Cannes - Argentina revolucionó ayer Cannes y lo hizo con risas. Las de la divertida comedia negra Relatos salvajes y las de su director, Damián Szifrón, y sus protagonistas, Ricardo Darín o Leonardo Sbaraglia, en la presentación del filme, que se convirtió en todo un espectáculo.
Un verborreico y feliz Szifrón se mostró encantado con la buena acogida del filme en el festival, donde compite en la sección oficial por la Palma de Oro, con su conjunto de historias que constituyen "una mirada sobre las sensaciones que nos produce la realidad". Un ingeniero harto de que la grúa se le lleve el coche; una novia que se entera de la infidelidad de su novio el día de la boda; un hombre que tiene un encuentro desafortunado en la carretera; una camarera que se encuentra con el hombre que arruinó la vida a su familia; los pasajeros de un avión que no saben que tienen algo en común y la falsa coartada de un accidente de coche, componen este fresco. Y lo que tienen en común estas historias es que sus protagonistas, en esas situaciones límites, estallan exagerada y violentamente. "Todos nos hemos visto en una situación que te empuja a conocer, quieras o no, tus propios límites", reconoció Darín, que interpreta a un ingeniero experto en explosivos. Situaciones que se producen en un contexto real, el de la crispación social que existe en estos momentos. "Si los políticos hicieran bien su trabajo, haría otras películas", reconoció Szifrón, que aseguró ser una persona "medianamente normal" porque es un director de cine y puede escribir sobre las cosas que le molestan y le generan tensión. Pero matizó que la riqueza o la falta de ella no es el único problema. "El fondo de la cuestión es que toda persona viva de lo que realmente ama", afirmó el realizador, que considera que la gente es víctima del sistema. Relatos salvajes está producida por la argentina Kramer & Sigman Films y la española El Deseo -de los hermanos Almodóvar-, algo que destacó Szifrón, que se siente muy identificado con el trabajo de Pedro Almodóvar por su mezcla de géneros y reflexiones más personales y cotidianas. El propio Pedro Almodóvar dijo ayer que se sintió atraído por "la parte más salvaje" del filme de Szifrón, que no cree que llegue a ganar la Palma de Oro, aunque consideró que "no hace falta ganar un premio para que la película vaya bien parada".
Por su parte, el realizador francés Bertrand Bonello presentó ayer, también en competición oficial, su película sobre el genio de la moda Yves Saint Laurent, retratado aquí también como un transgresor y una persona compleja y depresiva. La película, que resulta excesiva y, por momentos, grotesca, no cuenta con la autorización expresa del que fuera pareja y socio de Saint Laurent durante casi 50 años, Pierre Bergé, pero que tampoco nadie ha intentado parar, como señalaron ayer Bonello y los productores. Pero esa falta de autorización expresa no ha sido negativa, sino que ha dado al director "la libertad" de hacer el filme que querían hacer, sin tener que estar pendientes de que el resultado tuviera que ser aprobado. "Estamos muy orgullosos del resultado y nadie nos ha impedido hacerlo", remarcó Bonello. Saint Laurent se centra en un década de la vida del creador, a partir de 1967, porque fueron los años más productivos desde el punto de vista artístico y los más complicados de su vida personal, con complicadas relaciones amorosas, dependencia de drogas y épocas de depresión. Gaspard Ulliel hace una interpretación muy cercana a la realidad del modisto, aunque sin caer en el mimetismo ni en la imitación del personaje. Junto a él, intervienen Jérémie Renier (Bergé); Léa Seydoux (Loulou de la Falaise) y Aymeline Valade (Betty Catroux).