Es indiscutible que Andy Warhol es una figura indispensable para entender el arte moderno. El artista de ascendencia eslovaca fue una pieza más que crucial para liberar el arte de vanalizaciones de épocas anteriores. El creador del Pop art y cauce por el que discurriría en estos tiempos la cultura popular contemporánea captó como nadie antes el encanto y la esencia de lo cotidiano. Warhol se desdobló en múltiples ámbitos dentro de su faceta artística pero Gasteiz tiene, al menos hasta que concluya el mes de agosto, una interesante muestra de su relación con la música en la cafetería bautizada como el genio de las latas de sopa o los retratos de Marilyn.

No obstante, existe vida más allá de la obra más mediática de Warhol. El local de la calle Francia lo corrobora a través de la exposición que ha orquestado Carlos Martínez. Antiguo pinchadiscos en estaciones como Radio Vitoria, Radio Cadena o Radio Nacional, Martínez ha confeccionado un pequeño muestrario de su amplia colección discográfica con un lugar común en torno al artista fallecido en el 87. De hecho, tras mudarse a Nueva York y comenzar a trabajar como publicista e ilustrador en alguna que otra revista -hablamos de comienzos de los cincuenta-, Andy fue contratado por la RCA (Radio Corporation of America) para que diseñara material promocional, cartelería y portadas de discos. Es éste un nicho que comenzó a forjar su valía como soporte artístico, en buena parte, gracias Warhol.

Los melómanos gozarán en mayor medida este compendio de fundas de vinilos donde cabe desde el famoso disco del plátano de la Velvet (The Velvet Underground and Nico) hasta rarezas como el single Fuego del disco Made in Spain diseñado para un pubescente Miguel Bosé. Corría el año 1983. Pueden apreciarse también varias versiones de alguna que otra portada. El citado trabajo de la Velvet tiene su edición española y americana. Esta última fue adquirida por Martínez "en una tienda de París. Me costó 150 euros, lo compré hace diez años y estaba descatalogado, pero ahora lo han reeditado", se lamenta. Más curiosa es la historia de la portada del Sticky fingers, de los Rolling Stones. Se trata, para quien no la conozca, de un primer plano de la parte frontal de los vaqueros de un hombre. En la versión original, la cremallera podía bajarse. No así en la española, pero es que incluso esto fue un trauma para una censura que acogía más mojigatería que sentido común. Sticky fingers puede traducirse como dedos pegajosos, así que eligieron un diseño de una lata con unos dedos cortados insertados en ella. Mucho más adecuado. Martínez recuerda que le llegaron a ofrecer quinientos euros por él. "Pero no lo vendo, soy coleccionista", razona.

rolling stones

El mito del logo

Los Rolling son la formación con una mayor representación en esta muestra con otras portadas como la del Love you Live, que se desdobla para conformar una figura rectangular. La banda de Keith Richards, Mick Jagger, Ronnie Wood y Charlie Watts tuvo una relación muy cercana con el diseñador, tanto que muchos le atribuyen el famoso logo de la lengua que, en realidad, fue un encargo a un joven artista llamado John Pasche por el que cobró unos 75 euros.

Martínez resalta las posibilidades que otorga el formato desde una óptica artística en cuanto a su diseño. Por supuesto, "el sonido, el surcar de la aguja" es lo que hace que este antiguo pinchadiscos haya dedicado media vida a amontonarlos. The Painter, de Paul Anka; The Congregation, de Johnny Griffin; Menlove Ave, de John Lennon o el curioso White Light, White Heat -negro a primera vista, pero con líneas azules en forma de mano difuminadas y perceptibles tan sólo bajo la luz adecuad- completan esta muestra destinada a los amantes de la música o del arte contemporáneo.