En Francia ya sabían de lo que son capaces los componentes de la Gasteiz Big Band. El año pasado, sin ir más lejos, el festival Fête de la Musique les abrió sus puertas a lo grande. Ahora han tomado buena nota también en Suiza, donde incluso antes de irse les han realizado algún que otro guiño para un futuro regreso. Bueno, el tiempo dirá. De momento, la formación alavesa está degustando unas 72 horas que han sido más que intensas. "Estamos muy agradecidos", apunta el director del grupo, Jimmy Bidaurreta, para reconocer a continuación, "y también agotados".

Entre el viernes y el domingo, la agrupación disfrutó de un auténtico maratón que le llevó hasta Zúrich para tomar parte en el veterano y prestigioso festival PolyBall en respuesta al viaje que el pasado verano realizó a la capital alavesa la ETH Big Band, formación nacida en el seno de la universidad de la ciudad suiza (la misma, por ejemplo, donde estudió Albert Einstein).

Tras el viaje hasta la ciudad europea, que la mayor parte de las 25 personas que han compuesto la comitiva alavesa hicieron en avión aunque también hubo quien se trasladó en coche por miedo a volar pero también por la carestía del traslado de los instrumentos por el aire, el mismo viernes la Gasteiz Big Band fue objeto de una recepción que tuvo lugar en el Ayuntamiento de Zúrich. Hubo intercambio de obsequios y un ambiente cercano. "Los tres días no han podido transcurrir mejor, también en el plano institucional", comenta Bidaurreta.

Aunque hubo algo de tiempo para hacer un poco de turismo a través de visitas guiadas "porque ya que estás allí no quieres perderte nada por muy cansado que estés", lo fundamental del desplazamiento pasó, como no podía ser de otra manera, por la actuación de los alaveses en el marco de un festival con 130 años de historia como el PolyBall. Tanto el marco, un campus universitario ubicado en pleno centro, como las actividades organizadas para celebrar semejante aniversario dejaron una fuerte impronta en la comitiva. "Fue un todo, incluyendo la participación masiva de la ciudad, que al verlo te hablaba a la perfección de la dimensión que tiene el evento", describe el director de la big band, a la que le tocó actuar en el escenario más grande. "Estaba abarrotado. Fue espectacular ver a todo el mundo bailando, disfrutando", también cuando los vientos de la Gasteiz y la ETH interpretaron un tema de manera conjunta. "Después no pudimos ver todos los conciertos pero casi; algunos nos quedamos hasta las cinco de la madrugada", incluyendo, incluso en un concierto de música latina, demostración de capacidad para el baile con el público local.

Mención aparte merece la relación que se ha seguido cimentando con la ETH Big Band, agrupación que, por cierto, el próximo año acudirá a actuar a Japón. "Estamos estableciendo una relación de amistad estrecha" que se tradujo estos días, por ejemplo, en una cena de hermandad, pero también no pocos momentos compartidos y en distintos regalos mutuos, como los arreglos de una composición que los suizos ofrecieron a los alaveses, quienes correspondieron con un cartel específico, bajo el particular diseño que siempre hace la Gasteiz Big Band, como reflejo del hermanamiento. Lo que puede conseguir la música...