25 años de Trayecto
En 1989 se dieron los primeros pasos. En Ramiro de Maeztu antes y en San Vicente de Paúl ahora, la galería gasteiztarra mantiene un cuarto de siglo después de su apuesta por el arte contemporáneo.
Su teórico horizonte marcaba el año 2000, el supuesto cambio de siglo, como punto culminante de lo que debía ser su actividad. Pero la fecha ya quedó atrás. En este mes de marzo, la galería Trayecto cumple 25 años de andadura, un cuarto de siglo sin celebraciones puesto que no son del gusto de la sala gasteiztarra, aunque en torno a esta fecha sí hay momento y espacio para la reflexión, para el análisis, para mirar al ayer y el hoy, para tal vez atisbar algo del mañana.
Durante no pocos años fue la calle Ramiro de Maeztu quien acogió la apuesta nacida en 1989, aunque hoy sus pasos se dan desde San Vicente de Paúl. Casas físicas, palpables, que en realidad ni pueden ni quieren contener una propuesta que las ha utilizado como punto de partida o de llegada de una línea de trabajo alejada de lo que el gran público entiende como habitual en estos espacios. "Hay dos tipos de galerías. Unas, y aquí es donde estamos nosotros, son las que se dedican a la creación de valor, es decir que trabajan con valores no constituidos y entiendo valor no sólo como lo propio del mercado. Los artistas no crecen solos. Es una labor de conjunto. Y luego tienes otras salas que lo que hacen es comercializar el valor creado por otros", apunta el artista y galerista, Fernando Illana.
En el origen, en aquella Gasteiz de los años 80, se encontraba una idea básica a la hora de iniciar la senda: era necesario crear, entre lo público y lo privado, un contexto propicio para el desarrollo del arte contemporáneo en el territorio. "Había un tejido de artistas interesante, y se suponía que con las estructuras precisas y voluntad política se podían hacer cosas para cambiar el panorama de entonces", recuerda Illana, quien en aquellos momentos era parte de la Asociación Alavesa de Artistas, la conocida como Triple A.
En el apartado de lo institucional, con Armando Llanos como director general de Cultura de la Diputación Foral de Álava y Pascual Jover al frente de la caja provincial, apareció la idea de la sala Amárica como un espacio que debía ser gestionado por los creadores. "Pero hay que reconocer que no estuvimos a la altura" por lo que la idea cambió, se decidió convertirla en el lugar para las exposiciones temporales de lo que debía ser el futuro museo de arte contemporáneo del territorio (es decir, Artium), teniendo al frente a Sara González de Aspuru y Daniel Castillejo (responsables hoy, respectivamente, del Bellas Artes de Álava y el centro de la calle Francia).
Fuera ya de la asociación y tras haber sido la persona que eligió la sede de Amárica, Illana encontró los socios para poner en marcha la aportación privada a ese contexto que se quería generar. Apareció la oportunidad del local de Ramiro de Maeztu, con 450 metros cuadrados, y la maquinaria se puso en marcha. "En España no había una galería como aquella. Por ejemplo, en ningún sitio se exponían instalaciones y nosotros empezamos a hacerlo", apuestas que fueron haciendo que el nombre del proyecto cobrase fuerza dentro y fuera de Gasteiz.
Extraños "Nos convertimos en una especie de OVNI", dice con una sonrisa Illana, consciente de que hay quien sigue teniendo la misma impresión un cuarto de siglo después. "A nosotros nos han atacado en ocasiones por ser, según dicen, muy elitistas. Pero imagínate que le llaman elitista a uno ornitorrinco porque resulta que es un animal que parece muy raro. Pero no es elitista, es que es un ornitorrinco, no le queda otra".
En una ciudad "pequeña, de clase media y sin casi relación con el arte contemporáneo salvo en el caso de un determinado grupo de gente", en este tiempo hay cosas que no han cambiado, como el hecho de la relación con el mercado. "Aquí no existe interés, es decir, no puedes provocar 300 ventas pequeñas. Por eso nos centramos, entonces y ahora, en conseguir cuatro compras" pero de entidad, una labor más allá de las fronteras alavesas que también implica la promoción de los artistas que trabajan con la galería no ya "para que tengan unos ingresos, sino para que conceptualmente puedan seguir desarrollándose".
En esa línea Trayecto se ha caracterizado, y sigue hoy haciéndolo, por no proponer una agenda expositiva al uso, sino la generación de diferentes proyectos para afrontar desde distintas perspectivas las problemáticas de la creación contemporánea y su gestión, algo a lo que ha sumado publicaciones, mesas redondas, encuentros... No se trata de mostrar un objeto. "Así, simplemente seríamos una galería más", aunque esta manera de actuar también presenta sus retos puesto que "es complicado mantener la coherencia, incluso desde un punto de vista teórico", sin olvidar que la apuesta supone "que el listado de artistas se reduzca; al final, el capital siempre puede".
Aún así, el camino se ha hecho. También en ferias como ARCO o Basilea, donde su nombre ha ido asociado al de Vitoria, más allá de que las instituciones locales hayan sido reacias al apoyo a la sala en este sentido. "Al hablar de la galería siempre la hemos definido muy ligada al contexto en el que está, de ahí nuestra vinculación con la ciudad", más allá de que "lo que más nos ha perjudicado siempre ha sido la relación entre lo público y lo privado".
De hecho, esa vinculación que se buscaba alimentar en el origen y que marcaba la frontera del año 2000 como meta del camino porque se pensaba que para entonces todo habría cambiado, no se produjo. "Si las cosas van mal, es un fracaso colectivo. Sólo con las estructuras públicas o sólo con las privadas no hay nada que hacer".
Así que pasado ese teórico límite temporal, la sala siguió su curso, adentrándose, eso sí, en un lustro del que Illana no guarda buenos recuerdos. "2003 y 2004 fueron muy desagradables; incluso se corrió el peligro de cerrar". "La galería no había generado pérdidas, al contrario. Yo era un socio, pero además ponía el trabajo y el conocimiento, sin embargo no me lo pagaron. Eso fue la ruptura" y el inicio de una nueva etapa desde la calle San Vicente de Paúl ya con el artista como único soporte. Eso no se tradujo en un cambio de filosofía, aunque el mercado del arte sí se estaba modificando. El hundimiento de las llamadas empresas .com fue el anticipo de la caída del ladrillo y de la entrada a la crisis, lo que supuso la desaparición de las colecciones que no pocos empresarios de diferentes sectores habían iniciado ante la idea de que el dinero ya sólo podía fluir, un pensamiento compartido por casi la totalidad de partidos políticos con responsabilidades municipales en ciudades como Vitoria. Todo era posible porque todo se podía pagar... hasta que eso se paró en seco. "Mientras eso ocurría, las galerías y los artistas que estábamos en otro lugar, nos encontrábamos a dos velas".
Trayecto, sin embargo, no se detuvo. Consciente de que alimentar el pensamiento crítico es siempre imprescindible, la galería que se abrió en 1989 puede reconocerse en este 2014 ya que "en la medida en que hemos podido, la coherencia se mantenido", incluso cuando poner en tela de juicio algunos mecanismos de citas como ARCO le han supuesto a Illana diferentes críticas.
"El marco institucional es hoy un marco que sigue abierto pero en el que dentro no hay nada", apunta el artista, poniendo como ejemplo la situación actual de Montehermoso. "Lo que se ha hecho aquí, como en otros lugares, es crear equipamientos de gasto", sin aprovechar, a su juicio, oportunidades como la que podría haber supuesto Artium. "En 2002 se abrió como si fuera una estructura de los años 80, no como un lugar para 2015", sin reivindicarse, además, "como el museo vasco de arte contemporáneo", sobre todo ante un Guggenheim "que no crea contexto sino desamparo".
Con todo, Illana reconoce que si pudiera volver a aquel 89 sabiendo cómo ha evolucionado la galería, volvería a repetir la experiencia. "Aquí están mis dudas como artista". Es consciente de que muchas salas de distintos puntos del Estado han cerrado sus sedes para trasladarse a Madrid, "pero yo no tengo edad ya para irme", ríe. Eso sí, el futuro de Trayecto es algo que se le escapa. "Lo que podemos aportar es conocimiento y experiencia. Seguimos teniendo cosas que decir".