Vitoria. "Busco la forma de expresarme en cada momento, según vengan los tiempos, las propuestas y los encuentros con otros músicos". Así se describía Enrique Morente en la última entrevista que tuvo con DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA. Era noviembre de 2010 y el maestro quiso volver a encontrarse con otras páginas antes de llegar el 16 de diciembre de ese mismo año al Principal, un concierto que, por desgracia, nunca llegó a ser. Su voz se apagó tres días antes. Meses después, en abril de 2011, fue Estrella Morente la que, junto a la Orquesta Nacional de España, se subió a un escenario de la calle San Prudencio que tenía el cartel de completo colgado en su taquilla.
Para esta noche, a partir de las 20.30 horas, tampoco queda ni una sola butaca libre. Se terminaron hace unos días. Será una cita especial, el regreso de Estrella a un teatro que ya conoce, unas tablas que se quedaron con las ganas de disfrutar de su padre. De todas formas y de diferentes maneras, el maestro granadino va a estar más que presente en esta ocasión puesto que a él, a su persona y su talento está dedicado el recital.
Será la segunda cita de la Red Municipal de Teatros con su nueva temporada invierno-primavera, una programación que con este concierto pone en marcha también una nueva edición del ciclo Flamenco del Siglo XXI, certamen que desarrollará el resto de sus citas, como suele ser habitual, en el Jesús Ibáñez de Matauco ubicado en el centro cívico Hegoalde (José Valencia, Rocío Márquez, Vicente Soto Sordera y La Macanita actuarán entre febrero y marzo).
Pero eso ya llegará. Hoy es el momento de subir el primer telón y hacerlo con una mujer que no necesita aprovechar el nombre de su padre para ser alguien sobre la escena pero que tiene la inteligencia artística y emocional de homenajearle junto a un público que le echa tanto de menos.
Como bien recordarán muchos, fue en julio de 2006 cuando Enrique Morente visitó por última vez la capital alavesa. Lo hizo en el marco del Festival de Jazz de Gasteiz, dejando en Mendizorroza varios momentos irrepetibles, como aquella versión de Summertime, que volvieron a ser una clara demostración de que el maestro, desde el flamenco, era capaz de arriesgarse hasta límites que otros, con su trayectoria y renombre, ni siquiera pensarían. Pero es que sólo los grandes se atreven a hacer determinadas cosas.
Sin renunciar a la figura de su padre pero sin querer hacer carrera detrás de su sombra, Estrella Morente es por derecho propio mucho más que la hija de. Sus discos, giras y proyectos paralelos, como aquella gira con la Orquesta Nacional de España, van componiendo un camino característico y único, más allá de que el peso del apellido es irrenunciable. Este arranque de 2014, de hecho, está sirviendo para visualizar esa admiración por el músico que además era progenitor. Lo ha hecho con memoriales especiales en Madrid y con los conciertos que está desarrollando en diferente s puntos del Estado, como el de hoy en Vitoria.