VITORIA. En los próximos meses, Eñaut Elorrieta (Gernika, 1975) presentará el disco en Sanagustin de Azpeitia (día 25), Bastero de Andoain (7 de junio), la Sala BBK de Bilbao (8 de junio) y el Teatro Principal de Donostia (18 de octubre).

¿Se ha hecho mayor con este CD?

(Risas) Tendrá que ver con que he sido padre. Es una experiencia muy potente, ya que llevo más de una década con Ken Zazpi, cada uno tiene su función en el grupo y sabemos equilibrarnos entre todos. Tomar las decisiones en solitario te lleva a dudar. Por eso ha habido momentos muy duros, de asustarme y de conectar con mis límites como músico. Y claro, me he preguntado qué cojones estaba haciendo. Han sido momentos duros e íntimos pero al final me siento gratificado. He vivido los dos extremos de manera intensa.

Habría sido más fácil con un disco más pop y no uno monográfico.

Tienes razón, me queda esa sensación. De partida, la idea musical era más simple pero me compliqué al final. De todas formas, igual tenía que ser así, ya que no es la primera vez que compongo sobre el exilio. En el grupo ya lo hemos hecho y tenía ganas de profundizar en sus diferentes vertientes, de enfrentarme al exilio político, al social y al más íntimo. Al final, el exilio es encontrarse fuera de sitio y... ¿Quién en esta sociedad no está en él en más situaciones de las deseadas?

Todo el mundo y casi a diario.

Claro, vivimos un momento en el que estamos desconectados de nuestro cuerpo y cada vez nos sentimos más fuera de sitio. Para resumir y sin dar la chapa, el disco me ha servido para hablar de muchos temas y, como conclusión, de la vida. Lo que sí he tenido han sido dudas.

¿Sobre qué?

De hablar del mismo tema y que fuera denso y repetitivo. Al abrir el concepto me dio más juego, como adaptar a escritores de Euskal Herria y de fuera, y ver cómo tratan el tema y llegan al mismo sitio, utilizando las mismas imágenes y metáforas. Ha sido bonito y enriquecedor, aunque he terminado con ganas de escribir cosas más ligeras y alegres. (Risas)

Ya concluso, ¿cómo ve el disco?

Con una sensación doble: la de cansancio por lo duro de la preparación durante meses y su grabación, con jornadas completas; y la de necesidad de alejarme un poco más, tengo el disco demasiado dentro aún.

¿Cómo eligió a los escritores?

El más utilizado es Sarrionandia, que es un escritor del que sé escuchar la musicalidad de sus escritos y me resulta gustoso sacar melodías a sus poemas. La tarea global ha sido ardua y he tirado de escritores como Harkaitz Cano, Uxue Alberdi y Unai Elorriaga. Les pedí consejo y me pasaron textos. He descubierto autores que no conocía y traducido del catalán y portugués, eligiendo los que más me gustaban y a los que pude sacar una melodía.

¿Cuál es la razón de la inclusión de 'Nire aitaren etxea', de Aresti?

Fue un juego, no iba a cantarlo. A raíz de la letra de Geografia, de Sarrionandia, en la que hay un guiño a Aresti, fui al original.

Se ha atrevido a incluir varias letras suyas también.

No he forzado nada, no tenía intención al ver lo que estaba eligiendo de otros. Pero como me gusta escribir, hice dos canciones, me quedé a gusto y las incluí.

Es un disco con imágenes oscuras y marcado por la noche, corazones vacíos, miedos?

El miedo de que quedara oscuro lo tuve pero con la música intenté no caer en la tristeza y huir de melodías densas. Sí es un disco menos directo e inmediato que los de Ken Zazpi y de digestión más lenta.

También reflexiona sobre la patria.

En Non dago nire herria?, de Benedetti. Me ha enganchado. En ese poema parece que habla de Euskal Herria.

¿Cómo la ve en 2013?

¡Joder! (Risas) Es como en una mezcla, viviendo una transición pero narcotizada. Estamos al límite en muchos aspectos, en lo político y en lo social con tanto recorte y desempleo. Y están la subida del IVA y la reducción de subvenciones a la cultura. La situación está chunga y no veo una respuesta a la altura por nuestra parte. Pero esas situaciones de crisis generalizadas son también una oportunidad para el cambio.

Musicalmente, sobrevive la esencia anglófila de Ken Zazpi.

Aprendemos escuchando y copiando, pero hay que saber pasarlo todo por nuestro propio filtro. Es parte de un proceso y el grupo sí ha mirado a esa música de la que hablas. Yo llevo diez años componiendo y las inercias están ahí, pero últimamente me ha dado por escuchar a los clásicos, a Dylan, Neil Young o Leonard Cohen. Hoy huyo de lo complejo y voy a lo natural aunque tiré de lo que me pedía cada canción. Por eso hay guiños actuales e indies y melodías clásicas.

Es un disco más de otoño y salas que de verano y festival.

Es un rollo íntimo, de sentir sentado, sí. Son canciones más de escuchar, de digestión más lenta. Quizás sean para gente adulta.

El futuro de Ken Zazpi está despejado, ¿no?

Claro. Y no es algo que decimos solo con palabras sino que ahí están los hechos. Está el disco con la Orquesta Sinfónica de Euskadi previsto para diciembre de este año y también estamos componiendo canciones para el siguiente disco.