Vitoria - Mientras se está a la espera de que en semana y media se ponga en marcha la Euskal Etxea, Montehermoso sigue con su programación expositiva de esta última parte del año. Si el jueves, el centro cultural de lo alto de la colina inauguraba la retrospectiva fotográfica organizada por el Archivo Municipal Pilar Aróstegui, ayer volvió a sumar una nueva oferta, en esta ocasión dentro de las presentaciones de las creaciones resultantes de su programa de ayudas a proyectos artísticos.
A mediados de septiembre fue Lucía Delgado quien abrió este ciclo con Prepotentes por naturaleza (que todavía se puede ver hasta el día 12). Ahora es Asier Bejarano quien toma el relevo de la mano de Resiliencia, con la que el público se podrá encontrar hasta el 2 de noviembre dividida entre el ambigú y la sala Jovellanos.
Fotografía, vídeo, escultura, instalación y arte sonoro se ponen al servicio del autor para generar dos espacios distintos pero al servicio de una idea común. “La resiliencia es la capacidad de los seres vivos para sobreponerse a períodos de dolor emocional y situaciones adversas. Cuando un sujeto o grupo es capaz de hacerlo, se dice que tiene una resiliencia adecuada, y puede sobreponerse a contratiempos o incluso resultar fortalecido por éstos. El concepto lo abordo desde una perspectiva positiva, la cual se centra en las capacidades, valores y atributos positivos de los seres humanos, para afrontar y superar los problemas y adversidades de la vida, y construir sobre ellos”, explica el artista.
A tal fin, en la sala Jovellanos presenta una instalación compuesta por varias piezas, un diálogo entre obras donde el mar se convierte en el cimiento. Residuos encontrados en playas que se convierten en mensajes atrapados en botellas, fotografías de los espacios naturales favoritos de personas encontradas por casualidad, espejos que salen del agua... son elementos que confluyen en este caso.
Ya en el ambigú, la intención del artista pasa más por presentar obras con significado individual, siendo la tierra el punto de referencia. Así, se juega con distintos conceptos como la vida o la paz, en este caso convertida en palabra en varios idiomas que se encuentra escrita en distintas placas a modo de gong que se puede tocar.
“El arte es, no sólo para un artista sino para todo el mundo, un camino al conocimiento, a la metamorfosis a través de la resiliencia. La exposición es un espacio para esa metamorfosis, es sólo un espejo donde nos reflejamos todos”, una propuesta que ahora Bejarano invita a compartir hasta el 2 de noviembre con aquellos que acudan al centro cultural.