Si ven a alguien poniendo morritos delante del móvil o enseñando abdominales ante un espejo, no es que se hayan vuelto locos, o sí, según como lo consideremos, están practicando el selfie. No miremos en el diccionario de la RAE, no está registrado, aunque al tiempo. Es el nuevo vocabulario urbano que ha derivado de las redes sociales y que describe a la persona que se hace una autofoto con algún dispositivo móvil para luego volcarla en el universo Facebook, Instagram, Myspace o Twitter.

No es una práctica solo de famosos en época de promoción, ni de quinceañeros exhibicionistas con las hormonas disparadas. Este verano no hay fiesta que se precie si no queda reflejada en una instantánea y rápidamente subida a la comunidad virtual para que te pinchen en el me gusta y aumente un poco más tu ego. Ni tampoco está solo adscrita a los eventos más frívolos. En enero de 2013, durante la jura del segundo mandato de Obama como presidente de EEUU, sus hijas adolescentes, Malia y Sasha, consideraron que era mucho más interesante plasmar sus caras con gesto cómico en su smartphone que seguir el discurso de su padre. Fue la foto más publicada por todos los medios al día siguiente.

Capítulo a parte es el mundo de la moda. De manera estratégica muchos ego blogger consiguen con sus selfies enseñar el estilismo que llevan, retratando sus looks diarios. Es la forma barata de promocionar el negocio si no tiene a nadie que se las haga.

Así que con todo ello, estamos en la era del autorretrato que consigue que veamos lo mejor y lo peor de los famosos y no famosos de aquí y de allá.