BILBAO. Barea recibió la llamada del Ministerio español media hora antes de entrar a los ensayos de Las comedias bárbaras, de Ramón María del Valle-Inclán. La obra se estrena este mismo viernes, en el Centro Dramático Nacional, y en la misma él será Montenegro. "Llevo meses esperando este momento. Es mi segundo acercamiento a Valle Inclán; el primero lo hice con Helena Pimenta, el año 2002, y estoy ansioso y feliz a la vez. Esto es un auténtico lujo". El premio Nacional de Teatro 2013 le reporta 30.000 euros y Barea asegura que el dinero le vendrá muy bien "para pagar deudas".
No lo esperaba. Lo del premio, digo.
Ah, no, no. Ha sido una gran sorpresa. Pero mira, tengo algo íntimo con el número 13. Mi padre nació un 13, mi hermano, otro 13, y yo también nací un 13, aunque fueron días de la semana distintos, claro. Y este año lo he comentado con algunas amistades cercanas, en plan broma, pero tenía el presentimiento de que 2013 me iba a regalar algo bueno, alguna gran alegría. Y mira.
Después de participar en más de 90 películas, un sinfín de piezas de teatro, etc... ¿Aún le extraña que le den premios?
Ya, me imagino que me lo han concedido por toda mi trayectoria, pero aún así sigue siendo una sorpresa y me da cierto pudor el recibirlo, de verdad. Primero porque son muchos los que se merecen este galardón (aunque lo que acabo de decir suena a perogrullada, es así); segundo porque pensaba que yo era invisible, que nadie se fijaba demasiado en mí; y tercero porque no he tenido una trayectoria triunfal. Y tampoco me he prodigado en ciertos círculos. No creo en el éxito fácil, yo soy más de andar por tierra, de cargar y descargar las furgonetas, de subirme al escenario y de participar en todo desde abajo. Ese ha sido siempre mi modo de actuar.
Y, además, ha sido bastante crítico con las instituciones.
Sí, eso también. No soy un hombre de moda, está claro, nunca he sido caballo ganador y tampoco fácil de manejar, pero este premio me hace pensar que quizá no fuera tan invisible.
¿De qué o de quiénes se acuerda ahora?
Uf, de mucha gente, de muchísima, de todos los que me han acompañado en este largo camino, de aquellos que han reforzado mi trayectoria, de tantos y tantas... Ya te he dicho que yo no tengo una carrera triunfal, pero sí creo que me he ganado el respeto de mis compañeros, y eso es muy importante para mí.
El jurado ha destacado su faceta de "hombre de teatro integral" y ha valorado el riesgo que ha asumido en muchos de sus proyectos...
Me gusta emprender nuevos proyectos, montar pequeñas locuras. Disfruto mucho con eso. ¿Y qué hace un tipo que tiene la vida más o menos resuelta metido en esa clase de líos? Podría retirarme, pero no puedo evitarlo, yo me lo paso bomba con esto.
Hablando de 'proyectos locos', habría que destacar quizá el último: Pabellón Nº 6. Pocos confiaban en que pudiera sostenerse en el tiempo, a pesar del respaldo de tantos actores y actrices.
Sí, incluso amigos o gente de la profesión me ha reconocido ahora que pensaba que Pabellón 6 iba a cascar. Pero mira, el boca a boca nos ha traído un público fiel y ahora tenemos cierta tranquilidad, un sosiego que nos permite trabajar de otra forma, que nos permite incluso afrontar producciones propias, arriesgando un poco.
Pabellón Nº 6 se está convirtiendo en una referencia, no solo para Bilbao.
Eso esperamos y trabajamos duro para ofrecer cosas curiosas y de calidad. Además, en los últimos meses hemos notado un acercamiento de la profesión hacia el proyecto, y eso es muy positivo, aunque hay que seguir trabajando para que Pabellón 6 se convierta en una referencia de las artes escénicas en Bilbao y en toda Bizkaia.
No parece que tenga muchas ganas de jubilarse...
No, no pienso en eso.