Uno de los sectores económicos más afectados por la crisis financiera de 2008 ha sido sin lugar a dudas, el de los medios de comunicación, en sus tres formulaciones clásicas y consecuentemente el mundo de la publicidad, que vieron bajar los ratios de explotación, contratación y beneficio, ocasionando una limpia de cabeceras de periódicos como no se había conocido en la historia contemporánea de los medios. ERE de extinción, cierres de cabeceras, reducciones de plantilla, recortes en la explotación diaria de periódicos, radio y televisiones han venido produciéndose en los últimos años con pavorosa celeridad, dibujando un panorama de dura contracción económica que ha obligado a un redimensionamiento drástico y general de los mismos. Y este panorama debe añadirse en el campo de la prensa, la dura competencia de lo digital, que ha obligado a las empresas de comunicación escrita a atender la creciente demanda en la red y la reducción de anunciantes y compradores del tradicional periódico en papel. Llegan noticias de Estados Unidos que hablan de un nuevo horizonte para los periódicos que han comenzado a tener beneficios, eso sí, manteniendo la oferta escrita y la digital, y mejorando estilo, modo de contar y personalidad de los periodistas, que deben aportar brillo propio que añada calidad y excelencia a lo que escriban, única manera de atraer al comprador, en un ejercicio de doble oferta que evitará el sorpaso de la prensa digital y no convertirá al papel en reliquia. Los agoreros de la profesión periodística han frenado sus poco halagüeñas profecías y ahora anuncian síntomas de recuperación en la venta de diarios/papel norteamericanos y reivindican la profesión periodística como una necesidad básica de la actual sociedad sea digital, analógica o ambas cosas a la vez, que de todo hay en la viña del señor Mc Luhan.