Vitoria - Hoy, el relato de los conflictos bélicos que se producen en el mundo ha cambiado mucho. La guerra de Irak supuso un antes y un después tras la que la figura del corresponsal ha quedado, salvo excepciones, reducido a casi la nada, maniatado por el control férreo y la servidumbre de no pocos medios de comunicación. Lo que está aconteciendo en Siria y cómo se está contando es para el periodista y escritor alavés Ángel Martínez Salazar el más claro ejemplo de esta situación.

Por ello, de la mano de Laertes, ha editado el libro Aquellas guerras que nos contaron, el retrato de una profesión que languidece tal y como se desarrolló en los siglos XIX y XX para tomar un nuevo cuerpo, ya sea éste mejor o peor. A través de una decena de capítulos, Martínez Salazar hace una “radiografía” que no quiere ser un listado de nombres y hechos, sino una mirada, a través de su propia palabra pero también de crónicas, reportajes y otros libros, a quienes, en no pocos casos, incluso han perdido su vida por estar donde debían, aunque la lógica del común de los mortales indique lo contrario.

Pero no se esconden tampoco vergüenzas, comportamientos y actitudes que hacen “que algunos y algunas no salgan muy bien parados”, apuntó ayer el propio autor, que en la presentación de su libro estuvo acompañado por el Premio Nacional de Cómic Antonio Altarriba.

Este último explicó que el libro describe dos nostalgias. Por un lado, con respecto a una “figura en extinción” como es la del corresponsal. Por otro, hacia “la última posibilidad de la aventura” puesto que en el mapa del mundo “ya no quedan espacios en blanco por descubrir”.

Desde los primeros enviados que recurrían al dibujo para poder ilustrar sus crónicas hasta el ya mencionado conflicto de Irak, estas páginas se presentan como el diario de una profesión, con sus luces y sus sombras, abierto también a quienes no conocen el periodismo por dentro.