La semana pasada hablábamos de gastronomía. Y finalizábamos con un “continuará”. Es lo que tiene disponer de un espacio limitado: no deja de ser esto como una mesa, y a veces, cuando el menú es grande, este no cabe en ella. Porque comimos el primer plato, probamos el segundo y el postre ni lo olimos. Continuemos, por lo tanto con ese segundo plato: la mesa redonda que tuvo lugar en Artium la semana pasada. Una mesa en la que artistas, cocineros, críticos gastronómicos y de arte conversaban sobre el mundo de la cocina.
Los cocineros tenían claro que su trabajo es arte y así lo transmitían: hablaban de creatividad, investigación? “El arte es comunicación estética”, decía uno. Pero los artistas disentían. Opinaban que los cocineros tienen un gran hándicap: están supeditados a agradar el paladar del comensal. Su límite es claro: gustar. Por el contrario el artista visual no busca, en principio, deleitar la vista del público. Picasso, Goya, Munch -por ejemplo y entre muchos otros- realizaron en su día obras que no eran agradables. Más bien algunas de ellas -acordémonos de El Guernica, de los Fusilamientos del tres de mayo o de El grito- eran obras trágicas, incluso antiestéticas a vista del común mortal. En el arte, decían los artistas, lo importante son los contenidos, lo que cuentas. Y quizá, proseguían, un cocinero que se preocupe de realizar platos con ingredientes cercanos, en los que haya un respeto hacia el entorno, incluso hacia la propia naturaleza, buscando el buen alimento, lo sano, lo sostenible y económico? transmita ahora mismo más a la sociedad y se acerque más al verdadero arte que un cocinero estrella, mediático, que cobra por realizar sus sofisticados e impactantes platos un ojo de la cara.
Los críticos de arte dibujaban a grandes rasgos las últimas décadas de la creación y del arte en nuestro país: unos años ochenta en los que los artistas visuales estaban en boga y tenían una gran proyección social, mediática; unos noventa en los que los arquitectos toman el relevo de los artistas: se levantan por doquier grandes edificios, museos, auditorios? de carácter emblemático; y en la primera década del siglo XXI, los nuevos gurús son los cocineros: refinados y onerosísimos restaurantes, programas televisivos dedicados a la cocina? También ponían en solfa el ego de cocineros estrella. Cocineros que se creen grandes artistas. Aludían a Adriá, un cocinero que ahora mismo está presente, como artista, en grandes ferias de arte, dando de comer a los grandes gerifaltes del mundo del arte y de la política europea.
Y los críticos gastronómicos fueron feroces con respecto al panorama de la cocina actual. Comentaron que hay muchísima tontería y un descomunal esnobismo en este ámbito. Y, en estos momentos, una gran crisis, por otra parte. Pues la “burbuja gastronómica” se está deshinchando ya.
Y una pregunta al aire, para finalizar: ¿durante la próxima década, cuál será el arte que tomará el relevo mediático de la gastronomía?.