pamplona - Helena Taberna, la guionista y directora de cine de Alsasua, aunque vive a caballo entre Zarautz y Madrid, participó la semana pasada en los actos que la facultad de Magisterio de la UPV-EHU de Leioa organizó el pasado 25 de noviembre con motivo del Día Internacional contra la Violencia hacia la Mujer. Entre las actividades programadas, el centro proyectó la última película de la cineasta navarra para el alumnado de diferentes facultades, que pudo verse tanto en la sala como en streaming. Nagore relata el asesinato de la joven enfermera irunesa Nagore Laffage, de 20 años, en los Sanfermines de 2008 a manos del psiquiatra José Diego Yllanes. “Me emocioné al volver a ver la película en el ámbito universitario y, sobre todo, al observar los sentimientos que afloraron entre los estudiantes que llenaron el Aula Magna para contemplar el filme. Me impresionó la proyección por el silencio y luego las preguntas durante el debate posterior. Fue un hermoso ejercicio de memoria”, reconoce Helena Taberna, quien en los próximos meses iniciará el rodaje de su próxima cinta, El contenido del silencio, un thriller de acción que es una adaptación libre de la novela homónima de la escritora Lucía Etxebarría y que discurrirá entre Euskal Herria y Canarias.
¿Siempre tuvo claro que quería encaminar sus pasos hacia el mundo del cine?
-No. Mi carrera audiovisual comenzó como coordinadora de Nuevas Tecnologías en el Gobierno de Navarra y es a partir de 1994 cuando me dedico exclusivamente al cine. La aparición del vídeo despertó en mí la vocación artística; me permitió experimentar con una herramienta, menos compleja que el celuloide y vi que me posibilitaba contar historias. Hablo de los años ochenta y tantos.
Por lo que dice, tenía un trabajo bastante confortable, con un buen sueldo que le permitía viajar, pero abandonó la comodidad para lanzarse a la aventura cinematográfica.
-Así es. La vocación artística la pude heredar de mi padre, el músico Luis Taberna. Mi madre era una mujer extraordinaria, pero no tenía un papel en la sociedad; era de una generación donde la mujer era invisible. Podía haber sido una Simone de Beauvoir por la modernidad de su pensamiento, por lo culta que era. Desde luego que mis aitas me sirvieron de referencia. Si no hubiera tenido esos dos padres, seguramente no habría tenido el atrevimiento de entrar en disciplinas artísticas o arriesgadas. Mi madre solo tenía un empeño: que sus hijas volásemos más alto; eso siempre ha estado ahí, dentro de mí, como un motor de empuje.
De sus cuatro largometrajes, tres están protagonizadas por mujeres, Yoyes, Extranjeras y Nagore. ¿Por qué están tan presentes en sus cintas?
-Porque generalmente solemos contar las historias que conocemos o que nos conciernen personal y emocionalmente. Evidentemente, si yo soy mujer, voy a contar historias que a mí me llegan y van a llegar a muchas mujeres. Porque a pesar de que somos la mitad de la población, las mujeres seguimos sin estar representadas. Y sobre todo no lo estamos detrás de la cámara, que es una de las representaciones más importantes de la sociedad contemporánea. El cine, la imagen, el relato audiovisual, que es tan poderoso, no tiene mujeres que las representen. Como dato significativo de un estudio reciente, únicamente el 10% de la películas que se ruedan en el Estado español están dirigidas por mujeres... Creo que no podemos perdernos esa mirada de las mujeres detrás de la cámara. Es cierto que hay muchos hombres sensibles y con talento cinematográfico, pero la tendencia y los estudios que se han hecho al respecto indican que desde luego es más fácil que aparezcan mujeres reales como protagonistas cuando hay una mujer dirigiendo.
¿Por qué hay tan pocas mujeres cineastas?
-En general hay pocas mujeres en cualquier espacio de poder; esa es la reflexión que tenemos que tener clara. Y el cine es un lugar que todavía no hemos conquistado y nos sigue costando tener presencia.
¿Sobre qué versa su nuevo proyecto, El contenido del silencio?
-Es una historia muy conmovedora, muy emocionante que tiene como trasfondo el mundo de las sectas. Es otro de los temas que complementaría una especie de trilogía. Hasta ahora he hablado de la Iglesia en la Guerra Civil y, en Yoyes, sobre la primera mujer que ocupó puestos de responsabilidad en ETA, de la violencia en nuestro país. En El contenido del silencio se habla de esa otra violencia que ejercen también ciertos grupos gregarios. La película trata de la culpa y de la necesidad de afecto. La verdad es que es una historia muy poderosa.
Es la adaptación de una novela.
-Sí. Una novela de Lucía Etxebarría que me interesó porque trataba de un tema que me atraía desde hace tiempo. Pero tengo que reconocer que la adaptación ha sido un trabajo difícil porque la literatura y el cine son dos lenguajes muy diferentes.
¿Por qué en Canarias?
-Porque es donde está la secta donde el joven fiscal vasco que ha perdido a su hermana va a buscarla. La secta se asienta en las islas, donde curiosamente están censadas el mayor número de sectas de toda Europa.
¿Por qué no ha contado con apoyo de la Administración vasca para su rodaje en esta comunidad a pesar de cumplir con todos los requisitos exigidos?
-No lo sé. Supongo que debe de ser el criterio. Pero es curioso que armar la película que estoy preparando, que ha tenido el respaldo internacional desde su arranque, está teniendo unas dificultades enormes para tener el apoyo en mi propia casa. Y eso que mis películas han tenido -siguen teniendo- una existencia importante en todo el mundo; han sido nuestra imagen en el exterior en muchos de los circuitos, desde Festivales Internacionales de Cine hasta universidades norteamericanas, institutos Cervantes o televisiones. En este momento, cuando armar una película es mucho más difícil que hace unos años, yo necesitaba especialmente el apoyo de casa; para mí ha sido un palo.
Una decepción doble.
-Sí. En la parte pragmática, porque precisaba de ese dinero para armar la película. Y también ha sido una gran decepción en lo afectivo. El contenido del silencio es un proyecto que ya venía avalado, tenía ya el refrendo de una coproducción alemana, de las ventas internacionales, del apoyo de TVE, que apenas hay películas vascas de los últimos años con ese apoyo... Estaba muy bien armada, pero necesitábamos el apoyo del departamento de Cultura del Gobierno Vasco y no nos llegó.
¿El contenido del silencio tiene vocación internacional?
-Sí, desde luego. En estos momentos es muy importante el tema de la distribución internacional y afortunadamente está en marcha.
Usted es una de las cineastas más premiadas del cine estatal, marcada por la coherencia en la elección de sus proyectos.
-En la industria del cine tengo un cierto reconocimiento, sí, pero sin embargo, esta industria es tan pequeña que seguimos necesitando ese apoyo al igual que muchas cineastas mujeres que están empezando. Los elementos diferenciales no están incorporados a la industria del cine para que puedan servir de estímulo social.
¿Por eso fue una de las creadoras de la Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales (Cima)?
-En 2006 había muy pocas mujeres directoras en el Estado español y vimos que nos unían ciertas circunstancias. Hablando con la directora de Emakunde y con Soledad Murillo, la Secretaria de Estado para la Igualdad, percibimos que esas personas que estaban en jefaturas de departamentos de Mujer se daban cuenta de la importancia que el cine tenía en la generación de nuevos comportamientos. Y varias mujeres directoras dedicimos que para tener fuerza había que unirse. A partir de ahí nos reunimos Icíar Bollaín, Txus Gutiérrez, Isabel Coixet, Josefina Molina, María Ripoll, etcétera, y creamos Cima. Luego, además de a directoras hemos ido abriendo campos y logrado pequeñas victorias en otros departamentos de cine.
¿Cómo cuáles?
-Que las comisiones de selección de proyectos sean paritarias, que haya un tipo de apoyos a las películas que tienen equipos paritarios... O conseguir que exista cierta puntuación de plus por una mujer directora, por una guionista, por una productora... La única manera de poder facilitar que haya más mujeres en la industria es estimulando la participación de las mujeres, eso es meridianamente evidente. Es irrefutable.
¿Vivir del cine se ha convertido en misión imposible?
-Es casi misión imposible poder hacer una película. Y lo es también para los hombres. Pero hay que tener claro que el cine es muy importante para la cultura de un país.
¿Qué opina de la política cultura del ministro Wert?
-Creo que es una política de odio al cine. El Ministerio de Cultura del Gobierno español odia el cine; este tema tendría que ser estudiado por psicoanalistas.
¿Qué directoras son su referentes?
-La polaca Agnieszka Holland o la alemana Margaret Von Trotta. Cuando vi sus películas dije ‘¡ostras, qué buenas son y están dirigidas por mujeres!’
¿Cuál es el momento clave de una película?
-Cuando se tiene la financiación para llevarla a cabo. Cuando se sabe que vamos a darle forma. El cine no es como la literatura que cuando terminas un libro ya está, existe, aunque no se edite. Dentro de 50 años lo pueden descubrir y decir ‘¡fijáte qué obra de este genio de la literatura!’ En el cine hasta que no se rueda no existe. Para mí, me imagino que también para muchos y muchas, hacer una película nunca ha sido fácil; yo la he peleado segundo a segundo de cada fotograma con sangre, sudor y lágrimas.
Hace cine, ¿pero no se anima a realizar series televisivas?
-Si tuviéramos una televisión como la americana HBO, me apuntaba ahora mismo. Por ejemplo la directora Agnieszka Holland, un referente para mí, está trabajando ahí en series magníficas que son sin lugar a dudas cine. Y mejor cine que muchas de las producciones actuales de Hollywood.
Echando la vista atrás, ¿ahora sin violencia de ETA su Yoyes sería la misma?
-La hice en plena libertad, pero eso no quiere decir que no la haría de manera distinta. Por el tiempo que ha transcurrido hasta ahora. Y seguramente porque una cambia mientras tanto. Yoyes, la película que hice, la seguiría firmando y me siento orgullosa de ella. Sé que ha envejecido muy bien y que sigue emocionando y tengo la satisfacción secreta de haberla estrenado en el momento preciso, cuando la película generó muchas reflexiones interesantes sobre lo que estaba viviendo nuestro país.
Helena Taberna era de las personas que pensaba que a ETA le iba a costar tanto desaparecer.
-Siempre pensé que el cine era una herramienta muy, muy importante. Lo fue en Irlanda donde el cine, el mucho y buen cine que se hizo sobre el IRA, ayudó sin duda a la transformación social que favoreció el cese de la violencia armada.