LA potencia movilizadora de la tele en la conformación de la opinión pública es poderosa y comprobable día a día. Audiencias millonarias, poder penetrante y retentivo de las imágenes, habilidad narradora de los profesionales y redundancia de los mensajes son factores movilizadores de los ciudadanos hacia determinados planteamientos ideológicos, políticos, éticos y sociales. La Monarquía paso con éxito la Transición y la noche de los transistores con el guardia civil esperando la llegada del Elefante Blanco que no se movió. La familia real era respetada en los medios hasta que el pim pam pum se desató cuando la normal vida rutinaria se fue agitando con historias varias de amores fracasados, divorcio familiar y yerno deportista acusado de cometer varios delitos penales, más aparición de sospechosas sombras sobre el quehacer del jefe de familia, que disparó todas las alarmas. En los últimos años la Casa Real se ha visto sometida a intenso bombardeo mediático y la figura principal es ya objeto de chacota sobre todo en las televisiones, que le han perdido el respeto a una figura clave en el engranaje del poder. La crítica social a las instituciones, sean reyes o príncipes, siempre ha estado presente en el imaginario social, que ha expresado repulsa o agrado hacia los personajes del poder. Las televisiones mayoritariamente, salvo la oficial TVE, permiten un juego en ocasiones agresivo sobre los componentes de la familia borbona. A lo mejor juegan con fuego, porque puesta en marcha una operación de acoso y derribo mediático es casi imposible pararla, y roto el muñeco es muy difícil recomponerlo. Y jugar con fuego conduce al incendio y se está creando una imagen de despilfarro, inutilidad y desafección de una institución básica en el actual andamiaje institucional. A lo tonto a lo tonto, con tanto opinante desatado y tanta repetición de lo mismo, se pueden provocar consecuencias no deseadas, porque cuando el pueblo opina es certero y contundente y la escalada social de desamor no hay quien la reconduzca hasta que desborde el asunto y provoque el cambio.