SIN querer hacer un estúpido juego de palabras, está claro que no son idénticas las expresiones del título en su significado pero que en cualquier caso manifiestan una preocupación creciente como nunca en la historia por el futuro de los medios. Teóricos, profesionales, propietarios sienten la preocupación de un negocio, una empresa, un instrumento social que presenta negros nubarrones, esperemos que coyunturales porque significarían el fin de un modelo social. Manuel Castells es un fino observador universitario de los movimientos, derivas y complicaciones del ejercicio del periodismo en los tiempos presentes y de recomendable lectura es su trilogía La era de la información donde expone su visión del periodismo, realidad y futuro. Su tesis de fondo es la de que el periodismo solamente tendrá futuro si sabe explorar el camino de la calidad del análisis ante la avalancha de informaciones, noticias de alcance e historias de actualidad. Cada día es más patente la necesidad de facilitar la digestión de los datos múltiples y cambiantes sobre los acontecimientos que requieren guía, mapa explicativo de los hechos que nos cuentan a supersónica velocidad de difícil digestión por nuestros esquemas básicos del conocimiento. El modo de producir noticias hoy exige un método periodístico de encaje de las piezas, de conclusiones nítidas para situar y situarnos ante el rico panorama mediático. De ahí la importancia del análisis de Castells, en el que ya no sirve la mera información, es preciso facilitar al consumidor las claves de los hechos, procesos y contenidos. El profesor insiste en que el periodismo no ha muerto y que renace de sus antiguos modos de ofrecer la actualidad, la información, la vida de esta aldea global que no para y sigue, sigue en una carrera cada vez más veloz.
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