barcelona. Ha escrito la novela en primera persona, ¿en qué medida se siente identificada con esa voz?

Todas las historias que yo he escrito tienen algo de mí. Me baso en lo que tengo alrededor. Esta novela no es ni más ni menos autobiográfica. Elegí contarla en primera persona, pero no fue algo calculado. El protagonista nos va llevando desde su punto de vista; por eso, cuando me preguntan si sería adaptable al cine, creo que habría que transformarla mucho.

En su novela se pregunta si es bueno haber obedecido siempre...

Tenemos mucha confusión con eso. Confundimos rebeldía con hacer lo que uno desea, cuando uno puede hacer lo que desea sin tener que enfrentarse ni oponerse. A veces es difícil descubrir lo que uno quiere realmente. Pero no soy pesimista en cuanto a que haya mucha gente frustrada. A Vicente le gusta mucho su trabajo, pero le entran dudas sobre si realmente lo ha elegido él.

Vicente intenta cambiar una vida que le hace insatisfecho.

Una noche tiene un sueño en relación con que su madre tiene una edad próxima a la jubilación y tiene que cogerse la baja; piensa si no debería replantearse las cosas.

¿Crisis de la mediana edad, quizá?

Crisis de una juventud que se dilata en exceso. Es una persona de treinta y tantos que está viviendo la vida de alguien de veintitantos años. Se da cuenta de que la casa se le queda pequeña, por muy agradable que sea vivir con su madre, algo le falta.

¿Qué diferencias hay entre escribir un guion y una novela?

Enormes. Escribir una novela es maravilloso; cuentas con el apoyo incondicional de los editores. Cuando escribes guiones, en cambio, es un trabajo sometido a juicio; son los planos para construir un edificio, hay inversores que opinan y tienes que cambiar cosas al gusto de quien lo ha comprado. Cuando los guionistas llegamos al mundo de la literatura nos parece un paraíso.

Se ha hablado mucho sobre la incompatibilidad de su labor en la política y la recepción de este premio.

Sí, lamentablemente estaba convencida, porque mi etapa en el Ministerio fue muy polémica. Eso no iba a desaparecer. La editorial Planeta cumple la ley y no tiene ningún interés en no hacerlo. La ley ampara este tipo de actividades. A veces se confunde esa institución de la que formaste parte con el ciudadano que era escritor y que quiere volver a su carrera. El de escritora es mi oficio.