugares “nos permitían no tanto realizar un análisis geopolítico o económico como un relato sobre personas”, acercando la historia mucho más al espectador. Y es que, si algo les enseñó el rodaje de la película dedicada al intento de rescate de Iñaki Ochoa de Olza y, previamente, el de Nömadak Tx, es que entre habitantes de latitudes lejanas hay más coincidencias que discrepancias en lo esencial. Esto pone en duda o cuando menos genera un debate en torno a la pertinencia de los muros, “que es lo que pretendemos, reflexionar y discutir; nuestra intención no es ofrecer certezas, sino hacer preguntas”.
Pablo Iraburu (codirector, guionista y director de fotografía), Migueltxo Molina (codirector y director de sonido) e Itziar García Zubiri (jefa y codirectora de producción) acaban de regresar de su segundo viaje. Han visitado Tijuana y Arizona para grabar a una pareja que trata de superar la barrera y empezar una nueva vida en Estados Unidos. También han hablado con un miembro de Tucson Samaritans que se dedica a dejar agua en distintos puntos del desierto para que los inmigrantes recobren el aliento durante las horas que pasan a la intemperie. El equipo visitó antes Melilla y Marruecos, quizá la cerca más familiar para los españoles. Y volverá, porque ese rodaje tuvo lugar en noviembre del año pasado con el objetivo principal de montar un teaser para captar ayudas públicas y privadas. En concreto, el documental está presupuestado en 630.000 euros; de momento han recibido el apoyo del INAAC (77.000) y del programa Media (30.000) ya han cerrado con la preventa con ETB. Canal + y TVE también han mostrado interés y la intención es estrenarla primero en salas comerciales de Estado y luego conseguir una distribuidora internacional.
Desde el punto de vista creativo, Iraburu explica que pronto decidieron que este no iba a ser un reportaje con entrevistas a cámara. “Hemos optado por un tratamiento estético más próximo a la ficción, que es un registro más emocionante”. “Mostramos a los personajes haciendo lo que hacen en su día a día”, agrega. Por ejemplo, en el caso de México siguen a la joven pareja en sus intentos de saltar la empalizada de Tucson y, en el de Melilla, plasman el trabajo de uno de los Guardia Civiles encargado de vigilar la valla y el de una mujer musulmana que cada día la cruza para cargar fardos de cientos de kilos a sus espaldas. “Para los dos, la frontera forma parte de su cotidianidad”, indica Molina. Y García Zubiri apunta que este planteamiento de partida resulta mucho más complicado que simplemente llegar y hacer entrevistas, porque requiere mucha documentación previa y una selección exhaustiva de los protagonistas, cuya confianza “tienes que ganarte”, para lo cual, el tamaño reducido del equipo ayuda, insiste la productora. En este punto, Iraburu subraya que en los rodajes llevados a cabo hasta ahora “nos hemos llevado sorpresas” y han obtenido un material “mucho mejor del que esperábamos”, de ahí que si bien su aproximación a este tema “es arriesgada”, si funciona “puede ser alucinante”.
Una vez realizados todos los viajes, el montaje será clave, ya que después de comprobar que en las zonas donde existen muros las personas piensan y se comportan de manera muy similar, “estamos rodando situaciones casi idénticas con los mismos encuadres”, de modo que las historias puedan superponerse y construir “un megamuro” que imprimirá fuerza al producto final. Y eso que cuando acaben “se habrán construido muchos más muros en el mundo y los que visitaremos serán más altos”. Por eso es conveniente debatir sobre ellos. Como dice Iraburu, a veces “no importa tanto lo legal como lo moral”.