Vitoria - Se estrenó en una pequeña sala de Madrid sin hacer mucho ruido. Pero desde el primer segundo enganchó al público. El cartel de completo se hizo un habitual, incluso cuando En construcción no consiguió premio en la última edición de los Max, aunque se consideró, de manera acertada, todo un triunfo el hecho de estar en el panel de nominados. La imagen de Tristán Ulloa sentado junto a Juan Diego Botto (triunfador de la noche con Un trozo invisible de este mundo) fue todo un golpe encima de la mesa: teatro comprometido, contestatario, de calidad y posible incluso a pesar de contar con pocos medios económicos.
Hoy, a partir de las 20.30 horas, un Ibáñez de Matauco todavía con entradas se despide del XXXIX Festival Internacional de Teatro de Gasteiz, un adiós marcado por Carolina Román y Nelson Dante, los autores y a la vez intérpretes de este montaje dirigido y producido por Ulloa, un espectáculo que regresará a Álava el 21 de diciembre para representarse en la sala Harresi de Agurain.
La emigración, que a cuenta de las RGI tan tristemente de moda está en Vitoria, centra una historia que, en realidad, no deja de tratar de los problemas, los anhelos y la vida de dos seres humanos, más allá de fronteras y pasaportes. Y como el acontecer diario, en sus escenas se dan la mano el humor y el drama, los pequeños momentos de felicidad con a las humillaciones y las piedras impuestas en el camino de la búsqueda de un futuro.
En este caso, quienes acuden a Europa vienen de Latinoamérica, para encontrarse en una España en plena crisis donde la palabra recorte se ha convertido en el mantra y donde hay políticos que siembran la duda del fraude sobre todos aquellos que han nacido lejos. Román y Dante se escriben y se interpretan a sí mismos en un país que, a su vez, se ve obligado a mandar lejos a los propios para buscarse un mañana. La situación no deja de ser tan paradójica como triste.
En construcción es todo ello a la vez, una mirada a la realidad con sus buenos y malos momentos, un diario de las relaciones personales, del comportamiento de los que vienen y los que son de aquí, de las situaciones que unos y otros tienen en común, un acercamiento a aquello que a veces el público no ve porque no quiere o no puede. Y es, por supuesto, una invitación a pensar, algo a veces tan costoso para algunos, sobre todo para aquellos para los que la reflexión es un peligro.