En este caso da igual euskera que castellano. Es lo de menos, porque la pulsión de la escritura trasciende a los idiomas. Txani Rodríguez ha publicado tanto en euskera como en español, y descubre el porqué de sus estímulos: "No sé cuándo decidí ponerme a escribir ni por qué. Tuvo que ser porque descubrí pronto la parte lúdica de la escritura". Y ahora sigue escribiendo "porque la literatura supone para mí un anclaje. Me da confianza para delimitar mis miedos y mis deseos. Escribir de alguna manera nos mantiene ensimismados pero, al mismo modo y de alguna extraña manera, atentos a nuestro entorno. Al menos, yo me nutro de lo que veo. Me gusta la sensación de perfilar un buen párrafo, la de saber que has tenido una idea que quizá se convierta en un cuento o en parte de una historia. Me gusta hacer lecturas literarias a cualquier momento de la vida".
A aquellos escritores que arrancan o que tienen pensado hacerlo, la escritora de Laudio les aconseja que sean "perseverantes y pacientes; que lean mucho y no se acomoden en los halagos que puedan recibir; que crean en sí mismos, que encuentren su voz. Y que olviden que probablemente lo que escriben lo van a leer sus padres, sus hermanos, sus amigos... A menudo publicar no sirve para quedar bien, digamos, sino para todo lo contrario".
Pedro Ugarte es veterano en la plaza de la escritura. Ha escrito una quincena de libros y muchos de sus relatos figuran en reconocidas antologías. Pero, aún así, el creador bilbaino no sabe por qué escribe: "Me gustaría tener una respuesta pero en mi caso no la hay. Recuerdo que, en segundo de Primaria, la hermana Teresa nos mandó escribir un cuento y me gustó tanto la idea que a lo largo del curso escribí muchos otros, en un cuaderno que aún conservo. A veces buscamos en la vida respuestas complicadas a cosas que, a lo mejor, son muy sencillas: me retraté de esa manera mucho antes de llegar a la mayoría de edad. Me he limitado a ser leal a aquel niño tan antiguo y lejano".
A los que sueñan con ser escritores, Ugarte les aconseja leer mucho y, si deciden escribir, "que lleven esa decisión hasta el final: obstinación y empeño. Por cierto, un escritor no necesita estímulos externos para insistir en lo suyo. Estoy seguro de que no harás en la vida nada verdaderamente bueno sin que antes te lo hayas ordenado a ti mismo. Y a la lectura y la obstinación, habría que añadirle la certeza de que es un camino largo y complicado, donde la soledad es mucha y los días de brillo pocos. Por cierto, nadie garantiza que esos días de particular lucimiento lleguen jamás. Un escritor es un juramentado, alguien que se ha comprometido consigo mismo a dedicar la vida a algo tan extraño e improbable como escribir".