Estos días es la artista alavesa Elena Aitzkoa quien está desarrollando un laboratorio bajo el nombre Viajera Mimosa, te cantamos, por que tu edad nació en la edad media de mis ojos, un proceso creativo que involucra a diferentes personas y que acabará en la realización de una película en vivo o un belén viviente. Y de aquí a final de año se sucederán varias residencias, al tiempo que entre el 10 y el 12 de diciembre se realizará, en colaboración con Bulegoa, z/b (Bilbao), un seminario en torno a la idea de Coreografía social dirigido por la investigadora serbia Bojana Cvejic.

Es sólo la parte final de un 2013 que para el Espacio de Creación Azala supone también la celebración de su primer lustro de funcionamiento, cinco años de crecimiento inicial desde su sede en la pequeña localidad alavesa de Lasierra. "El balance es positivo en el sentido de que el proyecto va tomando sentido, singularidad. Cuando uno comienza, tienes otros modelos que te sirven como referencia, pero es el paso del tiempo, las personas con las que trabajas, el sitio en el que estás... lo que te va singularizando. Cinco años después, Azala está continuamente repensándose", expresa la coreógrafa gasteiztarra Idoia Zabaleta, quien junto a Juan González, impulsa esta apuesta.

El espacio de creación, que compagina su rendimiento con el uso como agroturismo ("donde todavía tenemos que hacer un trabajo de visibilización, aunque el boca a boca está funcionando"), se ha ido construyendo cada día convirtiéndose en un lugar único en el territorio alavés. "Dentro de la profesión, tanto en Euskal Herria como en el Estado y también en el ámbito internacional, Azala ha conseguido situarse como un proyecto de referencia", algo que se demuestra de manera sencilla haciendo un superficial repaso a la larga lista de artistas, pensadores, investigadores... que acuden aquí para hacer, compartir, elaborar, experimentar, estudiar y expresar a través de residencias, talleres, seminarios... Una labor, eso sí, que no siempre llega a la sociedad en general, aunque ése sea un problema de comunicación del propio sistema del arte, "donde somos un pequeño nodo".

Claro que el camino se ha hecho y se lleva a cabo junto a otros. En el pasado fueron Krea, Montehermoso o Artium algunos de los que formaron parte de la red cercana a Lasierra, aunque es de sobra conocido lo que ha pasado con las tres estructuras públicas. Ninguna propuesta como Azala puede desarrollarse de manera aislada y ese diálogo con el otro se mantiene ahora con otros proyectos como el mencionado Bulegoa z/b, la sala Mostrenka, Kaxilda, Colaborabora, Muelle 3, La Fundición, Zwap, Dantzagunea... Además, el espacio alavés es parte de la asociación Karraskank, que a modo de Red de Experiencias Creativas de Euskadi, agrupa lugares, programas y agentes profesionales relacionados con la creación contemporánea y la creatividad aplicada desde una perspectiva de transversalidad, "dialogando entre y atravesando ámbitos disciplinares, culturales, sociales, ambientales, económicos, tecnológicos, científicos, educativos y políticos".

Por supuesto, ese camino iniciado un lustro atrás se comparte también con aquéllos que viven a esos 649 metros de altura a los que está situado Lasierra, personas con las que también se celebra a finales de cada agosto una fiesta pública, una puerta abierta a este "centro de alto rendimiento para los artistas, donde trabajar en libertad, tranquilidad, en la serenidad que da este espacio...". Claro que esto conlleva que el ir y venir de gentes en un pueblo con sólo siete vecinos es constante y numeroso. Por ejemplo, en este 2013, Azala sólo tenía previsto realizar una docena de residencias pero se van a terminar llevando a cabo 20. Y hay que sumar seminarios, talleres... es decir, cientos de presencias a lo largo de doce meses y eso sin contar con la faceta de turismo rural.

Desde Ecuador, Uruguay, Brasil, Inglaterra, Estados Unidos, Japón, Bélgica, Portugal... y, por supuesto, desde distintos puntos del Estado y de Euskal Herria acuden los creadores hasta este punto del territorio alavés. "Y tenemos una gran demanda, hasta el punto de que estamos empezando a tener que decir que no a muchas cosas. A ese nivel, es una fábrica donde se están generando muchas cosas".

La actividad no se detiene y se mira al futuro sabiendo que habrá ciclos y propuestas que en los dos próximos años se irán cerrando para dar impulso a nuevas propuestas. No pararse ni conformarse dentro de la continuidad de acción es fundamental para seguir asentando esta parte inicial de la apuesta y mirar ya al futuro a medio plazo. "Estos cinco años han sido de un esfuerzo tal que nos hemos sobredimensionado y eso lo tenemos que regular porque en caso contrario es imposible aguantar. La energía de trabajo que hemos invertido ha sido un tanto excesiva y tienes que tener cuidado porque el proyecto puede quemar. Eso significa que necesitamos regular, es decir, requerimos más apoyo, más gente".

Además, este proceso se ha producido justo en paralelo con la crisis económica, lo que ha hecho trastocar algunos planes sobre la estabilidad de la propuesta. "En ese sentido todavía estamos un poco en precario; hay que llamar a muchas puertas para seguir demostrando y justificando lo que hacemos".

Tal vez llegará un momento de mayor tranquilidad en este sentido, aunque Zabaleta tiene claro que un espacio como Azala estará siempre "iniciándose". De hecho, no contar con esa viveza e inquietud por evolucionar y cambiar en busca del rigor, la calidad y la radicalidad sería peligroso.