Vitoria. Al Principal el descanso le va a durar nada. Hoy recibe a la Joven Orquesta de Euskal Herria en el inicio de su gira de verano, concierto que llega sin que todavía se hayan silenciado los ecos de una nueva edición de la sección Jazz del Siglo XXI, un rincón donde el nivel medio ha vuelto a ser alto, con mención especial para el concierto que protagonizaron Tristano, Khalifé y Schumacher el viernes.
El martes llegó el momento de subir el telón y hacerlo de la mano de una nueva entrega de Konexioa, esa propuesta que el certamen realiza a músicos vascos para colaborar de manera exclusiva para Gasteiz con intérpretes norteamericanos. Esta vez, fueron el contrabajista pamplonés Javier Colina y el pianista estadounidense Kirk Lightsey quienes aceptaron el reto.
Ambos se conocían de antes y llevaban tiempo preparando el concierto en la capital alavesa, más allá de que, en realidad, sólo ensayaron juntos en un par de sesiones producidas estando ya aquí. Fue suficiente para compenetrar un concierto interesante, sin protagonismos, disfrutable. Partiendo de temas ya conocidos del uno y del otro, la actuación empezó con un pequeño tanteo entre ambos y el público para ver cómo se presentaba la tarde para después, a partir del tercer tema (Donkey dust) poner el listón lo más alto posible, dejando la impresión de que si ambos decidieran iniciar un camino juntos los resultados podrían ser a tener muy en cuenta.
Tomó el relevo, a piano solo, el miércoles el norteamericano Craig Taborn, que el día anterior estuvo entre el público asistiendo al concierto de Colina y Lightsey. Y eso que cuando le tocaba a él casi no entra en el Principal y protagoniza la anécdota de este año. Quiso acceder al teatro por la puerta del público y al no contar ni con entrada ni con acreditación, los acomodadores casi le cuestan un disgusto al público presente (y eso que no era muy numeroso). Pero detalles intrascendentes a un lado, en lo importante, en la música, el intérprete demostró un dominio técnico a la altura de muy pocos.
Es cierto que a su recital le faltó en diferentes momentos una guía para más o menos intuir a dónde quería ir. Tal vez esa dispersión fue la única pega, aunque de peso, en una actuación en la que hubo varios instantes brillantes.
Ya el jueves el turno fue para uno de los más esperados este año, el jovencísimo contrabajista norteamericano Ben Williams, presente en el festival hace un año dentro del grupo de Pat Metheny. Esta vez, eso sí, la responsabilidad recaía en él como líder de su propio grupo para desgranar su primer disco.
Junto a saxo, piano y batería (en principio la banda se iba a completar con un guitarra, lo que al final no sucedió), Williams demostró dos cosas de su estado actual. La primera, que tiene mucha calidad en sus manos y en su cabeza y que a nada que sepa y quiera seguir desarrollando su sonido puede dar muchas y grandes noticias. La segunda, que todavía es joven y le queda por recorrer y, de paso, arriesgarse un poco más. De todas formas, ofreció un concierto más que interesante ante un público muy numeroso y entregado que también pudo disfrutar con el batería John Davis.
En la penúltima cita de esta edición, eso sí, llegó uno de los conciertos de este año en el festival. Las expectativas creadas sobre qué podían hacer Francesco Tristano, Bachar Khalifé y Pascal Schumacher eran altas, pero igual no tanto como lo que al final ofreció el trío.
A lo largo de hora y veinte minutos, lo que duraron las fuerzas del percusionista Khalifé, tanto él como el joven y prometedor pianista y el vibrafonista Schumacher consiguieron poner en pie al público con una actuación intensa, fresca y estimulante, un recital que además fue el estreno en el Estado del trío.
Y ayer ser cerró la senda de la mano de Antonio Sánchez, batería mexicano que aunque puede presumir de trayectoria (larga y exitosa), como líder de su grupo el camino es más corto.
En un cuarteto bien armado y conjuntado, el batería se centró en New life, su último y reciente disco, en una actuación que fue la más larga y la que más público concitó a lo largo de estos días. Sin embargo, esa duración un tanto excesiva fue terminando siendo negativa para una cita, por lo demás, generosa e interesante.