Donostia. Estrenaron la obra en marzo en el teatro Sol de York de Madrid y después se mudaron al Teatro Lara. Los más de 8.000 espectadores que han disfrutado de Los miércoles no existen avalan el éxito de una obra en la que trabaja con Mónica Regueiro, Eva Ugarte, Irene Anula, Daniel Guzmán y Dani Muriel.
¿De qué trata la obra?
Es una dramedia romántica, término que ahora se está utilizando mucho. Sobre todo, es una comedia, pero no fácil y de chiste, sino que tiene momentos más duros en los que se congela la carcajada y hay que ponerse serio. Desde la verdad trata de gente que se relaciona, sufre, lo pasa mal y se engaña. Habla sobre asuntos de amor, amistad, infidelidades. Y problemas generacionales de gente que tiene entre 25 y 40 años. Tomando como excusa esos problemas y esas relaciones, lo que hará el espectador es, sobre todo, reírse. Además, escucharán música en directo de Esther Rodríguez, que interpreta la banda sonora de la obra. En en un primer momento el texto era un guión de una película, pero como las cosas están como están, el director Peris Romano decidió hacer una obra de teatro mientras tanto.
¿El texto estaba pensado para que fuera una película?
Sí. Ahora mismo cuesta mucho arrancar una película y hasta entonces, Romano la ha adaptado al teatro. Por eso la banda sonora de la película se transforma en música en directo. La idea es realizar la película y creo que se hará antes o después, sobre todo, por lo bien que está funcionando la obra y las buenas críticas que está recibiendo. Ha sido calificada como la obra revelación en Madrid durante la temporada pasada. Además, no es una obra de teatro alejado de la realidad sino que es como ver una película con una banda sonora, a pie de público, en la que no interactuamos con él pero sí actuamos cerca de él.
La obra cuenta con dos elencos.
Sí. Es una de sus originalidades, somos dos repartos distintos. Un día actúan seis y otro día otros seis. Con la peculiaridad y la riqueza de mezclarnos entre nosotros. Como actor es una gozada porque en vez de estancarte lo que ocurre es que cada función se convierte en única y diferente. En Donostia, seremos tres del reparto A y tres del reparto B, un max mix.
¿Cómo surgió la idea de hacer la obra con dos repartos?
Por la originalidad de poder ver la obra con un reparto y con otro. Cambia mucho, aunque sea el mismo texto, porque cada actor le aportamos una cosa, cambian las relaciones, los tonos, es curioso verlo. Y por otro lado, para poder cubrirnos y compaginar este trabajo con otros. No hemos tenido publicidad, siempre ha funcionado con el boca a boca y hemos conseguido llenar el teatro.
¿Cómo es su personaje?
Soy César, un hombre al que las relaciones le han salido fatal, le va mal con las chicas y siempre le dejan colgado. Él quiere estabilidad, una familia, una casa con jardín, hijos, nietos... La obra son cuatro años de vida de seis personajes y mediante una pizarra vamos pintando los saltos temporales y las secuencias, que aparecen sueltas pero que luego tienen todas relación entre ellas. La gente va haciéndose el puzzle y visualizando cada año quién lo dejó, con quién estaba y cómo va evolucionando la vida de cada uno. Tiene muchos colores y aunque aparentemente comienza como un perdedor sentimental, luego evoluciona.
¿Los personajes se conocen?
Todos se irán interrelacionando entre sí a lo largo de esos cuatro años. El espectador se hace muy partícipe de la trama, porque se va creando su propia historia, no le damos todo mascado y fácil, sino que la gente tiene que ir hilando para sentirse como un espectador que va cotilleando las vidas de las personas.
Su personaje también lo interpreta Javier Rey...
Sí, es curioso. El director ensaya un día con un reparto y otro día con otro; entonces, nunca nos juntábamos. Él quería que cada uno le aportáramos cosas diferentes. Después de hacerla mil veces y tenerla en la cabeza, asumido el personaje y las frases, es curioso ver que otro actor la ha planteado desde otro punto de vista distinto, que algunos chistes funcionan mejor en él y otros no. Es un trabajo de humildad y el director ha cogido lo mejor de los dos repartos, para aprender uno del otro y enriquecernos mutuamente.
¿Qué ocurre a lo largo de esos cuatro años?
Habla de las emociones, de las relaciones entre personas a lo largo del tiempo: cuernos, amor y desamor, amistades que se rompen y otras que se recuperan...
Situaciones reales con las que el espectador identificarse...
Sí. Ha habido gente incluso ha atravesado tres fases en su vida por las que han pasado los diferentes personajes. La clave es que es muy natural y de verdad, y por eso, la gente empatiza con los personajes. Nuestra idea era, en vez de hacer una obra extraña y alejada, llegar más al público.
¿A qué se debe el título?
Es una historia autobiográfica que le ocurrió a Romano. Hace años tenía una pareja, era la época en la que todavía no existían los móviles y el miércoles uno trabajaba por las mañanas y el otro, por las tardes y nunca coincidían y no hablaban. Al día siguiente hablaban normal pero parecía que los miércoles no existían. Un miércoles se encontraron en el metro, él iba con una chica y ella con un chico y no se saludaron, el metro se fue y nunca hablaron de ese día, porque los miércoles no existían.
¿Tiene algún proyecto más aparte de este?
Hoy estreno Vive cantando, una serie de Antena 3, de ocho capítulos y estamos a la espera de seguir grabando o no. Una dramedia, una mezcla de géneros que me gusta mucho, porque es hacer comedia desde la verdad, con personajes de verdad sin buscar el chiste. La semana que viene grabo un piloto con Borja Cobeaga, director de Pagafantas y Vaya Semanita; y luego para finales y principios del año que viene hay varios proyectos de películas.
La gente le identifica en la comedia, ¿es dónde más disfruta?
Es verdad que la gente me identifica más con la comedia y no tengo ningún problema porque la disfruto y me encanta. A mí me gusta la mezcla de géneros, de hecho en esta obra hay muchos momentos que no estoy en clave de comedia. En Pagafantas, por ejemplo, el último tercio era muy dramático, el año pasado estuve haciendo Hamlet, y en la obra La ratonera yo era el asesino y psicópata.
¿Cómo se prepara cada género?
Realmente los cojo igual, no los enfoco distinto. Al final lo que hago es coger el personaje y hacerlo muy de verdad, tanto si sufre como si no.