Vitoria. "Mejor no te doy dos besos, porque estoy...". Los cientos de miles de poros de la piel de Kayto rezuman sudor cuando termina su espectáculo. El madrileño lo da todo sobre el escenario y siempre recibe una respuesta sensacional. Por algo en Internet aparece como "el mejor mago infantil del mundo y, por supuesto, el más divertido". Se lo gana a pulso.
Viéndole actuar, está claro que tiene un don para revolucionar a los niños.
¡Es que me encantan! Soy muy juguetón, y creo que la magia tiene algo de juego, sobre todo cuando es magia infantil. Si no seduces a los niños a través del juego, si no intentas que interactúen, van a ver magia, pero no se van a emocionar tanto. Y lo que quiero es hacer todo lo posible para que disfruten y sienten la magia.
¿Cómo es el público infantil?
Uno de los más puros y exigentes que hay. El público adulto, si no le gusta algo, se calla. Pero si a un niño no le gusta lo que estás haciendo te ignora, se pone a jugar... El mayor desprecio que puede recibir un artista. Por eso, una vez que conectas con el niño y entras en su mundo, éste te lo da todo, participa, se muere de la risa... Se vuelca. Y eso es fantástico.
Algún niño lo mismo sale del teatro pensando que quiere ser mago.
Ojalá. Como mago infantil tengo la tremendísima responsabilidad de que lo que yo haga les guste, les llegue y que cuando sean mayores no rechacen la magia, sino lo contrario.
Y cómo suda la camiseta.
Sí, hay que sudarla un montón. Yo vengo de familia de payasos y no concibo la magia sin risas. Para mí, es muy importante que se asombren, pero también que se rían. Y hago todo lo posible para lograrlo.
Hay magos que no recurren al humor.
Y los hay que son maravillosos.
Pero para usted es tan indispensable como para Arguiñano el perejil.
Sí, es cierto. Es que yo no puedo estar sin risas. Son fundamentales tanto en mi espectáculo como en mi vida. Siempre intento disfrutar, ser feliz y hacer felices a los demás.
¿El mago, definitivamente, nace?
Sí. Siempre hay un momento en nuestra vida, normalmente cuando somos jovencitos, en el que un mecanismo se activa y nos hace desear hacer magia y que el público flipe. Es una especie de vocación.
¿Es cierto que Magialdia es un festival referente en toda Europa?
¡Por supuesto! Aquí ha actuado la crema y nata de toda la magia mundial. Magos que viajan por todo el mundo para traer números originales, porque por Magialdia ha pasado tanta buena magia que el listón está altísimo y hay que buscar mucho.
Así que es una cita indispensable para los magos.
Para los buenos. Como yo (risas).
No es su primera vez en Vitoria. ¿Le ha dado tiempo a conocerla?
Y a comer sus pintxos, sí, sí.
¿Algún rincón mágico?
¡Estoy enamorado de esta ciudad, es preciosa! El Casco me encanta.