valladolid - Conflictos de orden social, moral y familiar grativan sobre las tres películas europeas que compitiron ayer en la penúltima jornada antes del palmarés y clausura -el sábado- de la Seminci. Un aparcamiento público, descubierto y habilitado en un solar del centro urbano de Budapest, es todo el escenario del que se sirve el realizador húngaro Bence Miklauzic para trenzar Parkoló, una tragicomedia “que se puede interpretar en clave social”, aunque esa no fue su primera intención, precisó.

Dentro de Parkoló subyace la idea de que “los listos son los que triunfan y el resto se tiene que buscar la vida como pueda”, explicó Miklauzic. El aparcamiento es el único medio de vida de un antiguo legionario que lo regenta con estrecheces, hasta que un hombre de negocios que hace uso del mismo se empeña en complicar la situación al tratar de estacionar su Ford Mustang en un lugar prohibido dentro del solar. “El Gobierno de Hungría ha favorecido en los últimos años la idea de que los ricos, la clases más pudientes, han conseguido esa situación por sus propios méritos”, matizó el realizador húngaro a propósito de su tercera película, un duelo entre dos personajes que representan estamentos antagonistas y mal avenidos. Ambos protagonistas, el legionario y el ejecutivo sostienen un duelo con sabor a western que el propio realizador no negó y que ha insinuado en forma de miradas retadoras y gestos desafiantes acentuados por la escasez de diálogos. Miklauzic lanzó, no sin ánimo crítico, la idea de que el dinero puede imponerse a cualquier situación, derribar los obstáculos conducentes al objetivo planteado, pero también pueden darse variantes inesperadas como las que plantea Parkoló.

Turquía, país invitado del festival, compitió con Kuzu (El corderito), de Kutlug Ataman (Estambul, 1961), una fábula cinematográfica con moraleja. Ataman relata los apuros de una familia de escasos recursos para hacer frente a la tradicional fiesta que deben brindar a la comunidad los deudos de los hijos que son circuncidados. La situación se complica y durante su resolución asoman a la pantalla determinados rasgos sociales de la actual Turquía que relegan a la mujer a un papel más que secundario y exclusivamente vinculado a la progenie.

Por último, la danesa Pernille Fischer Christensen presentó la muy aplaudida En du elkser (Alguien a quien amar), en la que el actor Mikael Persbrandt encarna a Thomas Jacob, un cantante de fama y éxito internacional a costa de una vida vacía como comprueba cuando decide, después de varios años, regresar a su Dinamarca natal para grabar un disco. Allí se encuentra con su hija, devorada por las drogas, y con un nieto que al principio repudia.