Es curioso pero su trabajo es imprescindible para la realización de cualquier tipo de propuesta en el escenario que sea y, sin embargo, en el Estado sólo hay tres centros donde formarse, su titulación no está ni reglada ni reconocida, y su labor es desconocida por el común de los mortales. Son Técnicos Especialistas en Artes Escénicas. Es decir, no son, como algunos les dicen, "los que montan los escenarios" ni "los que les damos a los botones para que se enciendan las luces". No. De hecho, nada de lo que ocurre delante del público sería posible sin ellos y ellas.
La Red Municipal de Teatros tiene conformado desde hace años un pionero y activo grupo de jefes-técnico que por un momento se detiene junto a DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA para subir su particular telón y mostrar su profesión. Son Alberto Etxeberria, Moisés San Mateos, Oskar Ruiz de Luzuriaga, Pablo Sanz, Juanjo Calderón, Joseba Ibáñez y Marian Rodríguez, aunque ella no puede estar presente en una cita que se produce en la oficina con la que cuentan en el Principal.
Los que menos llevan van a cumplir dentro de nada 20 años de camino juntos. Todos "hemos conocido el Florida, el Guridi, el Iradier, el Astoria, el Iris, el Principal y hemos visto cómo la mayoría iban desapareciendo y cómo iban apareciendo Iparralde, Lakua, Hegoalde, Ibaiondo... Es como la muerte y la resurrección de las artes escénicas en Vitoria" explica Ruiz de Luzuriaga al tiempo que San Mateos recuerda también a "todos los proyectos paralelos" que no se han llevado a cabo.
En este punto, Etxeberria reconoce que la ciudad "se merece un teatro más grande" porque, además, al Principal "se le está notando bastante que hace 20 años se le hizo una reforma muy gorda, pero que con el paso del tiempo, aunque ha habido inversión, está en un punto en el que pide otro cambio importante", como describe Sanz, aunque hay modificaciones que son imposibles porque el edificio está encajonado y no puede crecer en cuanto a sus dimensiones. Tiene, como dice San Mateos, "muchos achaques y limitaciones; en su forma de ser, es muy exigente, da facilidades pero respetando los límites". Eso sí, esa necesidad de otro espacio no tiene que ser de cualquier forma y sin mirar el precio.
Sanz entiende, por ejemplo, que los proyectos de auditorio que se han presentado en los últimos años "no eran realistas con las necesidades" de la ciudad, algo que Calderón completa al expresar que es preciso "recuperar el espíritu de 1917 con el que nació el Principal y decir: vamos a ver qué podemos hacer con lo que tenemos, crear algo funcional sin gastarnos una burrada de dinero y sin que sea algo emblemático".
Saben bien de lo que hablan. Son muchas horas, vivencias, montajes... "No podemos ser funcionarios de ocho a tres. Nuestro trabajo está dedicado a la cultura y el ocio de la ciudadanía y parte de nuestra labor se desarrolla cuando el resto está de fiesta", describe Etxeberria, que apunta la existencia de estudios en el campo de los técnicos de artes escénicas sobre enfermedades derivadas de su profesión como el desarraigo social, el alcoholismo o problemas con otras sustancias "sobre todo en aquellos que hacen giras". No es sencillo compaginar agenda con familia, amigos... Salvo que sean personas del sector. "El primer año, la gente te dice para ir al monte o hacer una comida. El segundo, te llaman si se va a juntar toda la cuadrilla. El tercero, te avisan si te ven por la calle. Y el último ya no cuentan contigo", apunta Ruiz de Luzuriaga.
En su caso, además, la seguridad laboral es algo básico, tanto que sus esfuerzos hacen que Vitoria sea pionera en este campo. "Somos un referente a nivel estatal", explica San Mateos antes de enumerar las líneas de actuación que se han desarrollado y se siguen llevando a cabo en esta materia. "Aquí todos hemos sufrido problemas de espalda, pero no mucho más. Y eso, en gran parte, es gracias a la prevención que llevamos a cabo", comentan.
No es, ni mucho menos, el único aspecto en el que destacan, llegando incluso a ser visitados por personal de otros espacios escénicos y compañías para aprender de ellos. Sucede así con su modelo de trabajo, una apuesta realizada hace años que se traduce, por ejemplo, en que todos los técnicos que toman parte en un montaje en los escenarios de la Red, tanto ellos en su función de responsables como los profesionales que se subcontratan en cada caso, tienen que ser multidisciplinares. "Antes las cosas se hacían por secciones. Si hacías iluminación, sólo te dedicabas a eso y, además, lo hacías por turnos. Nosotros cambiados esas dos cuestiones. Es un sistema que al principio la gente no se terminaba de creer, pero hemos demostrado que es una manera de actuar que funciona, que el resultado es bueno y que ayuda también con los costes", comenta Etxeberria.
Antes, durante y después De todas formas, su trabajo no se limita, como se decía antes, a apretar botones durante una representación. Para nada. Su labor empieza, como media, entre cinco y seis meses antes de que un espectáculo llegue al público, aunque hay casos en los que todo el proceso del que son responsables puede arrancar con un año de antelación, como pasa ahora con una pieza para el otoño de 2014.
Antes de que la responsable de la Red, Marta Monfort, programe nada, ya sea en el Principal, en los teatros de los centros cívicos que gestiona o en la calle, son ellos los que tienen que dar el visto bueno a la viabilidad técnica de la pieza, es decir, si lo que se quiere mostrar al público entra en el espacio elegido, si el material que se solicita se adapta al que ellos tienen o si hay que hacer un gasto para conseguirlo, y cuánto personal será necesario para realizar el montaje. Cuando se supera este paso, al grupo se le manda la documentación técnica del teatro (materiales, medidas, cargas posibles, plan de trabajo...) y ahí empiezan las negociaciones entre la compañía y los dos técnicos de la Red asignados. Siempre son dos y siempre se encargan de todo lo que tenga que ver con la obra que les ha tocado desde el principio hasta el final del proceso.
Este contacto se lleva a cabo unos tres meses antes de la representación aunque "los tiempos de negociación duran dependiendo el caso. Por ejemplo, si tienes al jefe técnico de un espectáculo de gira internacional, igual el pobre no tiene demasiadas horas libres para hacer lo que necesitas, es decir, un plan específico para este teatro, que es lo que pedimos a todo el mundo", apunta Etxeberria. Son innumerables las cosas que hay que resolver de manera previa, desde cuántos técnicos se van a tener que subcontratar hasta qué informe arquitectónico hay que gestionar si un grupo pide hacer algo que puede generar un problema de cargas.
Así, tras todos estos meses, se llega al momento de la representación. Por lo general, la media de días de montaje es uno o, como mucho, dos, salvo en el caso de, por ejemplo, los musicales. Y el esquema es siempre el mismo: montaje, pruebas de luz, grabación de la mesa de luz, pruebas de sonido, grabación de la mesa sonido, ensayos técnicos, puede que ensayos artísticos, función y desmontaje, todo ello entrando a las nueve de la mañana a trabajar, con una parada de dos horas al mediodía para comer y después... Depende, pero no será la primera vez que se les ha hecho de día si el desmontaje es muy complicado o voluminoso. Por eso repartir las horas, los descansos y los ritmos de trabajo es fundamental y las parejas de jefes técnico van cambiando.
"En los últimos 30 años el trabajo técnico ha cambiado de forma espectacular", apunta Ruiz de Luzuriaga, una evolución marcada, sobre todo, por el avance de las nuevas tecnologías. Eso sí, ellos tienen claro que aunque estas herramientas ayudan y mucho, hay que saber utilizarlas, no abusar de ellas sólo por el mero hecho de tenerlas a mano, y no perder de vista que, al fin y al cabo, la creación sigue dependiendo de las personas. Son instrumentos que incluso tienen sus contradicciones, como el hecho de que sirven para abaratar costes, pero también para incrementar el gasto energético.
Estas nuevas tecnologías, además, también les exigen una formación constante. En este campo y en otros muchos, son los técnicos de la Red los que se organizan y gestionan sus cursos para amoldarlos a sus horarios y necesidades, más allá de que todos los años hacen un taller específico de seguridad en el trabajo.
En la actualidad, a pesar de la falta de regulación y oficialidad, hay escuelas para técnicos en artes escénicas en Terrassa, Madrid y Andalucía, aunque "en nuestra época no había nada. En el 87, a cuenta de que se estaba rehabilitando el Teatro Real, que se iba a hacer la Expo de Sevilla y otros eventos se hicieron unas escuelas-taller en las que tenías un contrato de alumno trabajador y a raíz de eso nació lo que hoy es el Centro de Tecnología del Espectáculo en Madrid", recuerda Sanz, que por allí pasó, igual que hizo algo después Ruiz de Luzuriaga.
Desde entonces ha llovido lo suyo, han pasado miles de montajes y propuestas, innumerables momentos y personas... "Mi mujer me dijo hace tiempo: eres la única persona que conozco que quiere ir a trabajar porque se lo pasa bien. Eso ha cambiado algo últimamente porque somos funcionarios y nos tratan como nos tratan, pero bueno...", añade San Mateos, quien resalta la importancia del equipo humano que, entre ellos y los técnicos subcontratados, se ha formado en Gasteiz. "Parece una tontería lo de los aplausos, pero cuando los oyes, te sientes parte de ese agradecimiento", apunta Ruiz de Luzuriaga, máxime en un Principal "donde hay una cercanía que en otros espacios no se da", como comenta Etxeberria. Eso sí, es Calderón el que remata diciendo que "cuando empecé había dos canciones que asociaba con la profesión. Una era Escuela de calor de Radio Futura. Otra era cuando los Pata Negra contaban que pasa la gloria y y ves que de tu obra ya no queda ni la memoria. Has estado trabajando un montón de horas y cuando te vas, el escenario está igual de limpio que cuando empezaste. No has producido nada tangible, pero te quedas con algo de magia dentro, con la magia del instante".