Vitoria. Tras terminar su estancia estival en Amárica la exposición Neorrealismo fotográfico en la colección Alcobendas, la sala foral inaugura hoy una nueva muestra con la fotografía como punto de referencia, aunque poco o nada tengan que ver ambas propuestas en casi todos los aspectos. En este caso, es el fotógrafo gasteiztarra Adrián Ruiz de Hierro quien se encuentra con el público a través de En el arcén de camino al norte, que permanecerá abierta hasta el próximo 24 de noviembre.

Lo que está al margen, aquello que por mor del progreso se ha quedado olvidado incluso para aquellos que en un momento dado compartieron camino, los restos que deja eso que en teoría se hace para mejorar se encuentra en el punto de atención del joven aunque experimentado creador, conocido fotoperiodista de la capital alavesa con una larga trayectoria en diferentes medios de comunicación y agencias que también viene desarrollando desde hace varios años distintos trabajos de fotografía artística.

De hecho, la carretera y los mundos que le rodean no le son ajenos a Ruiz de Hierro, pues los ha visitado ya en los proyectos Ruta 66, realizada junto a Josu Izarra, y Darkness, aunque nunca ha existido la pretensión de realizar una trilogía "ni quiero que el próximo trabajo siga por la misma línea", expresa el creador.

La construcción de la A-1 y, por lo tanto, el abandono paulatino de los antiguos tramos de la N-1 le sirven a Ruiz de Hierro para adentrarse en esos espacios que en otras épocas estaban repletos de vida y ahora se pierden en el silencio del cambio. Un espejo de los tiempos actuales, de esa vía de comunicación que conduce a Europa y a la promesa que representa, más allá del olvido que ese supuesto futuro genera.

Un total de 22 imágenes, aunque en principio estaban previstas 24, componen este recorrido que evoca a la memoria colectiva. Se materializa así una idea que llevaba rondando al autor desde hace cuatro años y que ha materializado en los últimos 24 meses. Lo ha realizado además volviendo de manera premeditada a lo analógico, para lo cual ha utilizado una cámara de banco óptico o de gran formato. "Requiere una media hora para montar y demostrar y cada disparo es único, entre otras cosas porque cuesta unos 9 euros. Es decir, te exige una edición y un trabajo previo que con lo digital no se lleva a cabo", describe.

Además de las fotografías, la propuesta se completa con la presentación de un cortometraje de casi cuatro minutos realizado por el artista y profesor Juan Arrosagaray que lleva al espectador a los recuerdos de infancia de Ruiz de Hierro vinculados con la N-1, un trabajo en el que también toma parte el creador y gestor Brenan Duarte.