Cannes. El Gran Gatsby, nueva adaptación cinematográfica que Baz Luhrmann ha hecho de la novela de Scott Fitzgerald, abrió ayer el Festival de Cannes, con Leonardo DiCaprio como protagonista máximo tanto del filme como de la esperada primera alfombra roja.
La película, ya estrenada en Estados Unidos y recibida con frialdad en el pase de prensa, se presenta fuera de competición, en la que hasta el próximo 26 de mayo sí aspirarán a la Palma de Oro 20 largometrajes. Se trata de la segunda ocasión en que abre el festival una película en 3D, tras Up in the Air en 2009, y como es habitual, su elenco principal, integrado también por Carey Mulligan o Tobey Maguire, acudió a Cannes para defenderla. Luhrmann ha buscado una fidelidad máxima a la prosa de Fitzgerald, pero dota a la novela, obra capital de la literatura estadounidense, de una espectacularidad estética y musical reconocible en películas como Moulin Rouge, y que no esconde su intención de hacerla más próxima a las nuevas generaciones. Quería situarla, señaló en una concurrida conferencia de prensa, en el "aquí y ahora", y conseguir con esas referencias contemporáneas que el espectador sintiera la misma sensación e impresión que sus primeros lectores en 1925. Detrás de una banda sonora que mezcla las voces de Beyoncé, Florence + The Machine o Lana del Rey se nota la mano de uno de sus productores, Jay Z, y esa voluntad, según su director, guionista y productor, de hacer de la música un elemento central, como también lo era en la propia novela.
licencias La calidad del material sobre el que partían, provocó que, según DiCaprio, todo el proceso, que el equipo define como "un gran viaje", fuera mucho "mucho más interesante", y fomentara que todo el mundo se volcara en "diseccionar" cualquier posible lectura de cada frase y escena.
Las críticas que puedan llegar por las licencias tomadas, según Luhrmann, pasan a un segundo plano después de haber recibido la aprobación de una nieta de Fitzgerald, que se le acercó en el estreno estadounidense y le aseguró que su abuelo habría estado orgulloso. "Así que no os cortéis", bromeó ante la prensa acreditada, no sin recordar que el objetivo que todos los participantes en esta película tenían en mente era el de "honrar" a la novela y respetar esa historia que, para DiCaprio, adquirió un nuevo cariz en cuanto se implicó en el proyecto y volvió a releerla. "Dejó de ser para mí una historia de amor para pasar a ser una tragedia de ese nuevo americano en un nuevo mundo en el que todo es posible, que estaba intentando convertirse en un gran Rockefeller y que en algún momento del camino perdió el sentido de quién era", indicó el intérprete de Jay Gatsby, quien mantiene que lo "fantástico" de Luhrmann, con quien ya trabajó en Romeo+Juliet, "es que en el lugar de trabajo te inspira no solo para hacerlo bien, sino para soñar a lo grande".
Con su presentación en Cannes, además, han acercado la novela al lugar en el que Fitzgerald la acabó, Saint Raphaël, localidad situada a 25 kilómetros y desde la que el escritor esperó preocupado la respuesta de su editor, que llegó tres semanas más tarde con un escueto "es magnífica".